«Un saludo a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú», manifestaba, en su primer discurso como Papa, Robert Prevost. Rompiendo el protocolo, hablando en español, visiblemente emocionado ante una audiencia que lo aclamaba como nuevo Pontífice, Prevost recordaba su estrecha relación con la ciudad que se convirtió en su hogar durante muchos años.
Para millones en el mundo, el nombre de Chiclayo sonó por primera vez tras este momento. Pero, para los chiclayanos, León XIV no es solo el primer Papa con nacionalidad peruana: es el amigo que caminó por sus calles, bendijo a sus hijos y compartió con su gente en los momentos más duros del país.
El TRAPEZIO ha conversado con Daniel Gustavo Vera, periodista del semanario Expresión de la ciudad de Chiclayo y corresponsal de la Red de Medios Regionales del Perú. Vera tuvo múltiples encuentros con Prevost. El primero ocurrió en 2015, cuando el entonces obispo de Chiclayo le concedió una entrevista de media hora que al final se extendió por tres. “Los primeros 30 minutos fueron grabados. Las otras dos horas y media fueron el inicio de una relación entre dos personas: uno ignorante y atrevido (que era yo), el otro paciente y con ganas de enseñar”, recuerda desde Chiclayo.
Vera define al nuevo Papa como un hombre tolerante, sereno y dialogante, que diferenciaba claramente entre el dogma de la Iglesia y los derechos civiles. Así por ejemplo, afirma que en esa primera conversación hablaron de temas como el matrimonio homosexual, resaltando su capacidad de escucha. Esa voluntad de escuchar sin imponer, de tender puentes y buscar puntos medios es, para Vera, la marca distintiva del liderazgo de Prevost.
Pero además de esa cercanía, le gusta resaltar su actitud paternal y de constante preocupación por su comunidad. Vera recuerda que era normal encontrar a Prevost por las calles de la ciudad y, si le preguntaban qué estaba haciendo, respondía “Estoy viendo cómo va Chiclayo”. De la misma forma, luego de la misa que tradicionalmente ofrecía los domingos, se reunía con la gente que lo esperaba para conversar, saludaba a los niños o bendecía objetos como llaves o “recuerditos”, para los más creyentes.
Para Vera, esa personalidad cercana y sin barreras que caracterizó a Prevost, es lo que hace que Chiclayo haya recibido con tanta alegría la noticia de su ascenso como Papa: “Aquí (en Chiclayo), la emoción no es porque el obispo de Chiclayo ha llegado a ser papa, sino porque el amigo ha llegado tan alto”, señala.
Presente en los momentos más duros del Perú
A Robert Prevost también le tocó vivir momentos de mucha tensión social y política durante su estancia en Perú. Vera resume en cuatro los eventos más importantes que acompañaron la trayectoria del nuevo Papa. La primera fue a su llegada al Perú, en 1985, cuando el país vivía en plena violencia armada entre grupos terroristas y fuerzas militares. Posteriormente, vivió el régimen y dictadura de Alberto Fujimori, el desastre del fenómeno El Niño Costero en 2017 y la pandemia del COVID-19.
En cada una de esas etapas, su labor fue clave, según recuerda Vera, quien destaca especialmente que Prevost movilizó a empresarios para financiar la instalación de una planta de oxígeno de la región de Lambayeque, salvando miles de vidas.
“Estuvo en el periodo de violencia, también cuando la democracia se afectó, cuando la población sufrió los efectos de la naturaleza, y también cuando la gente moría por la pandemia. Si eso no forja la piel de una persona en el servicio, tendría que ser de piedra”, manifiesta Vera.
Chiclayo, capital de la amistad
Chiclayo es conocida en Perú como la “capital de la amistad”, y eso es precisamente lo que, según Vera, el nuevo Papa se lleva consigo al Vaticano: “Amistad es lo que más cultivó aquí, y será el símbolo de su pontificado”, señala.
Esa misma amistad es la que ahora, como líder de 1.400 millones de católicos, puede predicar entre naciones fragmentadas, religiones enfrentadas y sociedades divididas. “Amistad es lo que más necesita el mundo. Entre China y Estados Unidos, entre India y Pakistán, entre Israel y Palestina, o entre sociedades polarizadas como la peruana”, indica el periodista chiclayano, con la expectativa de que ese ejemplo de amistad cultivado en Chiclayo se traslade ahora al Vaticano.
Desde Chiclayo, donde muchos dicen haberle cocinado, invitado a desayunar o pedido una bendición, hay un deseo claro: que León XIV continúe el camino de Francisco. Vera señala al respecto: “Con que no retroceda (lo que hizo Francisco), me doy por bien servido. Que no cierre la Iglesia, que no deje de buscar al pobre, al enfermo. Hay tantos temas como la homosexualidad, el ministerio del sacerdocio para mujeres, el aborto, la eutanasia o la pederastia, que si dejan de hablarse significaría retroceder”.
Rocío Bernal