El Trapezio

Este es el programa con el que Chega quiere acabar con 50 años de “un país estancado”

El momentum populista de Chega ha llegado y su discurso no está sufriendo costes porque tiene el comodín de ser “víctima del sistema”. Ni sus relaciones con la internacional de Trump, ni los escándalos de baja estofa, han perjudicado electoralmente a Chega. Sigue teniendo tirón electoral en los estratos más humildes y en el sur, pero en general podemos decir que Chega se ha consolidado nacionalmente. Ha robado votos antisistema fundamentalmente por la derecha, pero también por la izquierda: los desencantados en general con el sistema político nacido en 1974 y corregido en 1975.

En una carta a los electores, André Ventura ha afirmado que quiere romper con el sistema que durante 50 años ha dejado un “país estancado, sin soluciones, sin rumbo y sin esperanza”. “PS y PSD han tenido la confianza del voto de los portugueses en los últimos 50 años y nada ha cambiado. Es la hora de romper definitivamente con este sistema y dar oportunidad a la única fuerza política capaz de desarrollar un país próspero, seguro y digno”.

El programa de Chega es una mezcla de medidas para dotar de más autoridad al Estado, con medidas sociales y antiburocráticas. El partido cita problemas atávicos de Portugal como el “invierno demográfico”, la precariedad de la sanidad pública y de los jóvenes, donde la emigración sigue teniendo altas tasas, así como la escasez y los altos precios de la vivienda. En los ámbitos de la Justicia, la fiscalidad y la Administración, su programa hace referencia a reducir los procesos burocráticos, algo que es muy popular, razonable y transversal. Asimismo, propugna mejorar las condiciones salariales y laborales de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado.

Chega, en su programa, ignora explícitamente a España y a los países iberoamericanos y lusófonos. Eso dice mucho. El partido de Ventura defiende “una Unión Europea de patrias soberanas”, una “alianza con los Estados Unidos” y “la amistad con el Reino Unido, como eje inalterable de la política externa portuguesa y esencial para la preservación de la soberanía”. Una referencia indirecta a España. Un clásico de lo más rancio del nacionalismo anglófilo portugués, entendible en su contexto, que también hoy circula por algunos sectores del aparato del Estado. No obstante, en el marco compartido de la OTAN y el postBrexit, no tiene mucho recorrido más allá de lo simbólico, que tampoco es poca cosa.

El programa incluye el combate a la corrupción, algo consensual, pero en este caso se trata de un arma típica de la propaganda populista para desgastar a sus enemigos y sustituir otros debates más complejos. Chega, en el ámbito económico, critica el asistencialismo del Estado de bienestar, pero mantiene una posición keynesiana: “El Estado debe actuar como regulador y facilitador de la economía, garantizando un mercado libre y transparente, sin distorsiones o intervenciones excesivas. Con todo, existen sectores estratégicos esenciales para la autonomía nacional y la cohesión económica y social. Defendemos un modelo donde el Estado apoye la reindustrialización, la innovación y la competitividad, sin comprometer la libertad de mercado”.

Chega es contrario al proyecto de regionalización, pero apoya reforzar el municipalismo, los inventivos a la repoblación del interior y la cohesión nacional mediante infraestructuras de transporte. El partido de André Ventura ha recogido también voto en regiones críticas con el centralismo lisboeta.

Gitanos como experimento de enemigo interno

La comunidad gitana portuguesa existe en todo el territorio, especialmente en el Alentejo. En 2023, 47.500 personas en Portugal se identificaron como pertenecientes a la etnia gitana, representando el 0,52% de la población. Progresivamente van integrándose en la sociedad. Si no lo hacen más rápido, en parte, es porque en muchos casos encuentran barreras en su contexto familiar y sociolaboral.

En la primera campaña de André Ventura, cuando todavía era candidato municipal por el PSD, ya arremetía contra los gitanos. Las acusaciones colectivas son variopintas: tráfico de drogas, impunidad, leyes propias, pereza, succionadores de recursos públicos, matrimonios entre menores, incumplimiento de la escolaridad obligatoria, etc. Fenómenos que atañen a una minoría de la comunidad y, además, decrecen año tras año. Es decir, coge la parte por el todo, lo que para un político es una grave irresponsabilidad. Varios activistas gitanos han protestado, durante la campaña, en diversos mítines de Chega, lo que fue a su vez instrumentalizado por su líder.

El discurso xenófobo que Chega aprendió de la extrema derecha europea lo ha aplicado a los gitanos primero. Los romaníes, tras 600 años de presencia en la península ibérica, son el chivo expiatorio más efectivo. Claramente, los gitanos han sido -para Chega- un experimento de discurso de enemigo interno cuando todavía no se sentía una percepción de descontrol o cierta inseguridad. Ahora, con la nueva percepción, el nuevo enemigo interno son los extranjeros, eso sí, sin olvidarse de los gitanos.

En relación la inmigración, su programa dice lo siguiente: “No aceptamos una inmigración descontrolada que pone en riesgo nuestra seguridad y nuestros valores”. Chega desea: “regular la inmigración de forma que permita sólo la entrada a Portugal de quien tenga condiciones de hacerlo, respete nuestra cultura y cuyas funciones/profesiones sean útiles al Estado portugués. Asegurar que la atribución de nacionalidad está regulada, que no es banalizada y sólo sea atribuida a quien tenga una relación efectiva con el Estado portugués, hable la lengua, conozca la historia y abrace la cultura. Asegurar que los inmigrantes que hayan entrado en el país de forma ilegal sean llevados al país de origen, así como aquellos que aunque estén en situación legal, hayan cometido delitos”.

Desafío para el PSD y el PS

El PS y PSD tienen un desafío importante para preservar el edificio del sistema político, que cruje y tiene grietas. Tendrán que pactar una agenda reformista que ataje los problemas estructurales. Tradicionalmente, dando responsabilidades institucionales a un partido radical podía ayudar a su moderación, pero hoy no es ninguna garantía porque las redes sociales tienen más influencia que los medios de comunicación, así lo hemos visto en los casos de Trump o Bolsonaro, donde el poder no les ha moderado.

La estrategia del cordón sanitario ha dado votos a Chega. Puede que, sin el cordón, la situación hubiese sido la misma. El cambio que propone Chega, salvo en las cuestiones sociales y de desburocratización, es un cambio para peor en términos de riesgo de enfrentamiento civil y división de poderes. Luís Montenegro necesita reafirmar su liderazgo, desmontando los prejuicios que esparce Chega y clarificando la situación real migratoria y económica del país. Intuyo que la narrativa del 25 de abril va a sufrir un ajuste, consolidándose la narrativa del 25 de noviembre, reinterpretada por la derecha y la ultraderecha. 

Portugal también tiene que reflexionar sobre si quiere o no más alianza con España, sin perder su soberanía. Para el iberismo, el momento populista luso es un ambiente hostil, que no ayuda a un ambiente pacífico mayoritario en favor de una alianza ibérica más ambiciosa. No obstante, la polarización puede ayudar a movilizar sectores minoritarios a favor de la idea, como ocurre habitualmente en los famosos y cíclicos “surtos de iberismo” (brotes/epidemias de iberismo) de Portugal. Dicho esto, el vigente Tratado de Amistad luso-español de Trujillo fue aprobado, en el Parlamento portugués, por PS, PSD, Chega, Iniciativa Liberal y Livre, con las abstenciones de PCP, BE y PAN.

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