El Trapezio

Rubem Barboza: Doble libro sobre el (neo)barroco y el iberismo de Brasil

El funeral del papa jesuita, argentino de vocación franciscana y de compromiso con la lusofonía, nos ha recordado la hipótesis de la proyección universal y transhistórica del barroco y del iberismo. El pasado siempre vuelve o, mejor, nunca se ausentó. Como dice Ortega y Gasset, en La rebelión de las masas (1930), sería más fácil que con un simple “No” aniquilásemos el pasado, sin embargo, no es posible porque la esencia del pasado es su capacidad de “retorno”. No se trata, por tanto, de la difusa rima o la mera repetición desde lo trágico a lo caricaturesco. El pasado es un elemento que vive entre nosotros, que flota en el ambiente. Ortega advierte que “si se le echa, vuelve, vuelve irremediablemente. Por eso su única auténtica separación es no echarlo. Contar con él. Comportarse en vista de él para sortearlo, para evitarlo. En suma, vivir a «la altura de los tiempos», con hiperestésica conciencia de la coyuntura histórica. El pasado tiene razón, la suya. Si no se le da esa que tiene, volverá a reclamarla y, de paso, a imponer la que no tiene”.

El pasado conspira y se venga si se le ignora. Por suerte, en esta ocasión, el bumerán que nos viene del pasado -exactamente 25 años después- es la obra magna del profesor brasileño de Filosofía y Politología Rubem Barboza Filho, agotada en todas las librerías de segunda mano de Brasil: Tradição e artifício: iberismo e barroco na formação americana. Junto a la misma se publica un segundo libro, también en Ateliê de Humanidades, totalmente actual: Sinfonia barroca: o Brasil que o povo inventou. Hace dos años entrevistamos al autor en EL TRAPEZIO TV y poco después lancé un debate sobre la posibilidad de un giro neobarroco, como paradigma interpretativo iberoamericano en la web de Ateliê de Humanidades, un casi-manifiesto publicado en español y portugués. En un momento de crisis del decolonialismo y de las biografías de los decolonialistas por exceso de moralismo, conviene hacer una recapitulación y balance. En ese sentido, José Antonio González Alcantud acaba de publicar Sur poscolonial. Ensayos críticos y políticos en la editorial Hojas de Hierba.

La paradoja es que la vuelta del pasado tiene que servir para aligerar la carga de los determinismos históricos y no para aumentarlos. De esto algo hemos reflexionado en el libro Américo Castro, pensador errante entre América y España. En los prólogos de los libros de Barboza encontramos algunas respuestas. Como dice Felipe Maia, “el entendimiento de las contingencias del pasado tiene un efecto de apertura del futuro”. Es decir, una mayor libertad de acción. Luiz Werneck Vianna afirmó que “Brasil es lo que es más la interpretación producida sobre él desde que aquí se creó vida reflexiva”. El pasado no es una maldición o una trampa, sino que es un recurso para recrearlo en lo que “haya mejor en sus tradiciones”. Se puede aprender del barroco de las élites y del barroco del pueblo. André Magnelli, al que debemos el acierto de la publicación hoy del doble libro de Barboza, considera que “somos barrocos. Y tenemos mucho que ganar al asumirlo como fuente de potencia.  Más aún porque construimos un barroco diferente entre nosotros. Si Tradição e artifício se termina con poco desarrollo sobre nuestra América, la expectativa por más es atendida ahora en Sinfonia barroca: o Brasil que o povo inventou. Después del ‘barroco de Estado’, erigido de arriba a abajo, se aborda la historia de un barroco popular, de abajo a arriba”.

Como comento en el artículo Neobarroco: del naufragio al pragmatismo persuasivo de Rubem Barboza de la revista Imago Crítica, que contiene un dossier especial sobre el barroco, el repudio del pasado -en Brasil- necesariamente implica el repudio al pueblo común y mestizo, que fue protagonista de una sociedad original, dinámica y barroca en los primeros siglos de (auto)colonización. Esta mutilación de la conciencia histórica creó las bases de una modernización política, económica e historiográfica antipopular.

Como remedio a todo complejo de inferioridad de izquierda o derecha, vuelve Tradição e artifício, que servirá para establecer puentes entre diferentes burbujas ideológicas y fronteras nacionales iberoamericanas, en medio de un nuevo naufragio de las izquierdas derivado del maremoto múltiple de varios -ismos (el trumpismo/bolsonarismo, los bolivarianismos quijotescos y rusófilos, el economicismo, el adanismo y el cosmopolitismo anti-tradición, entre tantos otros). Todo esto ha hecho mucho daño a la interpretación del Brasil.

Con frecuencia cuando se habla del Brasil colonia, sin descartar el uso de este término para periodos o circunstancias concretas, hablamos del Brasil barroco, que tuvo y retuvo una dinámica propia. El barroco está en la formación de Brasil; y el barroquismo en el modernismo brasileño, por lo que nadie puede evitarlo.

La historia de Brasil no es la historia de los portugueses en América; tampoco sólo la de los esclavizados o la de los indígenas, que en gran medida han sido menospreciados por muchos liberadores-paternalistas al negarles historiográficamente la capacidad de agencia. La historia de la cultura de Brasil es la cultura de todos, las ascendencias de todos, con sus desculturaciones y transculturaciones, con todas sus gigantescas contribuciones: a la adaptación, al entendimiento del otro, al aprendizaje y al conjunto del trabajo manual e intelectual que hizo desarrollar a la nación. Es el Brasil que el pueblo creó.

Entender la formación, el auge y el naufragio de la modernidad temprana ibérica es otra forma de entender el fenómeno de la dependencia y la dicotomía latinoamericana entre occidente/oriente. Se trata de comprender esa intrahistoria antes de desear parecerse a civilizaciones de matriz no-ibérica, ya sea anglosajona, rusa, norte-centro europea o asiática, por razones de desarraigo compulsivo. Con gran acierto y valentía, en el capítulo de la constitución histórica de la Iberia medieval, Barboza ha incluido “Al-Ándalus”, periodo que muchos -de diversa ideología- quieren extirpar.

Para buena parte de la izquierda, “la cultura” es la farándula comprometida con un papel paternalista de vanguardia política. Sin embargo, “cultura” puede ser entendida como todo conocimiento que accedemos, (re)producimos y legamos. Desde lo universal a lo local, las culturas se distribuyen, se yuxtaponen y se mezclan en diferentes áreas y espacios civilizatorios postimperiales e imperiales. La cultura fluye y se acumula como un gran capital que se hereda y recibe una generación tras otra. Es, por tanto, el medio por donde operan los lenguajes, así como los sentidos y sinsentidos de la política y la vida cotidiana. Esta “cultura”-con sus subculturas- está más omnipresente que la economía o la farándula, con las que también se interrelaciona.

Tanto revalorizar la cultura producida en el seno de la raíz civilizacional iberotropical, como recuperar a autores ibéricos, nos ayuda a reequilibrar los análisis, desde la necesidad de leer a todos, sin excepciones geográficas, depurando la ingestión acrítica de leyendas negras y equívocos. A la izquierda le convendría revalorizar o reinventar lo que haya de comunitarista en el catolicismo barroco cultural brasileño, desde un espíritu crítico, pluralista y franciscano. Esto también puede ser un antídoto para reconstrucciones ultranacionalistas homogeneizadoras.

El iberismo (neo)barroco nos ofrece un paradigma interpretativo iberoamericano que no podemos desaprovechar. Como español diré que cualquier interpretación de Iberia, es decir, de España y Portugal, por parte de un brasileño suele ser constructiva, dado el tamaño del país, su intenso iberismo cultural y su pasado imperial. Si sumamos esto, a la perspectiva de Rubem Barboza Filho que domina los debates del “ser” y del “estar” de España y Portugal, la obra nos ofrece un ángulo que nos ayuda a ver con claridad nuestra propia tierra, cuyas raíces son compartidas por todos los iberoamericanos. Este iberismo metodológico, visto desde Brasil, es garantía de equilibrio luso-español, sabiendo que el mundo luso e hispano tiene tantas diferencias como similitudes, tantas desconfianzas como admiraciones, en el camino de una necesaria integración geopolítica panibérica.

El iberismo en Brasil ha sido tratado por muchos, pero recomendaré al politólogo brasileño Vamireh Chacon, temprano discípulo de Gilberto Freyre, con su propio estilo, desarrolló un iberismo cultural y geopolítico, todo terreno, transdisciplinar y multinivel. En concreto, en 2005, publicó A Grande Ibéria: Convergências e divergências de uma tendência. También podemos mencionar, desde el orgullo iberobarroco por la épica del gran Sertão, el escritor Ariano Suassuna, que afirmará: “O fato histórico que deu origem à Cultura brasileira foi bem semelhante àquele que teve como consequência a formação da Cultura medieval ibérica. Lá, foram os Povos chamados de ‘bárbaros’, que, ao reinterpretar e recriar a Cultura greco-romana, criaram a Cultura medieval. Aqui, foram os Povos negros e vermelhos -significativamente também chamados ‘bárbaros’- que, ao recriar a Cultura barroco-ibérica deram origem à Cultura brasileira a qual, principalmente entre o Povo, mantém seu núcleo ligado àquilo que, à falta de uma palavra melhor, nós chamamos de medieval”.

El pasado siempre es mejor aceptarlo crítica y humildemente en su integridad y en sus paradojas, como un regalo de todos los antepasados. Rubem Barboza se indigna con razón de que nuestras izquierdas y nuestras derechas estén imitando el canon estadounidense del “identitarismo gótico”. Una forma de superarlo es asumiendo un pragmatismo (neo)barroco. Por ello, también debemos descartar al quijotismo bolivariano. En ese sentido, es mucho más fértil el pragmatismo de Sancho Panza que el idealismo de Don Quijote, a no ser que al ingenioso hidalgo le interpretemos irónicamente. Si después del naufragio postimperial y postmoderno, nos metemos en un laberinto teórico infinito, el pensamiento no avanza. Con Barboza avanzamos, ofreciéndonos una interpretación del Brasil donde la plasticidad tropicalista no es sólo lusa o ibérica, sino también africana e indígena.

Tradição e artifício: iberismo e barroco na formação americana de Rubem Barboza Filho constituye un manual muy útil para alumnos de Historia Ibérica -una vieja asignatura que queda en algún centro de estudio en Brasil- o para cualquier interesado en la interpretación filosófica, política y antropológica de la civilización lusobrasileña e iberoamericana. La feliz noticia es que los lectores de hoy tendrán la oportunidad de disfrutar una casi segunda parte de la obra, escrita bajo el panorama del año 2025, con más bibliografía neobarroca: Uma sinfonia barroca: o Brasil que o povo inventou.

La sinfonía barroca de Rubem Barboza Filho nos propone superar el dualismo modernidad/tradición, optando por un tercero excluido asociado al barroquismo mestizo: el Brasil comunitario y democrático, por ejemplo, se me ocurre, el Brasil de las Festas juninas y de Zeca Pacodinho. Una fraternidad muy del gusto del Papa Francisco.

Pablo González Velasco

NOTA: El libro, de momento, sólo se puede comprar en Brasil. Más adelante se ampliará a otros países y es posible que haya, en el futuro, una traducción al español.

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