Cada cierto tiempo emerge un agujero fantasmagórico en torno del jardín y el aparcamiento del Palacio de São Bento, sede tradicional del Parlamento portugués. Es como si algo o alguien gritase desde el sótano de la historia: ¡Estoy aquí! Este lugar está a escasos metros del Palacete de São Bento, sede del Ejecutivo, aunque allí no suele dormir -afortunadamente- el primer ministro. Son terrenos del antiguo Monasterio de São Bento, levantado en tiempos de los Felipes.
Por diferentes motivos, siempre inconvenientes a la coyuntura política y al interés nacional, no se ha querido desescombrar de forma definitiva este sótano. Otro tabú más para la colección. Se trata de la Cripta de la familia Moura, cuya cabeza fue Cristóvão de Moura, marqués de Castelo Rodrigo, el gran hacedor portugués de la Unión Dinástica Ibérica (1580-1640) en las Cortes de Tomar (1581). Hombre de confianza de Felipe II, Moura pasó a la historia como el exitoso diplomático que asumió la misión de integrar pacíficamente a las élites portuguesas en la Monarquía Hispánica.
En un original artículo (Damnatio Memoriae. A arquitectura dos marqueses de Castelo Rodrigo), el historiador Paulo Varela Gomes nos cuenta que, el 22 de marzo de 1939, los trabajadores que reparaban el alcantarillado del Palacio de São Bento “encontraron por casualidad, debajo del jardín, una galería con una bóveda de piedra”. Por curiosidad, sacaron los escombros y avanzaron por un pequeño pasillo hasta el final donde había una sala subterránea de 80m² y 6 metros de altura. Encontraron dos escudos de armas en piedra [que ahora están en el museo del Parlamento] y, en las paredes, dos grandes losas verticales con dos textos grabados del siglo XVII donde se explica que ese es el panteón familiar de los Moura y donde se menciona explícitamente a Cristóvão de Moura, como pueden comprobar en las imágenes.
En el archivo online da Torre do Tombo, podemos observar, con gran nitidez, varias fotos realizadas in situ por el periódico lisboeta O Século. En la primera página de su edición del 24 de marzo informará que “bajo el palacio de la Asamblea Nacional se descubrió un panteón-capilla que fue cripta” de Cristovão de Moura, calificado de “traidor por nuestros historiadores”. Este hallazgo, realizado un año antes del tercer centenario (1940) de la Restauración de la independencia, era del todo inoportuno. En una de las fotos se observa a dos personas mirando lo que podría ser un nicho abierto.
Por otro lado, el frontal del altar del viejo y desaparecido monasterio está en el Museu Nacional de Arte Antiga. La huella arquitectónica de los Castelo Rodrigo en Lisboa fue importante, pero muy poca cosa sobrevivió al terremoto de 1755 y a las remodelaciones. Baltazar Álvares (1560-1630), arquitecto portugués, muy cercano a Cristóvão de Moura, intervino en los Mosteiros de São Bento y de São Vicente de Fora, la Sé Nova de Coímbra y el Palacio Corte Real.
Después de 1640, Moura se convirtió en un personaje maldito y proscrito del que quedó poca memoria y del que casi nadie se quiso acordar. Por suerte, últimamente se están realizando algunas investigaciones. Teresa Parra da Silva, responsable por la División Museológica del Parlamento portugués, y en concreto, responsable por los estudios de la citada cripta, afirma que “Los 1ºs Marqueses de Castelo Rodrigo (Cristóvão de Moura y Margarida Corte-Real) no llegaron a ser allí sepultados”. Es decir, sus restos no están, ni fueron profanados. Y, entonces, ¿dónde están?
El profesor Santiago Martínez Hernández apunta a que los restos los primeros marqueses de Castelo Rodrigo permanecieron temporalmente “en el Convento de São Francisco de Lisboa mientras concluían las obras del panteón de la capilla mayor de São Bento adquirida por su hijo Manuel de Moura. El segundo marqués manifestó en su testamento (1630, redactado antes de partir hacia Roma como embajador) y el posterior codicilo (1651), su deseo de ser enterrado en São Francisco –junto a sus padres y sus abuelos paternos– si cuando tuviera lugar su muerte no se había concluido aún la obra de la cripta. Las obras quedaron interrumpidas desde diciembre de 1640 y aunque algunos mármoles llegaron a Lisboa, el panteón (redescubierto en 1940 y 2010) quedó inconcluso. Creo que los restos de D. Cristóvão y D.ª Margarida no se movieron nunca de São Francisco y desaparecieron con el convento durante el terremoto de 1755”.
Teresa Parra da Silva, conservadora de museo de la Asamblea de la República, ha anunciado que está a punto de salir un libro (que ya lleva año y medio de retraso) sobre la historia del edificio tanto del Mosteiro como del Palácio de São Bento, incluyendo documentación inédita y abordando la intrahistoria de la cripta. Personalmente, estaba esperando a que apareciera el libro para escribir este artículo, pero dada la demora, publicaré otro como reseña cuando salga a la venta. La expectativa es alta para ver si realmente en 2010 se hizo algún tipo de trabajo arqueológico en el lugar y si se ha encontrado documentación nueva.
Por otro lado, considero importante que la Embajada española en Portugal o alguna institución española de peso se interese por la memoria de Cristóvão de Moura, presionando para que ese sótano se convierta en “visitable” y, por otro lado, realizar obras arqueológicas en la Casa Capítulo Incompleta (no confundir con la Sala Capítulo) del Convento de Cristo en Tomar, así como buscar vestigios entre las abundantes piezas que hay en sus almacenes. Más si cabe porque, aunque la Casa Capítulo estaba incompleta, el famoso terremoto pudo desprender alguna pieza. Quién sabe si se puede encontrar la pieza alta que mandó inscribir Felipe II: Hic tibi requies Hispaniae certae laborum. hic surgunt dextras vtraqve regna suas. Asimismo, sería oportuno realizar una reconstrucción virtual 3D sobre lo que fueron aquellas cortes y su puesta en escena. Hay suficientes crónicas (incluso un croquis) para realizar un documental.
Alguien debería aclarar qué itinerario histórico tuvo la cruz que Felipe II regaló al Convento de Cristo que hoy está en la Catedral de Lisboa. Resistió al tiempo, al terremoto y al antiespañolismo. En 2031 se cumplirán 450 años de aquellas Cortes. El Auto de las Cortes está datado en el día 20 de abril y los trabajos duraron hasta el 27 de mayo. A lo largo de ese tiempo hay constancia de que Cervantes pasó por la ciudad de Tomar. El juramento a Felipe II como I de Portugal fue el 16 de abril de 1581, y no el 15 de abril como se suele repetir año tras año en Twitter; imagino que por la inercia de quien maneja un calendario de efemérides erróneo.
Gracias a la labor de las nuevas corrientes historiográficas, tengo la esperanza de que pronto veremos desescombrar algunos tabús de la vida portuguesa. Y que el fantasma de Cristóvão de Moura descanse en paz.
Pablo González Velasco