El Trapezio

¿Agencia Espacial Ibérica?

La exploración espacial ha comenzado. O al menos hemos pasado a otro nivel. Los objetivos ya no son simplemente enviar sondas y robots por todo el sistema solar, sino que los esfuerzos se están centrando en diseñar proyectos para establecer asentamientos en otros planetas (por el momento, en Marte). Pero volvamos a la Tierra y analicemos la situación que estamos viviendo.

Desde su fundación en 1958, la conocida como National Aeronautics and Space Administration (NASA) ha logrado importantes hitos, como la primera fotografía de la Tierra desde el espacio; el primer alunizaje tripulado, o el uso del primer robot «Rover» en otro planeta, entre muchos otros. La carrera tecnológica frente al Programa espacial de la Unión Soviética (que puso en funcionamiento el primer satélite artificial, envió al primer humano al espacio y logró poner en órbita la primera estación espacial) fue decisiva para alcanzar estas metas.

Pero la ilusión generada en la segunda mitad del siglo XX por la «conquista del espacio» fue, poco a poco, apagándose. La sociedad dirigió su atención a la revolución cultural y económica que el mundo estaba viviendo. Eso motivó que los avances en el ámbito espacial ya no tuvieron el mismo efecto propagandístico, lo que supuso una importante reducción del presupuesto público destinado a este campo. Reducción que conllevó la ralentización o suspensión de diferentes iniciativas y estudios.

No obstante, hemos entrado en una nueva era. Las empresas privadas han ido asumiendo un papel creciente en la industria espacial, hasta el punto de controlar el 80% del sector, relegando a los Estados a un segundo plano. Se ha ido generando un entorno competitivo, donde empresas como SpaceX o Blue Origin están asumiendo contratos públicos y desarrollando logística (naves reutilizables, nuevos sistemas de propulsión, satélites de cobertura global…), y en donde están siendo concebidos planes de minería en cometas. Y no sólo eso, sino que empresas como Virgin Galactic ya están ultimando los primeros viajes del conocido como «turismo espacial».

La motivación no es sólo económica, pero es importante, pues se prevé un desarrollo masivo de estas actividades para las próximas décadas. Los descubrimientos científicos y el interés social por un sector en plena carrera de innovación tecnológica, ha hecho que los horizontes del ser humano se hayan ampliado. La búsqueda espacial, tanto de nuevos territorios como recursos, se ha reincorporado a las agendas gubernamentales (véase China con la construcción de su estación espacial o el envío de su misión «Tianwen-1» a Marte), e introducido en las estrategias empresariales. La preocupación por el cambio climático y la vulnerabilidad de la Tierra también están siendo decisivas en esta concepción de asegurar el futuro de la humanidad.

A nivel continental, la Agencia Espacial Europea (ESA) asume la principal actividad de investigación en dicho ámbito, con 22 Estados miembros y un presupuesto de 6.680 millones. Junto a ella, diferentes países europeos cuentan con sus propios centros/agencias. La coordinación e inversión comunitaria ha permitido realizar y programar diferentes misiones (Moonlight), destacando el envío de satélites para la monitorización del medio ambiente y la detección de asteroides.

En este sentido, desde el Gobierno de España se acaba de anunciar la creación de una «Agencia Espacial Española». Esta decisión responde a la reclamación que la comunidad aeroespacial nacional ha venido haciendo en los últimos años, ya que consideran que el país tiene limitada actualmente su capacidad actuación. Ahora bien, dada la beneficiosa situación geográfica peninsular, la amplia comunidad científica y técnica, y la cooperación permanente que existe con Portugal, ¿por qué no una Agencia Espacial Ibérica? Sería perfectamente viable dentro del marco europeo, pero con recursos propios suficientes como para iniciar/apoyar nuevos proyectos (y evitar que profesionales del sector tengan que emigrar forzosamente, lo cual es un verdadero drama).

En definitiva, el nuevo «mercado» espacial va a traer importantes adelantos para las comunicaciones, la eficiencia energética y la observación ambiental, con todo tipo de aplicaciones médicas e informáticas de forma indirecta. Pero la división y el escepticismo no ayudarán a asumir los retos que tenemos por delante. Los más ambiciosos de la historia de la humanidad. Porque sólo avanzaremos si somos creativos y compartimos conocimiento. Desde una visión limitada por el orgullo, no lograremos nada. Trabajemos juntos. Puede que en poco tiempo estemos descubriendo algo más sobre nuestros orígenes. Por lo pronto, aunque alcancemos las estrellas, no nos olvidemos de cuidar nuestro hogar común; ese punto brillante cargado de vida en medio de la oscuridad. Nuestro pequeño planeta azul.

 

Gabriel Bernárdez

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