En la región del Bajo Alentejo, en lo alto de un espolón rocoso entre el río Oeiras y el río Guadiana, Mértola es una joya perdida en el tiempo donde los amantes de la historia, la naturaleza y la tranquilidad pueden hallar refugio. Localizado a unos 50 kilómetros de la capital de su provincia, Beja, pero a unos escasos 20 kilómetros de la frontera con Andalucía, el pueblo es, históricamente, uno de los más fascinantes de esta zona rayana.
Por su posicionamiento estratégico-defensivo y la navegabilidad del Guadiana hasta allí, Mértola fue durante muchos años un importante almacén comercial que conectaba con el mar, por lo que se le otorga la designación de ‘último puerto’ o de ‘puerto más occidental’ del Mediterráneo. Aquí llegaban productos de diferentes orígenes, desde el minero de S. Domingos y Aljustrel hasta los cereales de las tierras más fértiles de Beja. Una historia que encanta y sigue descubriéndose con la investigación en el local.
Un pueblo de todos y de nadie
Después de los romanos vinieron suevos y visigodos, pero es en 711, con la llegada de los pueblos del norte de África liderados por Tarik, que Mértola reafirma su función comercial y fortalece todavía más su estatus político. La ciudad de Martulah crece en importancia y, en el siglo XI, llega a ser por un corto periodo la capital de un pequeño emirato islámico independiente, la taifa de Mértola. Los musulmanes estuvieron cinco siglos en este lugar, dejando vestigios tan importantes como los de un alcázar, conocido hoy como el Castillo tras las intervenciones en el siglo XIII, y una mezquita del siglo XII, hoy Iglesia Matriz, que es el símbolo más interesante de la villa conocida como ‘la más islámica de Portugal’.
A finales del siglo XIX, con el hallazgo del depósito de minerales en el pequeño pueblo cercano de S. Domingos, ubicado en la Faja pirítica ibérica, Mértola ve una nueva era de prosperidad, marcada por un fuerte crecimiento demográfico. En ese sitio se alza un complejo minero con una red ferroviaria interna, un puerto, la primera central eléctrica de Alentejo, y hasta se construye una aldea desde cero para alojar a los trabajadores de las minas y sus familias. Sin embargo, la minería entra en declive en la década de 1960 y el municipio asiste a un éxodo masivo para Lisboa y el extranjero, perdiendo más del 50% de su población para no recuperarla después.
Más allá de la historia, hay recuerdos que crear
Si nos adentramos en el municipio de Mértola, más allá de su pueblo histórico, podemos admirar el maravilloso paisaje del Parque Natural del Valle del Guadiana, con su preciosa fauna y flora, sus molinos y sus ermitas donde todavía hoy se realizan peregrinaciones. Sea para un paseo, un picnic, observar aves, pescar, cazar o realizar actividades náuticas, este es el sitio ideal para todos los gustos, de niños a mayores.
Para relajarse después de estas aventuras, nada mejor que disfrutar de la inmensa y sabrosa gastronomía alentejana. Los platos típicos de la región incluyen el pescado de río, el cerdo ibérico y la carne de caza, y deben ser acompañados por el famoso pan alentejano y los vinos de alta calidad de la región. No puede terminar esta visita sin probar también el queso de cabra, la sopa de gazpacho y tomate, los espárragos o las túberas (las ‘trufas de Alentejo’).