Y en eso se apagó la Península. Un fenómeno que ya había imaginado Saramago en La Balsa de Piedra: “Todas las luces de la Península se apagaron al mismo tiempo, ‘apagón’ le llamaron luego en España, ‘negrum’ en una aldea portuguesa aún inventora de palabras, cuando quinientos ochenta mil kilómetros cuadrados de tierras se volvieron invisibles en la faz del mundo”.
Antes de ponernos a estudiar y discutir las hipótesis más probables, lo que el apagón ibérico del 28 de abril ha puesto encima de la mesa es la interdependencia luso-española en materia energética y otros sectores. Una realidad que conviene no ignorar en el plano de la opinión pública y publicada. En las primeras horas Portugal tuvo bastante presencia en las radios españolas porque era desde allí por donde se ofrecía más información. El propio primer ministro, inmerso en campaña electoral, salió a rendir cuentas con más rapidez que el español, que esperó unas horas a una explicación clara que no encontró. Eso sí, la respuesta no iba a involucrar a la OTAN por falta de evidencia.
Más adelante, las palabras Portugal o ibérico empezaron a desaparecer de los medios de comunicación españoles y del presidente del Gobierno. También la última comparecencia de Luís Montenegro estuvo muy volcada al consumo interno. Ambos sin ninguna perspectiva peninsular basada en el beneficio mutuo, es decir, sin el iberismo energético con el que sí trabajan la mayoría de técnicos de REN y REE para coordinar el sistema que hace posible el Mercado Ibérico de Electricidad (MIBEL).
La Excepción Ibérica puede ser, de vez en cuando, un elemento negativo si no hacemos bien los deberes. Echar la culpa al vecino o ignorarnos son dos actitudes pueriles. Todo apunta a que tenemos un gran sistema ibérico de producción de energías renovables, baratas, al que no le acompaña un ritmo adecuado de inversión en las infraestructuras de la red, lo que nos obliga -al menos temporalmente- a no perder la diversidad de las viejas y nuevas fuentes del mix para asegurar la estabilidad sistémica ante grandes fluctuaciones.
Por tanto, este es un episodio en el que, tanto el Gobierno de Portugal como el de España, tienen que tomar nota para que, la próxima vez, no quede una sensación de vacío de poder, incomunicación y vulnerabilidad ante terceros países. Dentro de lo que cabe, se resolvió reiniciando un sistema muy complejo. Una experiencia fundamental para mejorarlo.
Un tema recurrente en las Cumbres Ibéricas es el de hacer presión conjunta tripartita (España, Portugal y la Comisión Europea) para que Francia acepte tener interconexiones potentes y deje de hacer proteccionismo energético, en el sentido de impedir las exportaciones ibéricas de electricidad para el resto de la Unión Europea. Llegado a este punto habrá que hablar con el Gobierno italiano para ver si nos deja exportar electricidad por cable submarino. Mientras tanto, habrá que intentar doblarle la mano al Gobierno francés como ha ocurrido con el H2Med, en relación al gas, o como parece que está pasando con el acuerdo Mercosur-UE.
La primera sospecha dada la magnitud del apagón es la guerra electrónica y cibernética. De momento: no hay pruebas de ello. Para descartar un ciberataque, habrá que analizar las empresas y responsables involucrados en el primer evento ocurrido en el suroeste español, así como en la interconexión con Francia. ¿Hubo un parón masivo de plantas solares en el suroeste de España? ¿Por qué motivo? ¿Hubo colusión?
En clave más humorística-realista, podemos afirmar que, después del susto, ya nadie se quedará sin su transistor, sus velas y sus latas de conserva de emergencia. Me sorprendió que a los obreros de la construcción no les afecta un apagón, ni una pandemia. Este apagón se ha parecido mucho a un posible capítulo de Black Mirror o a aquel “efecto 2000” que no pudimos vivir. Mientras tanto, ante tanto vértigo distópico, el 2% del PIB en Defensa ya parece poco.
Menos de medio día de apagón no dio tiempo a sacar la parte mala de la humanidad. Ciudadanos debatían cordialmente en la calle, volviendo a la civilización pre-móvil. Al contrario que la pandemia, no había teletrabajo, pero sí buen rollo en el cara a cara. El virus separaba a las personas y las juntaba digitalmente. El apagón las separaba digitalmente y las juntaba en la calle. Asimismo, ya sabemos, que la España y el Portugal insular pueden ser un refugio porque no están conectados al sistema. Ha sido, en general, un aprendizaje.
Para concluir debemos aprovechar este incidente para seguir defendiendo soluciones y estrategias ibéricas para el reto de la energía y tantos otros. Incluso, en estos momentos, hay que defenderlo y lamentablemente no lo hemos escuchado por parte de nuestros dirigentes portugueses y españoles. Debemos asumir naturalmente nuestra interdependencia, profundizar en la alianza e invertir en infraestructuras de la red ibérica y de internet por satélite, apoyando al tándem Hispasat-Hisdesat, así como al proyecto luso-español Constelación Atlántica de satélites.
Pablo González Velasco