Portugal: tres muertos y una ciudad confinada

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Carreteras cerradas, calles casi semidesérticas, y colas para farmacias y supermercados (donde hay hacinamiento, y donde parte de los productos comienzan a escasear). Esta es una descripción común de la mayoría de las ciudades europeas, donde la gente sólo sale para hacer lo esencial, y donde los sonidos de la naturaleza comienzan a superponerse a los de los coches.

Con 785 casos, y una tasa de internamiento del 15%, Marcelo Rebelo de Sousa emitió un decreto presidencial que impuso, a partir de la medianoche de ayer, el estado de emergencia por 15 días, aunque este periodo puede extenderse en el tiempo.

Las restricciones que se empiezan a imponer a los portugueses, que sólo podrán salir en pareja a la calle en el caso de que quieran practicar alguna actividad física, se sienten desde hace algún tiempo en Ovar. Esta ciudad, que está a pocos kilómetros de Porto, fue declarada en estado de calamidad pública hasta el 2 de abril (un estado de prevención que puede cambiarse en cualquier momento), por haber 30 infectados en esta localidad, y por haberse detectado varias corrientes de transmisión. Salvador Malaheiro, el presidente del municipio, describe esta situación como «crítica, histórica, y caótica para el municipio y el país».

Estas medidas, que son muy similares a las que ha tomado Italia en la región de Lombardía, hacen que nadie pueda entrar o salir de la ciudad, de tal modo que la ciudad queda aislada por un cordón sanitario que sólo pueden «romper» las fuerzas de seguridad; empresas que transporten bienes de primera necesidad, o residentes que quieran volver a sus hogares.

Esta situación, que puede extenderse al resto del país a partir del jueves, es descrita por quienes la viven in situ, como el «apagado de máquinas», lo que está causando que la rutina de la población se vea afectada de una manera nunca antes vista. Y los comerciantes (la gran mayoría han cerrado indefinidamente) advierten de las dificultades que están pasando, y que se extienden por todo el país; especialmente en sectores como el turismo (gran responsable del PIB nacional), la restauración y la industria.

Para intentar sortear una situación, que fue comparada por el ministro de Finanzas, Mario Centeno, como de «guerra», se ha anunciado un paquete económico que pretende apoyar, tanto a las empresas que se están desmoronando en la producción, como a las familias que no pueden pagar sus prestaciones a tiempo; debido al esfuerzo económico y financiero que se está realizando, y que puede durar en el tiempo.

Las más altas figuras del Estado piden calma y contención para el hecho de que podamos vivir un invierno más sin una vacuna que cure el Covid-19. Varios países, como China o Alemania, están realizando pruebas en busca de una posible cura, pero puede tardar varios meses en ser descubierta.

En Portugal, un estudio de la Escuela Nacional de Salud Pública (ENSP) estima que, por término medio, por cada 100 casos de Covid-19 en Italia, el país más afectado en Europa, Portugal tendrá siete casos; apuntando a un escenario grave en el territorio nacional, pero inferior al que se está viviendo, tanto en la península itálica, como en España. En comparación con el Reino Unido, la curva portuguesa es superior, pero las autoridades esperan que las medidas de cuarentena y de distanciamiento social puedan calmar esta situación, y no sobrecargar a los hospitales.

En el Servicio Nacional de Salud (SNS), que está en primera línea en la lucha contra este enemigo sin rostro, se está reforzando el número de médicos y enfermeros, con el regreso de profesionales jubilados; o la contratación, durante cuatro meses, de personal sanitario en situación de desempleo. Los hospitales de campaña comienzan a ser una realidad frente a los hospitales de referencia, y todos los días, en el S. João do Porto, los equipos son recibidos con un kit, que se compone de una máscara protectora (este tipo de material comienza a faltar, pero varias fábricas nacionales han comenzado a cambiar sus producciones habituales para centrarse en las producciones de estas máscaras o de alcohol; otra rareza en los tiempos que corren), y una botella de agua.

Numerosas empresas alimentarias están donando agua y alimentos para que estos profesionales tengan las mejores condiciones posibles. En Oporto, algunos hoteles ofrecen habitaciones para que médicos y enfermeras puedan descansar entre turnos, y el aparcamiento es gratuito. Ya en Lisboa, en el hospital Curry Cabral, se tomó una de las imágenes que demuestra el trabajo y dedicación de estos profesionales. En esta foto, que se ha compartido más de 4,5 mil veces en Facebook, un hombre y una mujer aparecen abrazados en señal de consuelo, en un período en el que no saben cuándo será el próximo descanso, o si volverán a sus hogares.

En un momento en que la Dirección General de Salud (DGS) no descarta la posibilidad de realizar pruebas de cribado del Covid-19, por si se comprueba que este es un medio eficaz en la lucha contra el virus, el número de muertes ha aumentado a tres personas.

Las últimas víctimas fueron una señora de 94 años (que se descubrió que había muerto a causa del Coronavirus, después de realizarse la autopsia), y el presidente del banco Santander, Antonio Vieira Monteiro. El banquero, que llevaba varias semanas enfermo, contrajo la enfermedad cuando se fue de vacaciones a Italia con sus dos hijos. Vieira Monteiro llegó al máximo puesto del Santander en 2019, después de la salida de António Horta Osório.

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