26/06/2025

Adolfo Morales de los Ríos (1858-1928), el arquitecto español del Brasil de la Primera República

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El sevillano Morales de los Ríos no fue otro extranjero más haciendo carrera profesional en Brasil, sino que se integró (y nacionalizó) sin dejar de ser español, e hizo, además, una inmensa contribución patrimonial, académica e intelectual, dejando una huella arquitectónica e historiográfica. Y si esto pareciera poco, Morales también dejó un legado intercultural como puente entre Brasil y España. Por tanto, el personaje tiene ese hilo (pan)iberista entrelazado por un brasilianismo y un hispanismo, simultáneos.

Su vida brasileña prácticamente coincide con la Primera República de Brasil, un tiempo donde estaba de moda el eclecticismo arquitectónico, del que formó parte. Valoró mucho el mudéjar, siendo lo más hispánico de su obra, como se aprecia en el Gran Teatro Falla (Cádiz, Foto1), el Teatro Riachuelo de Cinelândia (Río de Janeiro, Foto2) y la Basílica Imaculado Coração de Maria en Méier (Río de Janeiro, Foto3), junto con otras contribuciones orientalistas también en Río (Edificio Persa -desaparecido- y el Restaurante Assyrio en los bajos -todavía- del Teatro Municipal). Fue pionero de un tiempo donde el neomudéjar era parte importante del regionalismo y el nacionalismo historicista español, en especial, desde Andalucía. Murió un poco antes de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, que a buen seguro le hubiese gustado participar. Otro edificio de estilo mudéjar en Río de Janeiro es el Palácio de Manguinhos (Fio Cruz), que no es de su autoría sino de un portugués: Luiz Moraes Júnior. Este palacio aparece en un texto literario y personal de Rosa Chacel (La Casa del Turco).

Morales de los Ríos, misteriosamente, es uno de los pocos olvidados de la lista informal de españoles importantes en Brasil que manejamos varios amigos brasilianistas, con la excepción de la mención realizada por la Rádio Roquette-Pinto, en 2021, en la serie Espanhóis no Rio, una iniciativa del Consulado de España.

El nombre había aparecido como gran arquitecto carioca de acento español en el periódico Globo, donde se afirmaba que “ele emplacou o maior número de projetos na antiga Avenida Central, hoje Avenida Rio Branco. Dos mais de 80 prédios, 17 saíram de sua prancheta”. Hoy sólo quedan dos en esa avenida (a la altura de Cinelândia). Morales había sido objeto de investigación, en el ámbito arquitectónico, por Cláudia Thurler Ricci y José Manuel Rodríguez Domingo, y en el escultórico, por Douglas O. Naylor, donde mencionaba el folclore humorístico brasileño desarrollado en su conjunto escultórico del Parque de Diversões de 1922.

A Morales de los Ríos lo detecté 2017 y recurrentemente volvía a aparecerse en mis búsquedas. Sin embargo, no ha sido hasta este año que, al localizar la lista de los escritos de su archivo, así como la biografía de su hijo, pude calibrar correctamente su dimensión gigantesca y su compromiso hispano-brasileño, que probablemente haya superado a Juan Valera y Carlota Joaquina, y esté a la par de Anchieta, en el top de los españoles que más contribuyeron a Brasil.

Y si nos centramos en el siglo XX, ningún español y probablemente ningún brasileño ha conseguido tener un texto laudatorio de Manuel Bandeira, un retrato de Portinari, una calle con su nombre cerca del Maracanã (dada por su contribución a la arquitectura y a la historia de la ciudad) y un busto en la Quinta da Boa Vista. Estamos ante algo excepcional. Hay que decir que Francisco Serrador, valenciano, constructor de los principales cines de Cinelândia, tiene calle y busto. No obstante, Morales remata sus hitos vitales, ganando al resto con holgura, por sus prolíficos escritos y, de modo, deliciosamente anecdótico, por su presencia física en el Canudos de António Conselheiro. Así lo cuenta su hijo, de nombre homónimo, en la biografía sobre el padre [‘Figura, vida e obra de Adolfo Morales de los Ríos. Editor Borsoi’ (1959)]: “numa das viagens realizadas ao interior em 1898 – com o propósito de estudá-lo- chegou até Canudos, no momento da tremenda luta travada entre as tropas federais e as hostes de fanáticos jagunços que cegamente obedeciam a Antonio Conselheiro. Feito prisioneiro, por haver transgredido as ordens das guardas avançadas dos jagunços, permaneceu nessa situação durante alguns dias. Deveu sua libertação aos desenhos e aquarelas que ali fez e que despertaram o apreço da jagunçada. Dois belíssimos exemplares desses desenhos aquarelados – um jagunço atirando e outro de alcatéia numa elevação – estão em quadros no Museu Histórico Nacional, por doação nossa”.

“Arquitecto de pro, eximio escultor, grabador y acuarelista. Erudito profesor de estereotomía, composición, teoría e historia de la arquitectura. Consagrado escritor, historiador, orador y conferencista, gran alma. Prototipo de caballerismo”, así lo sintetiza su biógrafo. Diseñó palacios, palacetes y todo tipo de edificios de uso público y privado, que son citados en su biografía, entre las páginas 339 y 347.

Adolfo Morales de los Ríos Filho siguió la estela de su padre como exitoso arquitecto, aunque fuera imposible superarle, y dejó una contribución notable en arquitectura y en historia de la ciudad del Río de Janeiro Imperial y de la Primera República. Adolfo Morales de los Ríos (padre) fue una máquina de diseño de proyectos (unos 4.000) para clientes privados y concursos públicos. De estos, una parte ganaba y otra perdía. Entre los que ganaba, una parte no se ejecutaba (no era responsable de esta parte). Las obras y edificios finalmente ejecutados habrán llegado a unos pocos centenares. Y, de estos, pasado más de un siglo, habría que analizar cuales restan en pie, que serán unas decenas.

Entre sus edificios más importantes, hoy visitables, están: el Museo Nacional de Bellas Artes (antes Escuela, Foto4), la antigua sede del Supremo Tribunal Federal (ahora Centro Cultural Justiça Federal, Foto5), el Teatro Riachuelo, la Basílica Imaculado Coração de Maria y el Palácio São Joaquim (Palácio da Mitra Arquiepiscopal -da Glória-, Foto6). Fuera de Río: el edificio (Foto7) del Ayuntamiento de Canavieiras (pero habrá muchos más).

Morales nace en Sevilla, en 1858, en una familia aristocrática y militar. Su padre guerreó en Cuba y en las guerras carlistas del lado de los liberales. Adolfo estudió primaria en Sevilla y secundaria en Vergara (Guipúzcoa). En 1877, ampliaría sus estudios en París en la Escuela de Bellas Artes y, como estudiante, colaboraba en la sección española de la Exposición Universal de París de 1878. Realizó un viaje por el Mediterráneo hasta oriente próximo. Además del Gran Teatro Falla, entre sus proyectos arquitectónicos realizados en España está el Gran Casino de San Sebastián (hoy Ayuntamiento, Foto8) y el Banco de España, sito en la madrileña Cibeles. En este último caso, por tener diploma francés, no le dejaron aparecer como uno de sus autores.

¿Cómo llegó del San Sebastián del Cantábrico al São Sebastião do Rio de Janeiro? Dos ciudades, a diferente escala, con algunos parecidos paisajísticos (de postal). Morales recibe una invitación de Chile para fundar la Escuela de Artes. Un destino al que nunca llegó, pero sí le sirvió para que, en 1889, con 31 años, cogiera el tren Sudexpreso: de San Sebastián a Lisboa. Allí se sube a un barco lleno de portugueses y sirios, donde su primera parada sería Brasil, un país desconocido para él en esos momentos. Le sorprende su paisaje, su fauna y sus frutos. Pasa por Olinda, Recife y Salvador. Como le pasó a Juan Valera, sus primeras impresiones son de gran intensidad. La africanidad, la belleza y la gigantez de los trópicos son novedades, aunque había algo en la población que también le remitía a las poblaciones andaluzas. De la Bahía de Todos los Santos siguió su camino hasta la Bahía de Guanabara, ambas le parecieron inmensas. Pasajeros brasileños de su barco le terminan convenciendo de que se olvidase de Chile y se quedara en Río de Janeiro. La primera impresión del entorno del puerto de Río no es buena por la suciedad, pero acto seguido le impresionó la modernidad de la red de telégrafos y telefonemas, que don Pedro II había dotado a la capital de su Imperio, al mismo nivel de las primeras ciudades del mundo.

Haciendo una reconstrucción literaria, podemos decir que Morales llega cuando el emperador está ofreciendo el último baile en la Isla Fiscal. El joven arquitecto español presencia la proclamación militar de la Primera República brasileña. No obstante, se va Buenos Aires para observar si Brasil vuelve a cierta estabilidad. Por entonces tanto don Pedro II como la familia del entonces niño Américo Castro ya han hecho las maletas para ir a la Península. A los dos meses, el sevillano -algo euskaldunizado y afrancesado- vuelve a la ciudad maravillosa. Esta vez para quedarse, sin que lo supiera, los siguientes 39 años. De los 31 a los 70 años. Vivió, por tanto, más tiempo en Brasil que en España.

Viajará mucho por Brasil. De 1890 a 1893 vive entre Salvador de Bahía y Río. De 1893 a 1898, vivirá continuamente en Bahía, cuya capital se la conocía como la palma de su mano; le encantaba su cocina afrobrasileña, especialmente valoraba el vatapa y la moqueca. Solía ir a la Biblioteca Pública en la ciudad alta y al Instituto Histórico e Geográfico da Bahía, del que fue uno de sus fundadores. Apreció mucho a los negros y los indígenas. En ese sentido, realizó varios estudios culturales, algunos inéditos. También se interesó por el carnaval. En sus viajes al interior del Recôncavo Baiano, con mirada aguda, recoge anotaciones de tipo antropológico. En Cachoeira le impresiona su belleza y su conexión ferroviaria. Desarrolló, con algo de intrusismo profesional, natural en su época, una faceta de ingeniero de carreteras y de vías de tren. Bahía le despertó un amor especial. Diseñó, para Salvador, un proyecto de saneamiento y la planta de la Ciudad. En São Paulo, en 1907, oye en sus calles tanto italiano como portugués y a veces español y alemán. En Recife pasará casi todo el año de 1921. Tanto en Bahía como en Recife ha apreciado algunas influencias del plateresco.

Llegó a ser cónsul de España en Rio de Janeiro. Combatió la fiebre amarilla y la llamada gripe española, lo que ayudará a mejorar la imagen de la colonia española, que él mismo dinamizaba. Su hijo, en la biografía, mencionará unos cuantos españoles, empresarios y profesionales residentes en Río, destacando al andaluz Samuel Nuñez López, “fundador e heróico mantenedor da conhecida e rica ‘Librería Española’ – homem que fez mais pela difusão da cultura espanhola no Brasil do que vinte embaixadas – foi outro de seus devotos”. Igualmente recuerda una larga lista de brasileños hispanófilos como el comandante Luíz Gomes, el ministro Lauro Müller, Álvaro Moreira Barros (Saúl de Navarro), “autor de uma interessante série de crônicas tituladas ‘A contribuição da Espanha na formação do Brasil’, o teatrólogo e escritor Artur Azevedo, que sempre se manifestava, com aplauso, a respeito dos artistas espanhóis que se exibiam nos palcos da cidade (…) e dedicou um belo soneto a Colônia Espanhola”. Morales fue socio de la Casa Cervantes y quiso contribuir en la atracción de capitales bilbaínos para la industrialización siderúrgica de Brasil con una Fábrica hispanobrasileña de fundições.

Sociable, recibía a gente mientras trabajaba y enseñaba en su casa de Flamengo, que era un auténtico museo y taller. En 1897 se convirtió en profesor de Esterotomia del curso de arquitectura de la Escola Nacional de Belas Artes. Entre sus contribuciones teóricas a la arquitectura está: Resumo Monográfico da Evolução da Arquitetura no Brasil; Subsídios Resumidos para a História da Edificação e da Arquitetura Religiosa do Brasil, y dejó algún inédito. Para la historiografía, quedó: Subsídios para a História da Cidade de São Sebastião do Rio de Janeiro; así como más de 600 artículos, ya sea como retrato de su época o como aportes para la historia de Brasil, de España (decenas), o de ambos -durante el período filipino (1580-1640) y durante su contemporaneidad-. Entre los títulos de estos artículos podemos encontrar algunas series destacables como: Felipe II, Rei do Brasil (10 artículos), Espanha e os Espanhóis na História do Brasil (5 artículos) o Piratarias nos litorais brasileiros durante o Reinado de Felipe II. Los títulos de estos y otros artículos se pueden consultar entre las páginas 348 y 390 de su biografía. Entre sus inéditos está Espanha no Brasil, que según cuenta el catálogo del Instituto Histórico e Geográfico do Rio de Janeiro es un “trabalho sobre os espanhóis no Brasil, desde os missionários; com considerações sobre a figura de Felipe II quando da dominação espanhola em Portugal. Caderno mass. s.d”.

Por otro lado, en relación con los no-inéditos, según el hijo, donaron los recortes de sus más de 600 artículos, clasificados, tras su muerte, en 18 álbumes. El 12 de agosto de 1952 se realizó una conferencia en dicho Instituto sobre Adolfo Morales de los Rios (Pai) e o Rio de Janeiro de seu Tempo, donde se formalizó la entrega del archivo. Esta era la quinta donación, tras entregar documentación al Ejército, a la Marina, al Museu Nacional de Belas Artes (su abultado archivo artístico) y al Departamento de Historia y Documentación del Ayuntamiento. En vida vendió parte de su biblioteca y otra fue donada a una “misteriosamente” desaparecida Biblioteca Popular do Meyer.

Para el XX Congreso Internacional de Americanistas (Río de Janeiro, 1922), presentó la ponencia: Influência do reinado dos Felipes de Hespanha, como causa de natural caducidade dos acôrdos do Tratado de Tordesilhas e para engrandecimento do territorio brasileiro. Perteneció a la Facultad de Filosofía y Letras, propuesto por Oliveira Lima, durante el Gobierno (1919-1922) de Epitácio Pessoa, con el que aparece en una foto. Profesor del Colegio Pio-Americano, de la Facultad de Ciencias Económicas, de la Escola Central y de la Academia de Altos Estudios donde impartió español y literatura española.

El Broadway carioca, la Cinelândia, tuvo un fondo español en su origen. Y no sólo por su creador y constructor de cines, Francisco Serrador, que también sería productor y comercializador de películas, sino porque la impronta de Adolfo estaba a los dos lados de la Biblioteca Nacional, en los bajos del Teatro Municipal y el Teatro Riachuelo. Además, la Librería Española, en su última ubicación, estaba en frente del teatro. Posteriormente los hosteleros gallegos (Chico Recarey, José Oreiro, José Lorenzo Lemos -Bar Amarelinho-, Manuel Rieiro, Luis Villarino Pérez, entre otros) llegarían a la ciudad maravillosa para hacer fortuna, especialmente, en las noches.

Adolfo Morales de los Ríos esperó a la muerte de pie y pidió a sus hijos que amaran Brasil. Paulo José Pires Brandão contó que “por época da guerra de Cuba, Morales, no Rio como um arruaceiro protestou na praça pública, de pau na mão, contra as manifestações de agrado aos Estados Unidos da América do Norte, ou de desagrado sua querida Pátria. Assim, por várias vezes, foi preso pela polícia como perturbador da ordem”.

Diseñador patrimonial de Brasil, hombre del renacimiento, su arquitectura lindaba con la ingeniería y el urbanismo en su afán de desarrollar el país de adopción. Y, aunque fue un arquitecto de la Primera República, en un contexto de necesidad de saneamiento público, grandes avenidas y modernización, no fue alguien que despreciara el patrimonio portugués o del Imperio del Brasil, dejando una huella ecléctica e hispánica en Rio de Janeiro, que ahora sí podemos identificar más claramente.

Pablo González Velasco