El próximo 17 de agosto, Vigo perderá su único tren directo a Oporto debido a la antigüedad y limitaciones técnicas del material rodante empleado en el servicio. Comboios de Portugal, que operaba esta conexión en colaboración con Renfe, se ha visto obligada a devolver parte de las unidades diésel de la serie 592 tras alcanzar el límite de kilometraje permitido. La medida supondrá la introducción de un transbordo obligatorio en Viana do Castelo, rompiendo la conexión directa y afectando a los más de 120.000 pasajeros que utilizaron el Tren Celta el pasado año, pese a la competencia más rápida y frecuente del transporte por carretera.
La crisis del servicio, que ya se había adelantado el pasado invierno, se agrava con la falta de acuerdo entre ambas operadoras para reparar dos unidades bloqueadas en Arbo desde hace un año y con la reducción progresiva del parque móvil. Aunque existe infraestructura electrificada en la línea desde hace dos años, la diferencia de tensión eléctrica entre España y Portugal impide la operación con trenes eléctricos, una situación que no se resolverá hasta 2027, cuando concluyan las obras previstas por Adif.
Como medida provisional, Renfe y Comboios de Portugal han diseñado un plan para que maquinistas españoles conduzcan los trenes hasta Viana, donde los viajeros deberán cambiar a un servicio suburbano portugués. A medio plazo, la entrada en funcionamiento del nuevo sistema de seguridad ferroviaria, que unificará el Convel luso con el ERTMS europeo, será clave para reabrir la puerta a conexiones directas más amplias, como las que unirían Lisboa con distintas ciudades españolas.

