Finalmente. Ya estamos terminando el calendario 2020 y hay pocas garantías de que 2021 sea mucho mejor que los últimos 365 días, que tardaron en pasar casi como 365 años. Cuando cumplí otro ciclo de vida, y como a ninguna mujer le gusta ver pasar el tiempo, dije que no contaba, pero la verdad es que sí, y si hiciéramos el resumen de los últimos 12 meses, usteden necesitarían 12 años para acabar de leer este artículo de opinión. Como espero que les hayan regalado mejores lecturas en esta Navidad (y no me refiero a las 200 páginas del acuerdo Brexit), lo que pretendo hacer es hacer balance de este año y lo que vendrá después.
Cuando hace exactamente un año el calendario marcaba los veinte años de este siglo, Portugal inició una nueva legislatura socialista que tenía todo para ser normal. Con la economía en crecimiento, las oportunidades de trabajo eran limitadas, pero los fantasmas que dejaba la Troika comenzaban a quedarse atrás. Personalmente, el primer mes de 2020 comencé mi colaboración con EL TRAPEZIO. Nuestros sueños se cruzaron y este trabajo, que me da tanta alegría, empezó pero no como todos pensábamos. Cuando acepté este puesto como corresponsal en Portugal, pensé que serviría como guía turístico y elaboraría noticias sobre los casos políticos más importantes, pero la historia nos cambió.
Había que dejar de lado el ritmo frenético que todos teníamos y el uso del transporte público, algo que defendía la campaña «Lisboa, la capital verde europea». Los paseos en barco, bajo las dulces olas del Tajo, y el sol tan nuestro que nos besa la cara en un saludo familiar, ya no tenían el brillo que tenían desde marzo. Mi preocupación se resumía a intentar mostrar mi trabajo en tantos espacios como fueran posibles, porque solo así podría desarrollarme profesionalmente y así comenzar a cumplir mis sueños (que habían estado dormidos durante mucho tiempo).
Como en todos los castillos de arena, una gran ola vino del Oriente y todo se vino abajo. Más o menos escépticos, todos hemos visto y sentido el peso de los últimos meses. El mundo se detuvo y nuestras vidas dieron un giro de 180 grados. De un momento a otro sentí que finalmente estaba siendo corresponsal de guerra, pero para eso ni siquiera necesitaba salir de casa. Fue dentro de cuatro paredes donde huimos. Ir al café ya no es tan habitual, compartir coche con otras personas ya no es una buena idea, ya no se realizan reuniones de negocios (si antes era difícil, ahora es casi imposible hacer algún negocio rentable) y trabajar en la oficina es cosa del pasado.
Ojalá que el 2021 ponga fin a esta pandemia y mientras escribo el último artículo de opinión para este 2020, Portugal y España (como la mayoría de los países europeos) han comenzado a vacunar. Este pequeño gesto, pero lleno de valor, sería en sí mismo el tema principal de un artículo, pero como teníamos este regalo anticipado de Navidad, decidí condicionar todo en esta línea. Quizás, cuando esté vacunada (que puede ser en abril o el primer trimestre de 2022, ¿quién sabe?), escriba un artículo para relatar mi experiencia.
Porque es a través de experiencias y pequeños momentos de nuestra vida que se crea este espacio. Y en los últimos 12 meses hemos vivido momentos que nunca pensamos vivir. Caminamos con mascarilla, cada vez más apegados a las tecnologías y contando la poca calderilla que nos sobra. Poco dinero es algo que conocemos bien en el sur de Europa, pero podría ser que con la llamada bazuca económica las cosas cambien. Puede ser que el próximo año, cuando ya nos hayamos vacunado o al menos una parte de nosotros ya lo haya hecho, los sueños puedan volver. Es que ahora solo vivimos el día a día, y poco más.
En uno de los innumerables directos en Youtube y encuentros de Zoom que tuvieron lugar este año, escuché a una de mis actrices favoritas decir que cuando salía a pasear el perro miraba las nubes y en más de una ocasión se sorprendió hablando de su forma y de una manera más filosófica sobre el estado del mundo. Como ella, todos hemos estado en esta posición, pero lo cierto es que dentro de pocos años tendremos la realidad de nuestros logros este año. Probablemente, dentro de unos años, haya historiadores atentos a las noticias y entrevistas que os hemos ofrecido durante este año, como la que hice con la embajadora de España en Lisboa y que podéis leer en EL TRAPEZIO.
Para el próximo año mis deseos son los mismos que los de todos. Unicamente quiero que la normalidad vuelva a nuestras vidas, pero solamente tenemos una pequeña luz en el fondo de este largo túnel. Sin embargo, para alcanzar nuestra meta todavía tendremos que sufrir un poco más, como ya ha advertido Marcelo Rebelo de Sousa. Puedo decir que mi generación ha logrado la hazaña histórica de haber sobrevivido a dos crisis. ¡yupi!
Quiero concluir este artículo con una nota positiva. Les deseo a todos nuestros queridos lectores un 2021 mucho mejor que este 2020 (que será imposible que no ocurra), con mucha salud y suerte. Por más que parezca que está lejos de todos, es necesario seguir afrontando todas las situaciones de frente (como se dice en Portugal, “pegar o boi pelos cornos”, «tomar el toro por los cuernos» en España) y luchar. Vamos a vivir el primer día del año con ganas de cambiar, pero sin descuidar los protocolos de seguridad. Seamos amables con nuestra familia y con quienes nos rodean, pero no se olvide de usted mismo. Porque ayudándose uno mismo, ayuda a su familia, a su país y a nuestra querida Península. 2021 puede ser y será un año crucial en nuestras vidas. En enero volveremos.
¡Feliz año nuevo!
Andreia Rodrigues