Extremadura, como era de esperar, se mantiene en los últimos puestos del ranking entre todas las comunidades autónomas españolas en lo que respecta a calidad e innovación de su oferta cultural, según el Informe de Lo Mejor de la Cultura en 2023 realizado por el Observatorio de la Cultura. Se halla en el puesto número 14, dos por debajo del año anterior. De nuestras ciudades, solo Cáceres y Mérida aparecen entre las cuarenta “más culturales” del país, en los puestos 16 y 30, respectivamente. Aviso a navegantes: ni que decir tiene que ello es insuficiente para optar a Capitalidad Europea de la Cultura.
Eso sí, hay que resaltar que entre nuestras propuestas culturales siempre tuvo un lugar destacado a nivel nacional el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y que, en los últimos años, también ha conseguido hacerse hueco entre “los grandes” el Museo Helga de Alvear de Cáceres, puestos 16 y 26 del ranking. Tras estos dos buques insignia, otros cacereños y emeritenses se muestran interesantes a ojos del Observatorio de la Cultura: el Festival de Teatro Clásico de Cáceres, el WOMAD, el Museo Vostell (aunque de Malpartida, para ser justos) o el Museo Nacional de Arte Romano. Es decir, las seis propuestas culturales mejor valoradas de Extremadura están repartidas en las dos ciudades Patrimonio de la Humanidad.
Y luego está el caso de Badajoz, la ciudad extremeña más importante desde el punto de vista demográfico. No aparece entre las “urbes culturales”, pero algunas de sus propuestas se asoman en el ranking de lo mejor de Extremadura: Festival Internacional de Jazz, Festival de Flamenco y Fado, Festival Internacional de Teatro, el MEIAC o el Hospital Centro Vivo. A lo que se suman otras propuestas generales de la provincia -D’Rule Artistas en el Territorio, BAdeCirco- y particulares de algunos pueblos badajocenses -Festival Nacional de Teatro Vegas Bajas de Puebla de la Calzada, el Contempopránea de Olivenza o el Siberiana de Tamurejo-. Recálquese el mérito de lo que acontece en el ámbito rural de nuestra bendita tierra.
De carácter regional podemos considerar a la Orquesta de Extremadura, el Festival de Literatura en Español que se celebró en Zafra y en Trujillo u Ópera Rural, proyecto de la Asociación de Universidades Populares de Extremadura. Del resto de la región, esto es, de la provincia de Cáceres exceptuada la capital, únicamente es resaltado el protagonismo de Alcántara, con su Festival de Teatro Clásico y con el Festival Altítere. Dignísimo.
¿Y al norte del Tajo, qué? Nada, absolutamente nada. Bueno, sí, la extensión del Festival de Teatro Clásico de Mérida en Cáparra, que no es “moco de pavo”, pero insuficiente. Sorprende, o no tanto, que Plasencia -cuarta ciudad de Extremadura- no aparezca por ningún lado. En el informe de 2022 se reseñó por la Exposición de las Edades del Hombre, pero, como también era de esperar, aquel castillo que algunos pensaron sería robusto, resultó ser de arena.
Por cierto, no hay que confundir patrimonio cultural con evento y/o infraestructura cultural. De lo primero el norte extremeño está muy bien provisto, con casi la mitad de los conjuntos histórico-artísticos de Extremadura, con monumentos principales como las catedrales placentina y cauriense o el monasterio de Yuste, con algunas de las tradiciones populares extremeñas más arraigadas, con renombradas fiestas de interés “turístico” nacional y regional o con algunos de los productos gastronómicos más selectos.
Pero de lo segundo, como decimos, no es que no existan, sino que no se destacan ni se trabaja por ello. Disponemos de eventos y festivales de música, teatro, cine o literatura -entre otras artes- interesantísimos, como el de Folk de Plasencia, el Festivalino de Pescueza, el Magusto de Carbajo, el Festival Internacional de Guitarra de Coria o el Vera Fest, el de Ecopoesía del Valle del Jerte, el de Gata Negra de Moraleja y el Gateando en Sierra de Gata, el de Tirititeros y Trotamundos de Hervás, el Certamen de Teatro Amateur “La Barraca de Lorca” de Piornal o el reciente festival de saberes Vera Creativa de Cuacos de Yuste. Hay muchos más, pero es imposible nombrarlos a todos. Lamentablemente, ninguno ha conseguido posicionarse, todavía, en los altares de la Cultura.
Sin embargo, las infraestructuras culturales del norte extremeño sí que dejan mucho que desear. Plasencia debería erigirse aquí en centro dinamizador y, seamos honestos, no lo es. Es muy buena y loable la programación del Teatro Alkázar o las actividades literarias que organiza una librería como La Puerta de Tannhäuser. ¿Se acuerdan de Centrifugados? Una pena. Y la Feria del Libro pasa sin pena ni gloria. ¿Un museo a la altura del MNAR de Mérida, del Helga de Alvear o del MEIAC? No existe en la circunscripción placentina. El Pérez-Comendador de Hervás es el único museo altoextremeño con algo de empaque. Y otros centros culturales no ponen el foco en superar el localismo ni el comarcalismo. Ojalá se “habite”, por fin, el Palacio del Cerezo del Valle del Jerte en clave cultural.
Somos pocos, muy pocos, quienes estamos interesados en la Cultura en este rincón extremeño, y no tejemos redes. No nos conocemos. Hacemos la guerra por nuestra cuenta. Y esto, para nuestra zona, es parálisis social. Sin cultura no hay Extremadura. No estamos. ¿Se nos espera? Mi mano sigue tendida.
Juan Rebollo Bote
Lusitaniae – Guías-Historiadores