Asentado en el punto más alto de la sierra de São Mamede, en el Alto Alentejo, a sólo 10 kilómetros de la provincia de Cáceres, el pueblo de Marvão se alza discreto, acogedor y encantador. Un lugar de cuentos e historia, no en vano candidato a Patrimonio de la UNESCO desde el año 2000, que siempre ha desempeñado un papel estratégico de defensa y refugio debido a su configuración natural.
De la gran importancia estratégica y militar
Habitado desde el Neolítico, el territorio que hoy conforma el municipio de Marvão ha sido, a lo largo de los siglos, buscado por su geografía contrastada con la seca llanura alentejana. Sus suelos ligeros y bien drenados y su microclima suave han sido siempre atractivos para los diversos pueblos que han pasado por allí. Incluso para los romanos que, en el valle de la colina donde hoy se levanta Marvão, establecieron la ciudad de Ammaia, importante centro de ocio y satélite de Mérida.
En cuanto a la colina de Ammaia, aún existen algunas dudas sobre su ocupación, pero la fortaleza construida allí en el siglo IX es el vestigio más seguro. Esta fortaleza representa la primera estructura defensiva construida en el lugar y fue encargada por el líder andalusí Ibn Marwan, que buscó refugio allí. Su nombre quedó asociado para siempre a Marvão, aunque el dominio árabe sobre la región terminó en el siglo XII con la conquista cristiana de Afonso I de Portugal.
La fortaleza fue rehabilitada sucesivamente por diversos monarcas, produciéndose la transformación más evidente durante las Guerras de Restauración de la independencia portuguesa (1640-1668). La antigua fortificación medieval se equipó con las nuevas tecnologías de la época, se amuralló en las zonas más sensibles y se convirtió en una ciudadela. Aun así, esto no impidió que la plaza fuera tomada en plena Guerra de Sucesión Española, en 1704, tras la caída de la vecina villa de Castelo de Vide. Por orden de un gobernador francés, la población fue encarcelada allí o enviada a Castilla, y algunas personas fueron ahorcadas.
Ya recuperada por los portugueses, Marvão fue objeto de un ataque sorpresa español en 1762, durante la Guerra de los Siete Años, y de otros ataques durante diversos conflictos: la Guerra de las Naranjas (1801), las Guerras Peninsulares (1808) y las Guerras Liberales (1833-1834). En estas últimas, las fuerzas españolas mostraron su apoyo al ejército liberal, desempeñando un papel importante en la conquista de Marvão a los miguelistas en 1833.
Belleza arquitectónica y natural sin igual
El Castillo y el recinto amurallado son sin duda las joyas arquitectónicas de la ciudad, pero los diversos monumentos religiosos, tanto intramuros como extramuros, son insuperables. La Iglesia de Santiago, la Capilla renacentista del Espíritu Santo, la Iglesia de Santa María, transformada en Museo Municipal, y el Convento de Nossa Senhora da Estrela son algunas de las razones por las que hacer una parada en Marvão. Sin olvidar, por supuesto, las ruinas de la ciudad romana de Ammaia.
Efectivamente, no faltan razones para visitar esta increíble región. La mejor época para hacerlo, sin embargo, puede variar según los gustos de cada visitante. El reconocido Festival Internacional de Música, que se celebra en julio en el interior del castillo, o el Periferias – Festival Internacional de Cine, en agosto, son los platos fuertes del verano marvano con una excelente oferta cultural. En octubre, la Caminata Transfronteriza permite explorar a pie el territorio que une Marvão y el municipio extremeño de Valencia de Alcántara. Aunque el momento cumbre es la Fiesta de la Castaña en noviembre: una excelente oportunidad para conocer a la gente y las costumbres locales.