Almeida Garrett, gran impulsor del teatro en Portugal y autor del proyecto que dio origen al Teatro Nacional de D. María II, es uno de los hijos del norte más pródigos, aunque haya vivido parte de su infancia en las Azores, donde se estaba preparando para una vida eclesiástica, debido a las invasiones francesas.
Ya de adulto, el futuro vizconde Garrett fue un actor muy activo en la Revolución Liberal de 1820, habiendo sido uno de los voluntarios del «Batallón Académico», durante el cerco a la ciudad de Oporto, en la guerra entre las tropas de D. Miguel (absolutista) y las de D. Pedro (liberal).
Liberal convencido, Almeida Garrett contribuyó a la construcción de un Portugal más moderno, no sólo en la literatura, dramaturgia (donde era, debido a su estancia en Inglaterra, fan de autores como Shakespeare), sino también como ministro, diplomático y par (noble) del reino. Visto como uno de los mayores oradores nacionales, fue una de las principales voces que defendieron la libertad de prensa contra la «ley del corcho», que Afonso Costa, en 1850, intentó imponer. Por lo demás, llegó a comparar ese gobierno con el absolutismo miguelista, contra el que «luchó» décadas antes, y que lo llevó dos veces al exilio.
Garrett y la hermandad ibérica
El escritor (responsable de obras como «Fray Luis de Sousa» y «Viajes en mi tierra»), que para muchos sólo le supera Camões, era un gran defensor del nacionalismo y de la portugalidad, pero creía que estos dos conceptos no son contrarios a una hermandad ibérica, que denominada «hispánica». Esto se debe a que el concepto de Hispania abarca a toda la península ibérica; remontándose a la presencia romana en el territorio más occidental del continente europeo.
Para Almeida Garrett, todos aquellos que habitan en territorio ibérico pueden ser designados como españoles (o ibéricos), pero jamás castellanos. Castellanos son los que forman parte del reino de Castilla, actual reino de España. Estos conceptos defendidos eran, según el autor, la clave para una mayor hermandad entre las naciones surgidas en la península ibérica, casa madre de nombres como Viriato y el Cid – «el Camperador».
El intenso trabajo de Almeida Garrett, uno de los mayores nombres de la historia de Portugal, terminó a los 55 años. Sus restos pueden visitarse en el Panteón Nacional (Lisboa).