Los partidos a la izquierda del Partido Socialista (PS), principalmente Livre y Bloco de Esquerda (BE), barajan una alianza parlamentaria e incluso gubernativa poselectoral con el PS. La moraleja de la antigua geringonça es que si los partidos minoritarios no tienen suficiente capacidad de capitalización de los logros del Gobierno, quien gana es el partido mayoritario, como demostró António Costa con su última mayoría absoluta. Este no es un debate ajeno a la izquierda española y puede que sea una influencia en Portugal.
El partido Livre ya quiere hablar de un posible acuerdo poselectoral con el PS y ha explicitado su voluntad de entrar en el próximo Gobierno. El Partido Comunista Português ha afirmado que siempre estarán “a favor de soluciones concretas para la vida de las personas”. El BE, por su parte, ha declarado que “no es suficiente con decir que se quiere entrar en el Gobierno, sino que es necesario tener un programa concreto”. Mientras tanto, el candidato socialista Pedro Nuno Santos ha dejado claro que “lo que es importante es que nosotros ya tuvimos la oportunidad de trabajar en el pasado y trabajamos bien, pero en este momento, el Partido Socialista necesita ganar las elecciones”.
Durante las dos primeras legislaturas del Gobierno de António Costa estábamos acostumbrados al término geringonça, en un sentido de un complejo engranaje eficaz para articular una mayoría parlamentaria compuesta por varios partidos. La geringonça lusa siempre fue un apoyo externo parlamentario y no una coalición de gobierno, como sí que se ha materializado en el Gobierno de Pedro Sánchez, tras una primera legislatura monocolor.
La jeringonza española actual tiene doble vertiente, una de izquierdas en el seno del Gobierno y otra -más plural- en el Parlamento, que incluye a partidos independentistas de diversa ideología. Dicho sea de paso, sabiendo que la pluralidad interna española es diferente, en escala, a la lusa, la Constitución portuguesa no permite ni siquiera la organización de partidos regionales. Es decir, los partidos registrados necesariamente se tienen que articular organizativa y programáticamente sobre todo el territorio, a pesar de que existen dos comunidades autónomas en Portugal: Azores y Madeira. No obstante, soterradamente, algunos partidos nacionales en esos territorios funcionan con cierta autonomía, algo así como el PP gallego. Precisamente los diputados de Madeira del PSD, que se cuentan por separado en la noche electoral, han sido claves en el desempate con el PS.
Perfil de los candidatos de los tres partidos más votados
Luís Montenegro
El actual primer ministro llegó al poder tras las elecciones de marzo de 2024, pero su imagen terminó empañada en los últimos meses por un caso de presunto conflicto de intereses. En el centro de la polémica están las actividades de una empresa de prestación de servicios que fundó y que después puso a nombre de sus hijos. Para evitar responder ante una comisión de investigación parlamentaria que la oposición pretendía abrir, se sometió a una moción de confianza ante los diputados, que perdió, abriendo la vía para las elecciones anticipadas. Presidente del Partido Social Demócrata (PSD, centro-derecha), Montenegro, de 52 años, dirigía desde abril de 2024 un Gobierno minoritario tras la victoria electoral de Alianza Democrática, la coalición formada junto a la pequeña formación conservadora CDS-PP. Durante la campaña electoral, reafirmó su rechazo a gobernar con el apoyo de la extrema derecha.
Sin experiencia gubernamental previa, fue diputado durante mucho tiempo antes de ganar notoriedad como jefe del grupo parlamentario del PSD cuando la formación estuvo en el poder, entre 2011 y 2015, y se adoptaron medidas impopulares para sanear las finanzas públicas del país. Nacido en Oporto, la ciudad más importante del norte del país, este abogado de formación creció en Espinho, unos 20 km al sur, donde fracasó en las municipales de 2005. Años después, conquistó la presidencia del PSD en 2022 en su segundo intento por conseguirlo. Después, pasó dos años en la oposición antes de lograr su ambición de convertirse en el primer ministro de Portugal, tras el abrupto fin del Gobierno socialista, en el poder entre 2015 y 2024.
Pedro Nuno Santos
Ex ‘enfant terrible’ del ala izquierda del Partido Socialista, este economista de 48 años asumió el papel de jefe de la oposición desde hace un año, y supo mostrarse conciliador cuando hubo que negociar el presupuesto estatal para 2025. Después, sin embargo, se alineó con los partidos de izquierda y la extrema derecha para votar en contra de la moción de confianza al Gobierno minoritario de Montenegro. Hijo de un emprendedor de la región de Aveiro, en el norte, que hizo fortuna en el sector de los zapatos, fue durante mucho tiempo uno de los aspirantes a la sucesión del ex primer ministro socialista António Costa.
Desempeñó un papel clave como secretario de Estado de Asuntos Parlamentarios, encargado de las relaciones con los partidos de la izquierda que apoyaban el primer Gobierno de Costa. Pero, tras ascender al puesto de ministro de Infraestructuras, acabó cayendo en desgracia ante Costa al anunciar la ubicación del futuro aeropuerto de Lisboa sin contar con su visto bueno. Renunció a finales de 2022, arrastrado por un escándalo derivado del pago de una abultada indemnización por despido de una directiva de la aerolínea TAP Air Portugal, sometida entonces a un plan de reestructuración. De vuelta a la escena política, Santos aseguró que había aprendido de sus errores y achacó su impulsividad a su carácter de hombre de acción.
André Ventura
Descrito como ambicioso o arribista, este jurista de 42 años que asegura que llegó a valorar hacerse cura o escritor, alcanzó la fama como comentarista deportivo en televisión. Aprovechando su popularidad, este hincha del Benfica procedente de los alrededores de Lisboa se lanzó a la política en las municipales de 2017, dentro de las listas del principal partido de centro derecha portugués. No tardó en convertirse en una figura nacional controvertida, especialmente por sus ataques contra la minoría gitana. Tras esta polémica, Ventura fundó su propio partido, Chega (¡Basta! en portugués), en 2019. Con su discurso antisistema, contra la corrupción y las minorías, esta formación de extrema derecha se convirtió en la tercera fuerza política de Portugal, donde ningún dirigente populista había logrado destacar electoralmente desde la caída de la dictadura en 1974.