08/12/2025

Extremadura Fado

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El concierto fue el 2 de diciembre del año 2025, martes. Aprovechando que al día siguiente yo tenía que acudir a una reunión en Cáceres, no dudé en recorrer el centenar y pico de kilómetros que separan mi lugar de residencia de la capital provincial para poder asistir a lo que a buen seguro sería una velada musical y poética extraordinaria, como todas las de Luis Pastor. No salí con el suficiente margen de tiempo para llegar holgado al Complejo cultural San Francisco cacereño y durante el camino temía que la cola fuera demasiado larga y me quedara sin posibilidad de entrar al recinto, pues el evento era gratuito. Arribé quince minutos antes del comienzo, previsto para las 19:00 horas, y, cuál fue mi sorpresa, la mitad de los asientos aún permanecían vacíos.

La actuación del cantautor extremeño se enmarcaba en el programa cultural que la Delegación del Gobierno de España en Extremadura había organizado en conmemoración del cincuenta aniversario del fin de la dictadura franquista. Tal vez la excesiva polarización política propia de nuestros días podía explicar que no estuviera lleno el auditorio. ¡Pero se trataba de un concierto de Luis Pastor! ¡En su tierra extremeña! ¡Y gratuito! No entendía cómo no estaba a rebosar. Cierto que mucha gente llegó tarde, pero quedaron demasiadas butacas sin ocupar. Luego, durante el transcurso del recital, caí en la cuenta de que se trataba de un evento de Cultura, con mayúsculas, y que en esta bendita región aún es demasiado bajo el porcentaje de población que ama esa palabra. Me reafirmó en esta reflexión el ver a numerosas personas consultando constantemente en sus móviles, en pleno concierto, las redes sociales o el resultado del partido de fútbol de la selección española femenina.

Aun con las molestias de la irradiación lumínica de los teléfonos, disfruté muchísimo de la puesta en escena de Luis Pastor y de su mujer Lourdes Guerra, cargada de belleza poética, de compromiso social y político, de lucha por la democracia y de amor a Extremadura y a Portugal. El cantautor de Berzocana y de Vallecas, como lo fuera el también extremeño Pablo Guerrero, formaron parte de aquella pléyade de jóvenes de los años 70 que lucharon contra el franquismo, antes y después de la muerte de Franco, y que lo hicieron desde la acción cultural, y esto es digno de ser recordado.

Pero más allá de la reivindicación democrática, Luis Pastor destiló mucho sentimiento, como siempre. No obstante, aquella tarde noche lo hizo más hondamente que otras veces que tuve ocasión de escucharlo. No sé si sería porque se trataba de Cáceres, porque todavía tiene el suflé alto desde su vuelta a residir en la región extremeña o porque su último disco así lo exige. Quizá por todo ello y por algo más, pero ciertamente Extremadura Fado es, sobre todo, sentimiento. Porque fado es, según sus palabras, “tristeza en la alegría y alegría en la tristeza”. Lo mismo que Extremadura. Y si gracias a Luis Pastor -también a Acetre- por fin existe el fado extremeño, es porque ese sentir musical portugués se adapta perfectamente a la realidad de la Lusitania española.

El título y la línea lírica de este último trabajo de Pastor se elevan al Olimpo sentimental del terruño en comunión con el otro lado de la Raya: “Extrema por su belleza, dura la fuerza y el ser; quien de ti no se enamora, es que no sabe querer; Cáceres y Badajoz bailando en un mismo fado”. Bailar en un mismo fado transmite la esencia histórica que cabalga entre aquella duplicidad triste y alegre que desea un devenir común. Que la tierra extremeña, unida, sea impregnada de portuguesidad. Y si de portuguesidad se trata, no se puede obviar que el sentimiento que los extremeños desprenden en los lugares a los que han emigrado -y emigran- no es otra cosa que saudade.

Pablo Guerrero, que nos dejó hace poco tiempo, fue quien primero cantó a Extremadura en medio de aquella hemorragia demográfica de los años 70. Luis Pastor lo ha continuado haciendo, además, imbuido de los aires atlánticos que penetran en esta parte trasera de España, cargados de fado, de saudade y hasta de sebastianismo. ¡Cuánto le debemos a los cantautores! Combatir desde las trincheras de la poesía y de la música al franquismo político y sociológico, cantar a tierras esquilmadas y adormecidas y sacar a relucir el alma ibérica. ¡Qué no mueran nunca! ¡Qué Extremadura siga bailando en fado!

Juan Rebollo Bote

Lusitaniae – Guías-Historiadores