Borja Cardelús aboga por una nueva Secretaria Iberoamericana que impulse “la iberofonía y la civilización hispánica”

EL TRAPEZIO entrevista al escritor español, que reconoce que “hay elementos mudéjares o árabes en la presencia española en América”

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Borja Cardelús ha desarrollado una intensa actividad en los campos de la conservación y divulgación de la naturaleza y de la hispanidad. Acaba de publicar sus obras completas sobre la América Hispánica (Ed: Almuzara) en un libro de 900 páginas. Ha sido presidente del Organismo Parques Nacionales, secretario General de Medio Ambiente y primer presidente del Patronato de Doñana, desde donde logró evitar la construcción de una carretera sobre las dunas y la desecación con fines agrícolas de las Marismas del Guadalquivir. Su labor creativa abarca los campos de la narrativa, el ensayo, la televisión, el cine y el teatro, dirigiendo 70 películas para televisión, donde creó la Unidad de Naturaleza de Televisión Española, y dirigió las series La España Salvaje, Parques Nacionales, De Polo a Polo, Naturaleza Ibérica o La Marisma y el Llano; así como los largometrajes cinematográficos El Camino Real y Crónicas paralelas de Iberoamérica.

-¿Qué relación se puede establecer entre la caída de Tenochtitlán y la de Granada?

La caída de Granada supone la definitiva incorporación de España al mundo occidental y la caída de Tenochtitlán supone la incorporación de América al mundo occidental. Tienen alguna semejanza. Estuvieron a punto los chinos de conquistar América. América podría haber caído en la órbita asiática.

-La carrera ibérica de las especias mostró como España y Portugal estaban adelantados en relación con resto de Europa. En su libro comenta que “el imperio portugués siguió el modelo español”. Más allá de la rivalidad y las diferencias luso-españolas, ¿qué hubo de singular compartido en la Península Ibérica?

Portugal siguió la senda de España, pero no quería seguirla en un principio. Inicialmente el modelo portugués se pareció más al modelo inglés. Portugal instalaba factorías comerciales, pero no tenía ninguna intención de poblar. De hecho, fue por la presencia, por la cercanía, por la influencia de España, cómo siguió la estela de España. Pero fueron Imperios muy distintos. A Portugal sí que le interesaba sacar beneficio. Tenía verdaderas colonias, y no provincias. Lo que hizo Portugal, que no hizo España, fue importar esclavos masivamente. La América portuguesa es africana mientras que la América española es blanca y sobre todo mestiza. Realmente quien siguió la estela pobladora, evangelizadora, humanística y cristiana fue España, y Portugal le siguió a rebufo.

-¿Cuál es la importancia de Huelva, las Marismas del Guadalquivir y Andalucía en el modelo civilizatorio llevado a América?

La importancia de Andalucía es enorme. Si son los extremeños quienes la conquistan, los andaluces son quienes la pueblan en los primeros 50 años. Andaluces del Bajo Guadalquivir (Triángulo Sevilla-Cádiz-Huelva) van a cristalizar culturalmente las Américas, porque ese modo de ser es muy particular, es el más “español”, con afición a la fiesta, con el sentido familiar, con la generosidad, con la facilidad de la comunicación, con una filosofía de vida del presente (y no del pasado ni del futuro). Y dentro de ese triángulo cultural, hay que destacar el enclave de las Marismas del Guadalquivir, que entonces llegaba hasta el Puerto de Sevilla. De ahí van a capturar todos los elementos colonizadores del manejo ecuestre y ganadero de las Marismas (la vaca mostrenca, el caballo de retuerto, la oveja churra lebrijana y el jinete con todos sus arreos: su vestuario, el hierro ganadero, la manera de producir los rebaños); todo este modelo se va a implantar y extender por todas las Américas, también en los Estados Unidos, que será asumido por Hollywood con el cowboy y el western, heredero de las Marismas.

-¿Llegó a América un mudejarismo cultural?

Sí, hay elementos mudéjares o árabes en la presencia española en América. Muy concretamente en la arquitectura, como es el uso del azulejo en las cúpulas de las catedrales, que han recorrido un largo viaje desde el mundo árabe a la Península, y de ahí a las Américas. Y otras muchas cosas, la casa árabe, con sus patios ajardinados, sus maneras de enfriar la casa, va a incorporarse a la hacienda americana. De tal manera que los ingredientes medievales o árabes van a estar muy presentes en América hasta el día de hoy.

Usted comenta la importancia de los intercambios de productos alimenticios y culturales entre España y América, lo cual es algo bastante pedagógico para saber la importancia de América cuando, por ejemplo, hacemos la comida. Una relación que se ha incrementado en las últimas décadas con la llegada de inmigrantes hispanoamericanos. ¿Qué se debería hacer para divulgar más este tipo de conocimiento?  

Lo más divulgativo es el cine y la televisión. Es lo que ve la gente. El intercambio alimenticio fue transcendental para todo el mundo. Para América lo más importante que reciben, además del olivo y el trigo, fue el ganado. Había un gran déficit de proteína cárnica. Para España y Europa, además del chocolate y el tomate, los más importantes fueron la patata y el maíz, productos de ciclo corto, que libraron a Europa de las hambrunas y provocan una explosión demográfica que generará los brazos que (junto a la plata) harán posible la revolución industrial y la hegemonía europea.

-¿Qué rasgos comunes tienen las naciones hispánicas en cuanto a su estilo de vida y la comunicación de la “silla en la puerta”?

El estilo hispánico es vivir intensamente el presente: la pasión por vivir. Gozar de la gente y de la familia extensa. No puede entenderse la hispanidad sin la fiesta. Implica también el poco apego a las cosas materiales. Disfrutar cada momento. Los angloamericanos cuando llegaron al oeste se asombraban hasta qué punto los hispanos podían pasarse toda una tarde con la silla en la puerta o en un bar. Son mundos completamente distintos.

-Usted identifica un factor ecológico en el barroco hispanoamericano. ¿Cuál es la relación entre el barroco y el mestizaje?

Todo lo español, todo lo peninsular, cuando llega a las Américas, recibe un ingrediente esencial que es el ingrediente indígena, que está imbuido de ecología nativa. La naturaleza americana es barroca con la selva, el pantanal, en los llanos, en aquellos ecosistemas extraordinarios. Son gentes más abigarradas, más barrocas, más exuberantes. Las novelas del realismo mágico son un ejemplo, o el sobrio poncho de Castilla, que cuando llega a América se reviste de colores.

-Sobre la herencia hispana en los Estados Unidos, ¿qué elementos antropológicos y edificaciones todavía subsisten?

Hay edificaciones, entre otras, el Fuerte de San Agustín; también en California, que la presencia es más tardía pero muy intensa. España es la que salva a los indios americanos. Antes de llegar, hay un 1 millón de indios en Estados Unidos; cuando sale España hay 500.000 y sólo en el lado español. En el lado inglés, no quedaron indios. Las misiones españolas del oeste capacitaron a los indios para resistir mejor la llegada de los angloamericanos. Actualmente, los tribunales del oeste de los Estados Unidos están devolviendo tierras a los indios al amparo de los títulos dados por las leyes españolas. España apoyó la independencia de Estados Unidos y desplazó a Rusia de California.

-¿Qué opinión le merecen los 60 años de Unión Ibérica de coronas (1580-1640)? Y en la actualidad, ¿considera apropiado que exista un espacio común institucional iberoamericano ampliado a la iberofonía entre los países de lengua española y portuguesa?

Ese periodo fue una excepción y le fue mucho más favorable a Portugal que a España. Portugal pudo crecer territorialmente en América, con los bandeirantes portugueses, y no siempre con una ética semejante a la guardaba España con los indios.

Veo muy deseable esa unión, esa federación, de España y Portugal sobre los antiguos territorios; porque, al fin y al cabo, España por iniciativa y Portugal porque imitó mucho la ocupación española, siguieron una política semejante de poblamiento y evangelización. Es una salida magnífica para ambos países. La Cumbre Iberoamericana nació bien, pero a través de la Secretaria Iberoamericana (SEGIB) se ha convertido en un organismo burocrático, que no sirve para nada. Tendría que removerse en ese sentido; hacer una nueva SEGIB que impulsara esa iberofonía y la civilización hispánica. Nada de esto hace la SEGIB.

-¿Qué relación establece entre Hernán Cortés y las Leyes de Indias?

Hernán Cortés es el personaje más importante que ha llegado a las Américas y uno de los más importantes de la historia de la humanidad. Además de lo militar, es el que sienta las bases de la exploración del Pacífico. México es una creación personal de Hernán Cortes. Desde Estados Unidos hasta Panamá. El modelo que diseña Cortés es nuevo. Había visto el desastre del modelo depredador de las Antillas, y lo repudia. Decide que el modelo debería ser poblador, y trae ganado, semillas, plantones, colonos que se casen las indias, frailes que evangelicen y capaciten a los indios, en definitiva, prolongar España a lo que llamó él precisamente: la Nueva España. Este modelo lo imitarán otros conquistadores y lo recogerán las Leyes de Indias. Hernán Cortes es la clave.

-¿Qué hallazgos ha realizado en su obra sobre la América Hispánica, que no hayan salido en esta entrevista, y qué temas importantes aún faltan por investigar?

Además del papel del jinete de las Marismas del Guadalquivir, uno de mis hallazgos es que España es una reproducción en miniatura de las Américas. Más allá de los Pirineos, Europa es un continuum ecológico de bosques y montañas de poca variedad, y en España hay mucha variedad. Los conquistadores españoles se encontraron tierras parecidas a las suyas y reprodujeron los mismos usos de las Marismas del modelo ganadero, desde Colorado hasta la Tierra del Fuego. El modelo es el andaluz, incluso también en el acento lingüístico, con una adaptación ecológica. En la propia Sevilla (y en Canarias) ya se respira América, lo que no ocurre en el interior de la meseta.

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