El sur de Europa en venta y gentrificado

Comparte el artículo:

Venecia cobrará 5 euros de entrada a los turistas; en Portugal la carestía de la vivienda obliga al Gobierno a un paquete de medidas (Mais Habitação) de apoyo al acceso a la vivienda; en España se anuncia la compra por parte del Gobierno saudí del 9% de Telefónica, la empresa insignia de las telecomunicaciones del país.

Noticias de la semana pasada que -del tipo- se vienen repitiendo de manera constante desde la década del 10. Los países del sur de Europa se han quedado anclados en un sistema productivo basado en el turismo de masas y atrapados en una situación geoestratégica periférica de su contexto natural que es la Unión Europea. Una Unión Europea que a su vez se debilita frente a las potencias emergentes de Asia, China, India o la propia Arabia que, además de comprar Clubes de Fútbol y contratar estrellas más o menos decadentes, adquiere empresas estratégicas sin ningún esfuerzo.

La cuestión de la vivienda en Portugal está imposible. En la capital de un país centralista donde casi todo pasa por Lisboa el precio mínimo que se paga por un alquiler de un apartamento T1 está cerca de los 900 euros, una cantidad que supone prácticamente el 100% de los salarios a los que pueden acceder los jóvenes del país. En la práctica los jóvenes, y no tan jóvenes, solo pueden alquilar habitaciones, generalmente compartidas, por un precio de unos 250 euros. El Gobierno ha presentado la semana pasada el paquete Mais Habitação, a través del cual se pueden obtener ayudas de hasta el 50% de la renta con un importe máximo de 200 euros. Las medidas del Gobierno son paliativos a un problema que tiene su base en la conocida gentrificación que es un proceso a través del cual se desplaza a los habitantes “originales” por la llegada de otros que tienen un poder adquisitivo mayor. Este proceso en Lisboa y en casi todas las ciudades de interés turístico, o simplemente con buen tiempo, de Portugal, España e Italia, está motivado en parte por el turismo que acapara las viviendas de la ciudad pagando un precio más alto. También por la llegada de los “nómadas digitales” que llegan a las ciudades con salarios muy superiores generados en países del norte. En el desorbitante precio de la vivienda influye además una inversión global de cariz especulativo.

El Ayuntamiento de Venecia decidió cobrar 5 euros a los visitantes que no pernocten en la ciudad. Es una medida de segunda generación de la gentrificación. Venecia se ha venido vaciando de venecianos desde hace décadas, pasando de 174.000 pobladores en 1950 a unos 50.000 en la actualidad. Una vez expulsados la mayoría de los habitantes permanentes se trata de favorecer a los turistas que pernoctan, frente a las legiones de turistas que visitan la ciudad durante unas horas provocando una permanente aglomeración en las calles.

En España hemos conocido que la empresa pública “Saudí Telecom” propiedad del no democrático Gobierno de Arabia Saudí podrá convertirse en el accionista mayoritario de Telefónica de España S.A.

Telefónica es una de las pocas multinacionales de capital español con una importante presencia en casi toda Iberoamérica y en los más importantes países de Europa; la empresa de origen público fue privatizada durante los años 90 en plena efervescencia del neoliberalismo. El precio a pagar por Arabia es de 2.100 millones de euros, cantidad que equivale a unos 20 días del gasto en petróleo de España.

El proceso si finalmente se completa significa que una empresa que era pública y, por tanto, propiedad en último término de todos los españoles, vuelve a ser una propiedad pública, pero de Arabia Saudí.

Estamos asistiendo a un proceso de expulsión, poco a poco, de lo que significa un país (sus ciudadanos, sus empresas, la capacidad de decisión de su Gobierno) de su propio país. 

Un proceso de gentrificación y venta que parece imparable. No obstante, aún hay mecanismos de soberanía nacional que pueden hacer frente al fenómeno. Son necesarios políticos con ideas, decididos y valientes capaces de por ejemplo frenar la venta de Telefónica. La cuestión de la vivienda ya está en un punto de “no retorno”. Las medidas de los Gobiernos por mucha buena voluntad que transmiten, y sin minusvalorar su capacidad puntual para paliar el problema, son totalmente insuficientes y no van a la raíz del asunto.

Las reglas del juego económico deben de ser alteradas si no queremos convertirnos en una inmensa Venecia.

Noticias Relacionadas