La obra de Ian Gibson (Dublín, 1939) es amplia. El hispanista es conocido internacionalmente por sus biografías de Federico García Lorca, Salvador Dalí, Antonio Machado y Luis Buñuel. Se instaló en Madrid con su familia en 1978 y en 1984 le fue otorgada la nacionalidad española por el Gobierno de Felipe González. Entre sus muchos ensayos publicados figuran En busca de José Antonio (1980), La noche en que mataron a Calvo Sotelo (1982), Paracuellos, cómo fue (1983) o Aventuras ibéricas (2017), y las novelas Viento del Sur (2001), Yo, Rubén Darío (2003) y La berlina de Prim (2012). EL TRAPEZIO ha entrevistado a Ian Gibson, una oportunidad que le ha servido para conocer el proyecto de la primera plataforma mediática ibérica.
¿Por qué cree que el puzle peninsular encaja con su propuesta de República Federal Ibérica?
Creo, siguiendo a Pessoa, Ribera i Rovira, etc., que es la única manera de conseguir que la Península Ibérica en su totalidad desarrolle, en fraternal colaboración, sus inmensas posibilidades culturales, medioambientaless, económicas…
¿Qué pueden aprender los portugueses de los españoles? ¿Y los españoles de los portugueses?
Mucho, muchísimo en ambos casos, como vecinos que son y que se expresan en idiomas procedentes de la misma raíz, el latín vulgar (con la excepción del euskera). Si estamos de acuerdo en que, como seres humanos, lo único que nos salvará es la cultura, el que los portugueses desconozcan mayormente la literatura española, que supongo es el caso, y los españoles la portuguesa, es una situación triste. ¡Siendo vecinos! Cuántos españoles de hoy disfrutan Os Lusíadas?, por ejemplo? ¿Cuántos portugueses el Cantar de mío Cid o Tirant lo blanch? A mí el concepto de “madre Iberia” elaborado por Pessoa me parece absolutamente genial. Hay que amarla en su integridad, sentirse orgullosos de ser sus hijos y cuidarla, como tales, en todos sus aspectos. ¡Viva la ibericidad!
A tenor de la lectura de su libro, el iberismo, además de ser una idea política, también encierra un significado antropológico que tiene que ver con las herencias de los pueblos que pasaron, vivieron y viven en la Península. ¿Hispania, Al-Ándalus y Sefarad tendrían un peso en ese referente cultural o ideal ibérico?
Por supuesto que lo encierra. Entre los grandes méritos de Pessoa, a mi criterio, es haber insistido en el componente semita, sobre todo árabe pero también judía, del alma ibérica, algo que rechaza la derecha española. Lo que dice el autor del Livro do desassossego en este sentido es muy contundente. Por ejemplo: “Nosotros, ibéricos, somos el cruce de dos civilizaciones, la romana y la árabe”. ¡Claro que sí! También me gusta: “Iberia: Grecia-Roma + árabe”. Si esto se rechaza estamos con la amnesia, con la negación pura y simple de la realidad histórica.
¿Ha discutido alguna vez su visión de República Federal Ibérica con un portugués no-iberista? ¿Qué argumentos tiene frente al nacionalismo narciso de las pequeñas diferencias?
No, la verdad es que no he hablado con ninguno, pero espero hacerlo cuando salgamos de este espanto pandémico. Por desgracia mi conocimiento de Portugal es muy inadecuado, no lo oculto, pues mi vida profesional me ha llevado mayormente por otros caminos. He ido siempre que he podido al otro lado de la Raya, eso sí, siempre con deleite y provecho. Frente a lo que usted denomina “nacionalismo narciso de las pequeñas diferencias” diría lo que siempre les he dicho y digo a los “indepes” catalanes: ¿por qué no pensar en toda la península ibérica y en una gran república progresista, civilizada, dialogantes, íntimamente vinculada con Iberoamérica? ¿Por qué no pensar en grande en vez de en pequeño?
¿Qué recepción está teniendo su propuesta de República Federal Ibérica? ¿Qué nivel de conocimiento tienen nuestros políticos y periodistas sobre el iberismo?
El libro acaba de salir y por el momento no he visto críticas. A lo mejor la recepción será tibia, no lo sé. Yo, de todas maneras, creo haber cumplido con mi deber. Me parece que en general el conocimiento o interés de nuestros políticos por el iberismo es más bien escaso. Tampoco se está hablando mucho de la República Federal de España, que sería el primer paso. Y eso que el alma del PSOE es federalista (ahí está la Declaración de Granada, por ejemplo, y el libro de Miquel Iceta, La tercera vía).
Las agendas nacionales suelen atropellar todos los debates ibéricos. ¿Qué recomendaría al movimiento iberista para influir más en el debate público?
Pues tesón, fe y constancia, predicando siempre las ventajas culturales y medioambientales de la propuesta. ¡La aventura de hacer juntos la revolución verde! ¡De tener una misión compartida en Europa! Y, claro, haciendo el máximo uso de las nuevas tecnologías de la comunicación para que el mensaje cale.