Situadas a ambos lados de una frontera considerada como «una calle más», las eurociudades ibéricas apuestan por la unión de fuerzas para sobreponerse al blindaje de la Raya por segunda vez en un año. De norte a sur, en los más de 1.200 kilómetros de frontera hispanolusa hay siete eurociudades, algunas con años de trabajo a sus espaldas y otras todavía en fase de constitución, pero todas golpeadas por los controles impuestos por la pandemia.
El blindaje ha acabado con la mayoría de los desplazamientos pero no con el trabajo en común de los municipios de un lado y otro de la frontera, que ya piensan en cómo reflotar la situación y dinamizar el territorio cuando vuelva a haber libertad de circulación. En la Eurociudad del Guadiana, que forman Castro Marim, Vila Real de Santo António y Ayamonte, en el punto más al sur de la frontera, el foco se pondrá en el turismo.
«Estamos preparando una estrategia conjunta de promoción y divulgación del territorio de forma más amplia, más allá del típico sol y playa», ha explicado a Efe el jefe de gabinete del alcalde de la portuguesa Castro Marim, Dinis Faísca. Esta estrategia dará un impulso al patrimonio cultural y a las tradiciones de la Eurociudad, donde trabajar en conjunto es «más fácil, no sólo en tiempos de pandemia sino en cualquier momento» porque les permite posicionarse como «una de las principales ofertas a nivel turístico del Algarve y Andalucía».
Trabajar «sobre el papel» para el futuro
Un poco más al norte, en la Eurobec -la Eurociudad que conforman Badajoz, Elvas y Campo Maior-, la pandemia y las limitaciones en la frontera han paralizado muchos de los proyectos en marcha. «Estos proyectos transfronterizos viven del contacto entre las personas, si esas relaciones e interacciones están limitadas, hay bastantes dificultades», reconoce Sérgio Ventura, concejal de Elvas responsable de la coordinación de la Eurociudad, que asegura que siguen trabajando pero «más sobre el papel que sobre la realidad».
La Eurobec quiere continuar con las iniciativas pendientes, como participaciones conjuntas en ferias turísticas e intercambios entre escuelas, «y probablemente aumentar su incidencia» en cuanto la pandemia lo permita, explica el concejal. El blindaje fronterizo tampoco ha parado el trabajo conjunto en el norte de la Raya, en la Eurociudad Cerveira-Tomiño: «Estamos en esa dinámica desde hace bastantes años y no entendemos hacer las cosas de otra manera», señala la alcaldesa de Tomiño, Sandra González.
En esta Eurociudad, el impacto es incluso mayor, porque su paso fronterizo ni siquiera está abierto para el transporte de mercancías o para los trabajadores trasnacionales, que tienen que dar un rodeo y cruzar por Tui-Valença. Algo similar ocurre en la Eurociudad Monção-Salvaterra de Miño, donde el puente internacional abre unas pocas horas al día que «no sirven», denuncia en declaraciones la alcaldesa de Salvaterra, Marta Valcárcel Gómez.
«Nosotros no nos consideramos de un país o de otro, somos un mismo territorio», defiende la regidora, que explica que todo el asunto de la frontera se está trabajando tanto desde la Eurociudad como en la Agrupación Europea de Cooperación Territorial (AECT) Río Miño, que une municipios fronterizos de varios países.
Compensaciones y fondos europeos
En el Miño trabajan en conjunto a ambos lados de la Raya para reclamar que estos territorios tengan una «compensación especial». «En esta zona de la Raya se nos ha quitado durante meses la mitad de nuestros clientes, trabajadores y proveedores. El perjuicio es mucho mayor que para un territorio que no tenga frontera», lamenta la alcaldesa de Tomiño, que añade que esa compensación podría llegar «a través del Estado o de los fondos europeos».
También están atentos a los fondos europeos en la eurociudad más joven, Puerta de Europa, que integran Ciudad Rodrigo, Fuentes de Oñoro y Almeida. El alcalde de Fuentes de Oñoro, Isidoro Alanís, explica que el tema fronterizo todavía no se trabaja dentro de la Eurociudad porque está en fase de constitución, pero defiende que la compensación por el cierre podría llegar en forma de inversiones en infraestructuras.
«Si queremos asentar población lo que hay que hacer es invertir para que las empresas quieran ubicarse en nuestros territorios y que generen puestos de trabajo», considera Alanís, convencido de que, de lo contrario, la región está abocada al «desastre». Las posibles inversiones ya están pensadas: Fuentes de Oñoro y Ciudad Rodrigo tienen proyectos para dos polígonos industriales y Almeida quiere una zona de descanso para camiones.
En Fuentes de Oñoro también quieren conseguir internet de alta velocidad para la región, otro proyecto que consideran que «encaja perfectamente en los fondos (europeos) de ayuda de recuperación tras la pandemia». «Espero y confío en que los fondos europeos se puedan destinar» a estas regiones, sentencia el alcalde.