El Trapezio

La Seguridad y Defensa Ibérica ante el nuevo contexto geoestratégico

La cuestión de la Defensa ha pasado a ser el principal desafío al que se enfrentan los países de la UE y el Reino Unido. Es de sobra conocida la amenaza que viene del expansionismo de Rusia, con su enorme poderío militar y nuclear. Esa amenaza, desde el orden establecido tras la finalización de la II Guerra Mundial, ha sido contrarrestada por la OTAN y el paraguas del poderío militar de Estados Unidos que llevaba parejo. La llegada de Donal Trump a la Casa Blanca ha supuesto la “dimisión” repentina del coloso americano de seguir siendo el garante de los valores democráticos y de la seguridad europea.

La UE medio sorprendida, medio atemorizada, en reunión urgente del Consejo Europeo aprobó un programa de rearme sin precedentes, de nada menos que 800.000 millones de euros en cuatro años, con el compromiso de alcanzar el 2% del PIB en gasto militar en 2029. En estas, Enmanuel Macron ha encontrado el momento para mostrar el liderazgo de Francia en materia de Defensa, reivindicando el carácter de única potencia nuclear de la UE, y ofreciendo su magnánima protección. En París se reunieron, el martes 12 de marzo, 30 jefes de Estado Mayor de Defensa de países europeos y, al día siguiente, las cinco potencias principales europeas: Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Polonia

El actual contexto geopolítico ha evidenciado la debilidad europea en materia de defensa; en la que los países ibéricos destacan por ser los más frágiles de todos. Es decir, somos los más débiles entre los débiles en materia de seguridad y defensa. España gasta el 1,28% de su PIB anual y Portugal el 1,55%, alejados del compromiso asumido de alcanzar el 2%. Francia gasta el 1,9%, Polonia el 2,4%, Estados Unidos el 3,5%, y Rusia el 4,1%, por poner algunos ejemplos.

¿Pero es realmente un problema gastar relativamente poco en el ejército? ¿Estamos obligados a gastar más en tanques, drones, aviones de combate, sistemas antiaéreos? ¿Se recuperará el Servicio Militar Obligatorio? ¿Verdaderamente estamos amenazados por Rusia? ¿La península ibérica, España y Portugal, pueden confiar su defensa al resto de los países occidentales?

Las preguntas anteriores son las que no se están contestando y ni siquiera planteando, por lo menos de manera consecuente. El mandato europeo de gastar más, aprobado por todos los países, parece no tener contestación más allá de los partidos más escorados a la izquierda.

Creo que es completamente necesario que esas preguntas se puedan debatir en el Congreso, que el debate sobre seguridad y defensa se haga con profundidad y desde una óptica nacional e ibérica, no solo presupuestaria y noreuropea.

Durante décadas el gasto militar se ha ido reduciendo en proporción al peso económico de los países, tanto en España como en Portugal, sin por eso dejar de tener unos ejércitos funcionales y cumplidores en las diferentes misiones de paz encomendadas por la ONU. La contribución de España y Portugal al orden internacional ha sido correcta. Ahora el presidente americano nos recuerda que gasta mucho en nuestra defensa. Sinceramente siempre he percibido la presencia del Ejército americano en suelo ibérico como una sumisión a un poder imperial, que facilitó la permanencia en el poder de los dictadores Franco y Salazar.

La amenaza del comunismo primero y de la Rusia de Putin después, es relativamente pequeña en la península ibérica; quizá nos podríamos defender de ella sin endeudarnos hasta las cejas. Conviene recordar que los Estados Unidos no nos libraron de los nazis, ni de los comunistas. Liberaron Francia, Países Bajos, Dinamarca, o Suecia, pero no a Portugal, ni a España; por estos lares soportamos 30 largos más de dictadura y de bases americanas.

Europa y Estados Unidos nos van a obligar a gastar para defendernos de la Rusia de Putin, y no nos van a dejar opinar; solo se trata de ver que vamos a pagar.

Otra cuestión capital es la contrapartida que deberíamos exigir para tener garantizada la seguridad, frente a otros hipotéticos enemigos. Actualmente Marruecos reclama a España Ceuta y Melilla, mirando con indisimulada codicia a las Islas Canarias. Cierto es que actualmente las relaciones con el país de Magred son buenas, desde el inopinado cambio de postura del presidente Sánchez respecto al Sáhara Occidental, pero si España tiene alguna amenaza territorial y de Seguridad ésta se encuentra en su flanco sur, de donde también llega el narcotráfico y fue origen del atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en los trenes de Madrid. ¿Podemos esperar de la UE respaldo ante un conflicto con Marruecos? Quizá sí, pero las dudas son muchas.

La Alianza Ibérica, proclamada con cierta timidez por los gobiernos, tiene una dimensión en Seguridad y Defensa que recoge el Tratado de Amistad, donde Portugal y España se refieren a un “diálogo político-estratégico regular”,  además de a “una cooperación estrecha entre las fuerzas armadas y en el terreno de los equipos e industrias de defensa, con los objetivos de reforzar la interoperabilidad en múltiples campos, desarrollar capacidades conjuntas y, siempre que sea posible, defender intereses comunes en el marco de las Naciones Unidas, la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)” para lo cual los países ibéricos “trabajarán para articular la participación en operaciones y misiones de paz, (…) una participación conjunta, siempre que sea posible”.

Se plantea pues una alianza militar reforzada, a la establecida de manera multilateral en el seno de la OTAN, reforzada por el diálogo bilateral, encaminado a la industria de defensa y a la participación conjunta en misiones de paz.

En el contexto actual los países ibéricos deben actualizar una posición común frente a las exigencias de la UE, buscando ciertas matizaciones y exigiendo garantías de seguridad en el flanco suroccidental. La invisibilidad de una posición conjunta frente al actual desafío debilita a la península, cuyos intereses estratégicos específicos no son tenidos en cuenta.

Pablo Castro Abad

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