De Aliste a Monforte, de Zamora al Alentejo, de capas a capotes, el patrimonio que nos une

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Hojeando las noticias de ambos lados de la Raya, hoy me encuentro en los medios una noticia que me lleva a coger la pluma, que tengo oxidada desde hace un tiempo por mor de los quehaceres diarios y la urgencia de otros asuntos.

«Un ingeniero civil patenta el capote alentejano, y amenaza a artesanos con demandar por violar sus derechos exclusivos de fabricación y venta.»

¿Creen que es un chiste? Pues no lo es.

Los ánimos están caldeados entre los artesanos que llevan fabricándolos en esta zona desde tiempo inmemorial, y que no pueden entender como tal disparate ha podido ni siquiera ser admitido en la oficina de patentes.

Y es lógico. En Portugal todo el mundo conoce esta prenda, que forma parte del atuendo tradicional y que llegó a ser una prenda más del ejército portugués en la primera Guerra Mundial.

Para mí, que soy de Olivenza, también lo es. He visto por cientos entre los visitantes lusos a las corridas de toros en nuestra feria, a los turistas, y a algún que otro paisano que lustrosamente la ha lucido los días señalados.

Digo los días señalados porque, aunque esta prenda es de origen pastoril, en la actualidad goza de un gran prestigio, y son elegidas por los más potentados como complemento ideal para los días de frío.

Están elaboradas con lana merina, con un cuello en pelo y desde antiguo existían diferencias de diseño y materiales entre las que usaban terratenientes y los pastores. Los primeros las usaban teñidas de negro y hasta los pies, con el cuello en pelo de zorro. Los segundos en el color propio de la raza, marrón, y con el cuello en pelo de borrego.

Un apunte, por si lo desconocen: el vellón originario predominante de da raza merina era marrón oscuro, pero la industria se decantó por el blanco, porque facilitaba el teñido, de tal manera que, en la actualidad, la raza negra se considera en peligro de extinción.

Pero me desvío del tema. Hasta el mismísimo papa Francisco tiene un capote, en blanco impoluto, que le fue entregado por el presidente de la Cámara de Monforte en enero de 2019, Gonçalo Lagem. El papa, con su conocido sentido del humor espetó ¡Con este abrigo puedo evangelizar en el Polo Norte, que no pasaré frío!

La fotografía es tomada de la página de Facebook de la marca creadora, Carola & Borralho, una de las empresas afectada y que ha recibido la carta de los abogados del presunto dueño de la patente.

Bromas aparte, al parecer este ingeniero pergeñó este plan para patentar una prenda perteneciente al acervo cultural, de todo el pueblo, con el fin último mercantilista de cobrar una mordida a todos los que tienen sus patrones heredados de sus maestros de generación en generación, como si a él le perteneciesen.

¡No todo vale!

Estamos muy acostumbrados a este mundo movido por el capital, pero todo debe tener un límite.

¡No todo vale!

El presentador de la cadena SIC, Hernâni Carvalho, ha llegado a decir en su programa: «Este país no tiene vergüenza… El Estado Portugués tiene que defender lo que es nuestro, este Estado no tiene sentido común si deja hacer esto… Yo ya he visto copiar muchas cosas, si esto llega a China, yo me parto de risa».

Después de estas declaraciones, y de las protestas que han realizado los productores, la directora Regional de Cultura del Alentejo, Ana Paula Amendoeira, dice haber activado todas las acciones necesarias para la anulación de la patente, y estudia otros mecanismos para que cosas como estas no vuelvan a ocurrir en el futuro. ¡Ojalá se gane la batalla, por nuestro bien!

Y se preguntarán ustedes los motivos por los que hoy les hablo de este tema.

Pues simplemente porque al leer la noticia he sentido un poco de rabia, por ser precisamente un colega de profesión el aprovechado, y a la vez un déjà vu, una relación de imágenes que me han venido a la memoria, como un destello fugaz de algo ya visto o pasado. Imágenes reconocibles y relacionadas:

Ese capote que en poco difiere de la capa zamorana, cuya máxima expresión pervive en la comarca de Aliste, tierra donde se firmó aquel famoso tratado de Alcañices, que tantas repercusiones trajo para esta Iberia sumergida en cien batallas para la defensa de su letra fijadora del trazo, invisible pero férreo, de una frontera que lleva siglos manteniendo separados y puestos de espaldas a dos pueblos hermanos, por no se sabe qué oscuros intereses.

Esa capa, que mucho me recuerda y en poco se diferencia, salvo en el color y la ausencia de ornato, a aquellas que gracias a los tiempos ya no tienen que usar los miembros de la Benemérita en sus patrullas por el monte. Esas patrullas de largo tiempo bajo las inclemencias, ora a pie, ora sentado en una piedra, en busca de contrabandistas, bandoleros y furtivos, y demasiadas aquende la miserable línea.

Todas me llevan a la tierra, al campo, al pastor, a esos cuarteles que me sirvieron de hogar…

Saudades.

Y al final de todo esto, lo que queda es lo que nos une, que es mucho más que lo que nos separa, de este o aquel lado de la raya, capas y capotes, zamorana o alentejano, ¿qué diferencia hay?

Poca, el matiz del artesano. Un patrimonio inmaterial de todos y de ninguno, del que nadie debe apropiarse, y que todos debemos luchar por conservar.

Rubén Báez

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