Las lenguas unen o ¿separan?

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Antes de nada, aclarar que no soy lingüista, ni profesor, ni escritor, ni político, ni jurista. Como cualquier ciudadano voy a dar mi opinión, basada en mi experiencia.

Vivo en Zaragoza, vinculado desde mi nacimiento a un pequeño pueblo turolense de la comarca del Bajo Martín. De niño mis padres me llevaban al mercado de Alcañiz, cabecera comarcal, a la que acudían también las gentes del Matarraña, colindante con Tarragona. Siendo aragoneses, chapurrean una variedad del catalán, muchos le llaman “chapurriau”, otros aragonés oriental. De adolescente, en excursiones por valles del Pirineo, oía charrar aragonés. Algunos veranos pasaba por las playas de Tarragona, donde parlen catalán. De viaje de fin de estudios fuimos a Lisboa, donde falam portugués, lógicamente. Por razones laborales, estuve trabajando dos años en Galicia, allí falan gallego. También, como turista, he viajado por Europa. A lo largo de mi vida, la mayor parte de las veces, ha sucedido un hecho recurrente, los otros me entendían fácilmente y yo no tanto.

Con la excepción del inglés, las lenguas que nos rodean, de la península ibérica y del sur de Europa, son latinas. Su parecido -y su origen- facilita mucho la comprensión. En todos los sitios, he disfrutado de buenas experiencias por el trato lingüístico recibido en general. Excepciones las he tenido; en cualquier lugar puede fallar la cortesía. Con buena voluntad y un poco de esfuerzo por mi parte y la visitada, ambas nos hemos comprendido.

Salvo necesidades concretas, no es necesario dominar una lengua para entenderse. Entre las lenguas ibéricas, hay una intercomprensión muy elevada. El bilingüismo lo tienen una buena parte de españoles y portugueses, prácticamente sin esfuerzo. Sólo por haber nacido en determinados territorios con lengua propia o influenciados por la cercanía. Por ejemplo, entre otros, la Raya entre Portugal y España, o la Franja entre Aragón y Cataluña.

Las lenguas ni unen ni separan; lo que nos une o separa son las intenciones de quienes las utilizamos. Las lenguas son las principales herramientas que disponemos  para comunicarnos. El bilingüismo es una fortaleza; es una ventaja que facilita bastante el aprendizaje de una tercera y cuarta lengua. Nuestras lenguas son un gran tesoro cultural que no quieren compartir las ideologías independentistas ni los nacionalismos extremos, bien sean de Estado o territoriales. Sus políticos quieren imponer la lengua que ellos hablan; han pervertido el uso de nuestro patrimonio inmaterial lingüístico. Éste no es ni de izquierdas ni de derechas.

Opino que todos los ciudadanos españoles cuando hablan, hablan español independientemente de la lengua que usen: gallega, castellana, catalana, vasca, etc. De la misma manera, en Portugal hablan portugués, independientemente de que utilicen el mirandés o el barranqueño.

La lengua más extendida en España es la castellana, pero su diccionario recoge miles de americanismos, centenas de galicismos, lusismos, anglicismos, galleguismos, catalanismos y aragonesismos. Acepto con objetividad las circunstancias de nuestra historia que nos han traído hasta nuestro presente lingüístico, valorando en positivo las fortalezas y la potencialidad que tiene una lengua tan empleada. La española es una lengua incluyente, abierta, viva, no deja de crecer en palabras y hablantes. La segunda más hablada, por nativos, en el mundo. Ni más ni menos.

No hay nada más democrático que la decisión de una persona para expresarse en la lengua que conoce. Las autoridades no deben regular excesivamente el uso de sus lenguas, ni establecer cuotas en determinados ámbitos sociales. Las administraciones públicas solamente deben intervenir con medidas de protección y fomento, en el caso de lenguas en peligro de extinción, como el asturleonés, el aragonés, el extremeño o el mirandés en Portugal. Los hablantes, voluntaria y libremente, decidirán su uso y su futuro. El papel de la Universidad en estas situaciones es fundamental.

Afirmo satisfecho que, a nivel de conversación, soy monolingüe; hablo un castellano plagado de aragonesismos. A nivel de lectura, me considero  multilingüe, además de castellano, leo con placer portugués, aragonés y gallego, también, en menor medida otras lenguas latinas.

 

Luis Javier Calvo Calvo

 

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