Historia e historias de proximidad: un proyecto de socialización en la Raya

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Simplificando mucho, la palabra “historia” puede designar en castellano dos realidades conceptuales. En primer lugar, aquella que equivale a la narración -veraz o imaginada- de un suceso, un relato determinado, a veces asociado a la noción de “cuento”. Y, segundo, la que es entendida como la exposición de hechos y acontecimientos ocurridos en un tiempo anterior al presente, es decir, como sinónimo de “pasado”. De este último concepto deriva igualmente el término que refiere a la ciencia histórica, esto es, con teoría y método historiográfico. Algunos historiadores e investigadores -entre los que me encuentro-, en aras de remarcar la significación académica, abusan de escribir con mayúscula inicial el nombre de la disciplina científica: Historia. En cualquier caso, el concepto suele distinguirse bien según el contexto o la determinación o indeterminación y/o plural de los artículos que precedan: la historia versus una/s historia/s. En otros idiomas como el inglés la distinción es más evidente: history frente a story.

Por otro lado, desde hace varios años es corriente toparse con expresiones adjetivadas como “de proximidad” o “de cercanía”, sobre todo precisando ideas que intrínsecamente contienen una noción global y/o genérica y con la voluntad de imprimirle un sentido sostenible. Una proximidad que se entiende, en primera instancia, geográfica. No obstante, tal calificación -cargada de un profundo contenido filosófico y de una marcada crítica sistémica- puede hacerse extensible a todo tipo de circunstancias, también las más etéreas. Así, la misma historia -o Historia- es susceptible de ser acompañada por el matiz “de proximidad” aunque nos refiramos a acontecimientos muy alejados en el tiempo. Lo que se pretende en tal caso es subrayar la influencia directa que el/un hecho histórico tiene en el transcurrir -vital, espacial o espiritual- más cercano. Dicho de otro modo, la H/historia y las historias de proximidad son aquellos sucesos y relatos que están íntimamente relacionados con un individuo, colectivo o lugar determinados y que ayudan a explicar de manera directa su realidad.

Lamentablemente, más allá de los episodios históricos más conocidos o de las historias y/o historietas vinculadas con centros urbanos, instituciones, linajes o personalidades más o menos principales, la inmensa mayoría de personas, familias o localidades mantienen su pasado en la más profunda nubosidad. Hay excepciones, por supuesto, pues depende al fin y al cabo del buen hacer de oradores y eruditos de todo tiempo y de las fuentes documentales o arqueológicas disponibles. Sin embargo, es común la ignorancia en altas dosis sobre la historia e historias más cercanas y el problema no radica tanto en la escasez informativa disponible sino en la escasa investigación y socialización de la misma. Esto es particularmente evidente en el ámbito más rural de nuestra Península, amenazado en muchos casos, como sabemos, de muerte. Pero sabido es que el (re)conocimiento de las realidades patrimoniales genera querencia y arraigo, aumenta el bagaje cultural que posibilita una mayor dinamización social y enfrenta, por ende, el reto demográfico.

De ahí que la serie de reportajes a la que damos comienzo y que lleva por título Historia e historias de proximidad gire en torno a la socialización del pasado y el presente de pueblos y comarcas en peligro de olvido. Se optará para una primera fase la comarca extremeña de Sierra de Gata para continuar en un futuro por las vecinas tierras de la Beira interior y de la frontera salmantina, en aras de recalcar el carácter común y la riqueza cultural de la Raya. A la inicial búsqueda de las claves históricas y explicativas, seguirá la publicación de artículos en EL TRAPEZIO y al trabajo teórico sucederá posteriormente la divulgación de los resultados en el propio territorio, con charlas-coloquios y visitas guiadas que acerquen la información a la población local y cumplan con el objetivo principal marcado. La Historia no debe quedar encerrada en los libros. Las historias deben transmitirse de generación en generación, como hacían nuestros antepasados en torno a hogueras. Intentemos mantener la llama viva.

 

Juan Rebollo

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