El Trapezio

¡Felicidades, Sesimbra!

Por segundo año consecutivo, nos acercamos al 4 de mayo y, de nuevo, no va a brillar como siempre. Los puestos de comida y bebida, así como los carruseles no estarán de nuevo en las calles; al menos, no como estábamos acostumbrados. Para quien no es de Sesimbra, no debe estar comprendiendo esta fijación alrededor del día 4. Para cualquier persona ajena a esta localidad, este número es el que viene después del 3 y antes del 5.

Cuando estamos hablando de personas de Sesimbra (los conocidos «pexitos»; no me hagan hablar la jerga local, pues soy una pexita de Almada, especie singular de unos 30 años), esta es una de las fechas más importantes, como el día de Carnaval y de la Fiesta de la Luz (sin olvidar, por supuesto, el 25 de abril).

Si antes cientos de personas salían a las calles, ahora las celebraciones tienen que ser mucho más recatadas. Ya podemos salir, pero como nadie quiere retroceder en el proceso de desconfinamiento (algo que está sucediendo en algunos municipios portugueses), todas las salidas y actividades tienen que meditarse varias veces. En vez de correr en masa hacia los centros comerciales, una de las grandes pasiones de los lusitanos (al nivel de las terrazas), tengan la misma vivacidad para vacunarse. Esto es lo que pedimos. Abrir para no cerrar nunca más.

El 4 de mayo, además de ser fiesta municipal, es la Fiesta de Nuestro Señor de las Chagas, santo patrono de los pescadores (villa muy ligada al mar) que, según la leyenda, llegó a la playa durante la purga católica que existió en la Inglaterra protestante. Además de esta fiesta católica, también tenemos a Nuestra Señora de la Luz, que se festeja relativamente cerca de mi casa (puedo comer muchos churros), y el Santuario del Cabo Espichel. Este santuario fue uno de los más importantes del país, estando al nivel de lo que hoy es Fátima. En este cabo, donde es pescado uno de los peces más queridos por los sesimbrenses, el pez espada negro, existe un peñón que sirvió de escenario para uno de los últimos videoclips de la Madonna, formando parte de su álbum «Madame X» (inspirado en Portugal).

El culto a Nuestra Señora del Cabo, antes de las invasiones napoleónicas, era de los más importantes de la península ibérica. Con el apoyo de la familia real portuguesa, se construyeron en este lugar, entre otros, una plaza de toros y una casa de la ópera. Actualmente, se están restaurando estos monumentos. La pregunta que les dejo es: ¿se está usando ya el dinero recaudado para el sector cultural? Sinceramente, pedir a los portugueses comprar tarjetas «rasca y gana» para ayudar a salvar la cultura es una idea sin sentido alguno. En el momento en que estamos usando la moneda para raspar ese pedazo de cartulina pensamos en el dinero rápido que queremos ganar y en los innumerables (y bellísimos) castillos que este nuestro país tiene.

Es por estas y por otras que en la última encuesta hecha la ministra de Cultura, empatada con el de Administración Interna (nadie consigue olvidar el caso del ciudadano ucraniano), ha ganado el «premio» de peor ministra del gobierno. La mejor es Marta Temido, la ministra de Salud. En el último año, esta señora ha estado presente en nuestras pantallas con frecuencia, llorando y confundida, como todos nosotros, en una situación como esta. Ahora está más desaparecida. Que ella (y nosotros) descansemos.

Volviendo a Sesimbra. Cuando hablamos de esta villa no podemos olvidar su posición estratégica, ya que está encajada entre la sierra y el mar. El mismo espejo azul que nos da trabajo y alimento (caminar por la villa a la hora del almuerzo es un auténtico regalo para el olfato) es donde nos relajamos. En otras épocas estivales, donde no había semáforos para regular quien entra en las playas, era normal oír mucho más que la lengua portuguesa en los arenales (muchas veces maldiciendo en los respectivos idiomas el agua helada helada o pidiendo una bola de Berlín para comer). El mar de Sesimbra, pueblo que fue destruido por el terrible terremoto de 1775, también enamoró a D. Carlos I. Su presencia en la villa era tan común que acabó por contribuir para la fundación del Real Cuerpo de Bomberos Locales, uno de los pioneros del país.

Subiendo al castillo, construcción desde donde tenemos una hermosa vista de lo que nos rodea, llegamos a conocer un poco más sobre nuestra historia y las raíces árabes que también tenemos (debo decir que explorar los túneles de esta construcción es un sueño que tengo desde niña, pero mi carrera de arqueología no fue adelante debido a la claustrofobia). Hablando de historia, uno de los grandes nombres de Sesimbra es el del navegante Rodrigues Soromenho, que navegó bajo las órdenes del rey Felipe I (II de España), participando en las expediciones que cartografiaron la costa americana y ayudando a dar nombre a California. Antes de la americana ya teníamos la nuestra, mucho más pequeña, uno de los puntos centrales, no sólo de los sesimbrenses, sino también de los turistas que paseaban por esta zona como si fuera Beverly Hills. Lo único que nos falta es la feria que hay en la bahía de Santa Mónica.

Con la llegada del sol, esperemos que este vuelva a iluminarnos a todos y, tan pronto como sea posible, ustedes visiten Sesimbra.

Andreia Rodrigues

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