El Trapezio

Trump: próxima estación América Latina

Encauzadas otras prioridades en política internacional, llega el turno para América Latina en la Casa Blanca. El Salvador, el Caribe bolivariano, México, Perú o Brasil serán protagonistas de la nueva vieja política trumpiana. Con la vuelta de las áreas de influencia y, consiguientemente, de la doctrina Monroe y la política del Gran Garrote, en breve se abrirán los frentes de guerra caliente y fría. Habrá distintos tratamientos de choque para diferentes áreas de América Latina. Hay varias preguntas al respecto: ¿Trump sólo quiere expulsar la influencia de China y desestabilizar gobiernos no-serviles o también tratarán de presionar para expulsar económicamente a la UE de la región? ¿Sancionarán a aquellos países que mantengan relación con Cuba, Venezuela y Nicaragua?

Sin el brazo de la USAID para sus guerras híbridas y políticas de prestigio, la desestabilización vendrá a través de la plataforma X, la amenaza arancelaria y la intimidación armada, con diferentes niveles de intervención. Los aranceles tienen un doble uso de disciplina interna y externa, básicamente para arrancar medidas a su favor y la vuelta de sus empresas nacionales. La guerra interna entre los cubanoamericanos y los conservadores con “fascinación homoerótica” -en palabras de Boris Johnson- por hombres fuertes, en el seno de la administración, puede afectar a la agenda de desestabilización de Gobiernos de América Latina. La pieza central de la discordia interna es qué hacer con Nicolás Maduro. Parece que el consenso interno inicial es asociarlo a la organización criminal venezolana Tren de Aragua para darle un tratamiento especial en sanciones, como una excepción en la doctrina general del uso transaccional de las sanciones y de respeto a los hombres fuertes. Asimismo, les sirve como pretexto para una (amenaza de) intervención.

Cuba es una línea roja para Marco Rubio, que está intentando sacar la cabeza después de que Elon Musk le interviniera la USAID (y otras agencias), que financiaba a gente de todo el espectro político y cultural (incluida Radio Martí cuyos empleados están en baja administrativa), lo que resta poder blando a la administración Trump, porque simplemente con apoyo directo a sus sucursales trumpistas no se hace una política de influencia eficaz. Si Marco Rubio y Trump liberan a Cuba, a cambio de algún tipo de sometimiento económico permanente, vendrían a dar la razón a la narrativa de la Revolución Cubana.

Si lo que quiere Trump es exportar su “revolución”, como hizo en su día Cuba, el peligro para caer en dictaduras, dictablandas o guerras civiles, digitales o sangrientas, es muy posible para América Latina. Brasil está viendo las orejas al lobo cuando tiene que meter a su propio lobo (Bolsonaro) en la cárcel después de respetarle su libertad durante el proceso de enjuiciamiento por intento de Golpe de Estado; intento porque fracasó por falta de fuerza y no por falta de voluntad. Bolsonaro y los suyos también son acusados de planificación y autorización de magnicidios.

Brasil está negociando la cuestión arancelaria entre bambalinas siguiendo la estela de México. Y, Panamá, parece, que se quedará solita y tendrá que aceptar la presencia militar “amistosa” de Estados Unidos y vender -por orden de Trump- los puertos gestionados por chinos de Hong Kong a BlackRock (¿No eran antiglobalistas?). El puerto peruano de Chancay, gestionado en un 60% por una empresa china, puede ser un objetivo de la administración Trump, dado que es un punto logístico estratégico entre China y América Latina.

Muchos latinoamericanos que critican a la UE por falta de musculatura militar y acción conjunta soberana deberían mirar a su propia región y hacer algo. América Latina es territorio de paz entre naciones, sin embargo es un territorio belicoso entre narcotraficantes y paramilitares, que provoca subidas de “gasto militar” para las policías, así como el golpismo militar interno ha vuelto a ser un factor tóxico real. El putinismo de izquierda por vía del tradicional prosovietismo ha amanecido con un compañero incómodo de cama: el trumpismo. Con la brocha en la mano, veremos como salen de esa situación cuando comience la política de hechos consumados en América Latina. Muchos critican que se aumente el bajo gasto militar en la UE, cuando no critican el elevado gasto militar de otras potencias militares como Rusia.

Con la Unión Europea soy más optimista que hace unos meses, dado el nivel de consenso para crear una irreversible autonomía estratégica liderada por Francia, sobre la base de una industria europea y no de compras a Estados Unidos. ​Atrás queda la UE de Merkel, blanda con Rusia y Estados Unidos, y dura con los países del sur. Trump está dispuesto a violar el artículo 5 de la OTAN para hacerse con Canadá y Groenlandia. Recordemos la importancia de Quebec para Francia. De hecho, han enviado un submarino nuclear a la zona. La UE está respondiendo a los aranceles de Trump con aranceles inteligentes que afectan a los Estados trumpistas (de EE.UU), para que presionen a favor de la retirada de los aranceles desencadenantes de la respuesta.

China debería abrir (más) su mercado interno al mundo si quiere substituir a Estados Unidos como garante de las reglas de la globalización y el orden mundial. No estaría de más convocar una Asamblea de la ONU para que todo el mundo le pusiera un arancel simultáneo a Estados Unidos. El mercado estadounidense es lo suficientemente grande como para no despreciar su poder de daño, pero ellos tampoco pueden despreciar el mercado del resto del mundo. Y, la autarquía, los españoles sabemos muy bien hasta dónde llega, hasta Franco aprendió la lección. Por otro lado, parece muy difícil que el Gobierno Trump logre quitarse el déficit comercial sin afectar al dólar como moneda de reserva, más si cabe viendo cómo está tratando a sus aliados. Todavía hay dudas sobre hasta qué punto quiere (y puede) depreciar al dólar.

Pedro Sánchez ha afirmado: “Lo importante es gastar mejor y gastar juntos. O si me lo permiten, invertir mejor e invertir juntos. ¿Eso qué significa? Significa que probablemente, no es seguro, para cualquiera de las sociedades del este o nórdicas o bálticas en nuestro continente, la amenaza exija de una respuesta donde la disuasión descansa sobre todo en la inversión en defensa. Pero en el caso de España no es así. La amenaza nuestra no es una Rusia que lleve sus tropas por los Pirineos, a la península ibérica. Nuestra amenaza cuando hablamos de Rusia es una amenaza más híbrida. Es una amenaza en la que haya ciberataques y, por tanto, lo que tenemos que hacer es no hablar solamente de defensa, sino fundamentalmente hablar de seguridad”. No obstante, hay que tener en cuenta que el escudo antimisiles de España y Portugal fundamentalmente está en la base naval de Rota con cinco destructores norteamericanos.

Aunque temporalmente esté subiendo la tensión de cara a la negociación de la paz en Ucrania, ya todas las partes son conscientes que llega la fase de reconstrucción. Todos necesitan tiempo y un reconocimiento de una correlación de fuerzas. Ucrania como premio de consolación tiene que tener un ejército y una economía muy potente en el seno de la Unión Europea. Recordemos que el Tratado de la Unión Europea recoge la defensa colectiva: “Si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance”.

Actualmente, la CELAC está internamente bloqueada por falta de ganas y por Milei y Bukele. Paraguay ha asomado la patita y se ha llevado un resbalón en la elección del secretario general de la OEA. La próxima Cumbre UE-CELAC se espera que tenga lugar el próximo noviembre en Colombia. Otra de las grandes citas es la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, en Sevilla, entre el 30 de junio y el 3 de julio de este año, donde está prevista la celebración de una reunión extraordinaria de ministros de Exteriores iberoamericanos, camino a la Cumbre Iberoamericana de 2026 en Madrid.

Pablo González Velasco

Salir de la versión móvil