Los países ibéricos son el tercer grupo poblacional de la Unión Europea, con 58,65 millones de residentes (48,2 en España y 10,45 en Portugal). Sólo es superado por Alemania con 83 millones y Francia con 69 millones. Italia (58 millones) tiene una población prácticamente igual a la de Iberia. La península ibérica es desde el punto de vista de la población europea una región importante, que suma el 13% de los residentes en la UE (446 millones).
Pero lo más significativo son la evolución y las tendencias, España y Portugal en conjunto ganan 636.000 residentes en el último año (590.000 sube España y 46.000 lo hace Portugal), según los últimos datos facilitados por los institutos de estadísticas. Italia por su parte ha perdido 179.000 solo en 2022 y entre 2019 y 2022 perdió 790.000 habitantes.
La tasa de fecundidad sigue siendo extremadamente baja en el sur de Europa, con 1,23 hijos por mujer en España, 1,35 en Portugal y 1,24 en Italia. A lo anterior se une el envejecimiento de la población, derivado del aumento de la Esperanza de vida que está en torno a los 82 años (una de las más altas del mundo) en ambas penínsulas europeas, dando como resultado crecimientos vegetativos negativos. Todo indica que esa tendencia se va a ver incrementada durante los próximos años y décadas, ya que la tasa de reposición es de 2,1 hijos por mujer la cual garantiza el remplazo generacional.
Es obvio que hacen falta políticas de fomento de la natalidad, con medidas de conciliación y ayudas a las familias, cuestión que no se está produciendo, estando España y Portugal entre los países que menos recursos destinan a este tipo de políticas. Pero el fenómeno demográfico de baja natalidad no se puede resumir en “más incentivos públicos”, que ayudan, pero no son suficientes; se trata también de una cuestión cultural a la que no se le adivina solución.
El factor que está sosteniendo e incremento de la población en Iberia es el saldo migratorio, que estimativamente sumó 724.000 personas en el último año, compensando el saldo negativo de 88.000 entre nacimientos y fallecimientos. Por tanto, tenemos una dependencia demográfica cada vez más y más importante de la llegada de inmigrantes. Por cada nuevo nacido en la península vamos a necesitar al menos otra persona que venga de fuera de nuestras fronteras, y otra más para compensar el envejecimiento que produce cada vez más fallecimientos. En la actualidad en España la población nacida fuera del país alcanza ya el número de 8.307.497 personas el 17,23% del total de residentes
El desafío está por consiguiente en realizar una política migratoria correcta y bien enfocada, lo cual se echa en falta. Iberia tiene la ventaja de poder contar con inmigrantes procedentes de países con misma lengua y similar cultura debido a los imperios del pasado. En el caso de Portugal, por cada portugués, hay 30 lusohablantes en el mundo, y la proporción en España es de que por cada español hay 10 hispanoblantes en el resto del mundo. Los hablantes de español o portugués son unos 800 millones que suponen el 10% de la población mundial estimada en 8.000 millones.
Los comportamientos sociales y movimientos políticos contrarios a la inmigración carecen de sentido y no resisten ningún tipo de análisis, pero las llegadas de inmigrantes descontroladas y carentes de cualquier planificación originarán siempre reacciones negativas; los gobiernos no están sabiendo afrontar el desafío. Hacen falta políticas innovadoras, claras y valientes. Especialmente son necesarios planes de inmigración diseñados conjuntamente con los países emisores que incluyan formación profesional y social.
A medio plazo hay que tener en cuenta que la inmigración de Iberoamérica va a descender, debido a que la fecundidad en los países americanos ha bajado y se encuentra ya es inferior de la tasa de remplazo generacional; Iberoamérica necesita mantener su población y moderar su emigración que podría convertirse en una sangría demográfica que pusiese en grave riesgo el desarrollo de los países.
En un futuro próximo el área geográfica que emitirá más emigrantes será el África subsahariana cuya tasa de fecundidad está entre de 5 ó 6 hijos por cada mujer. En el ámbito iberófono, Angola y Mozambique serán los países que ganarán más población y cuyos habitantes tendrán más disposición para emigrar. Como consecuencia es importante fomentar acuerdos con los gobiernos de ambos países, para encauzar el flujo migratorio del que en el actual contexto ambas partes podrían beneficiarse. A este respecto la inclusión, que lentamente se va produciendo, de los países iberofalantes en el espacio de las relaciones iberoamericanas es una buena noticia.
Pese a todos los desafíos y problemas demográficos el principal aspecto positivo es con el que comenzábamos el texto: Iberia mantiene un crecimiento población ligero, pero suficiente para reforzar su importancia demográfica en el contexto europeo.
Pablo Castro Abad