Víctor Chamorro o el extremeño sin complejos

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El 9 de mayo falleció en Plasencia el escritor Víctor Chamorro (1939-2022). No era un escritor más. Chamorro fue reivindicativo y por ello incomprendido y hasta menospreciado en una región poco dada a la reivindicación -con honrosas excepciones-. Era sucesor espiritual de la generación extremeña de Antonio Elviro Berdeguer, de los yunteros del 25 de marzo de 1936 y de los silenciados por la guerra. Hablamos seguramente del intelectual extremeño más importante de la segunda mitad del siglo XX. Y a pesar de todo sigue siendo incomprensiblemente desconocido entre sus coterráneos.

Más allá de su extensa, excelsa y reconocida obra literaria (El Santo y el demonio; El adúltero y Dios; La venganza de las ratas; El Pasmo; Reunión patriótica; El pequeño Werther; La hora del barquero; Los Alumbrados), el hervasense nacido en Monroy representa la voz de una tierra de gentes sin tierra. Su compromiso con la historia de Extremadura y de los extremeños (Las Hurdes, tierra sin tierra; Sin raíces; Historia de Extremadura -ocho tomos-; Extremadura, afán de miseria; Pasión extremeña en trece actos; Érase una vez Extremadura) entronca en nuestros días con la reflexión sobre la ruralidad, el vaciamiento de nuestros pueblos y la extracción colonial de los recursos. Su obra, pues, sigue vigente.

Hace apenas mes y medio, casi de modo premonitorio, la Asociación 25 de Marzo promovió un libro coral y un homenaje al insigne escritor. Quien escribe estas líneas participó con un texto que rememoraba los encuentros personales con Víctor Chamorro. A continuación, unos extractos:

El día que conocí personalmente a Víctor Chamorro [2016] había transcurrido ya una década desde aquel verano almendralejense en que me di de frente con sus escritos. Acudí a su casa, en Hervás, de la mano de un amigo común -Chano-. Yo no estaba especialmente nervioso a pesar de tratarse de un encuentro con uno de mis autores de referencia. Recuerdo que subí las escaleras y que al llegar a una habitación diáfana repleta de libros, periódicos y folios escritos por todas partes tuve la sensación de haber retrocedido en el tiempo. Un fuerte olor a tabaco impregnaba la estancia y la silueta de Víctor, sentado al abrigo de una mesa de camilla, junto a la ventana, se recortaba en penumbra. Se levantó, me saludó y me preguntó que de dónde era. Al responderle “de Almendralejo” su comentario ya encaminó el primer tema de conversación: “Tu pueblo es diferente al resto de Extremadura porque allí sí hay clase media”. Y así se inició una hora y media larga que guardo con gran celo y cariño.

Hace poco más de un año [2021] -mascarilla mediante- volví a quedar con Víctor, de nuevo en Hervás. El punto de encuentro fue la Plaza de la Corredera. Iniciamos un paseo por popularmente conocida como calle “peatonal” hasta arribar al Parque-Jardín Municipal. Hablamos largo y tendido del pasado, del presente y del futuro de la región, del 25 de marzo y de la juventud extremeña. “Hay algo de esperanza”, me dijo en un momento dado. Y esa frase se me quedó grabada. De alguna manera interpreté que el escritor albergaba cierta ilusión en una nueva generación de extremeños/as que vuelve a alzar la voz y que está llamada a remover el cronificado estado de postración y postergación de Extremadura.

Esa generación sucesora de la de Víctor Chamorro y de los que se manifestaron contra Valdecaballeros en 1979, la que hoy se moviliza por un “tren digno”, por la recuperación de la memoria histórica, que reivindica lo extremeño sin complejos y que lucha por evitar otra colonización de esta tierra. Y esta nueva extremeñería no puede avanzar sin el conocimiento y el reconocimiento de la anterior, porque sufrieron y pensaron Extremadura. De ahí la importancia para los/as extremeños/as de hoy conocer y reconocer la vida y obra Chamorro, quien sintió y reflexionó esta tierra como ningún otro.

 Fragmentos de “Conocer y reconocer a Víctor Chamorro”, de Juan Rebollo Bote.

Páginas 113-114 del Libro Homenaje a Víctor Chamorro. Asociación 25 de Marzo, 2022.

 

Sirvan de nuevo aquellas líneas para el recuerdo de nuestro querido escritor en estos días posteriores a su fallecimiento. Su óbito no puede pasar desapercibido y ha de ser punto de inflexión para continuar su reivindicación. Que descanse en paz.

Juan Rebollo Bote

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