La idea de un “Benelux Ibérico” lanzada por el alcalde de Oporto, Rui Moreira, tiene el precedente formal de una propuesta de tratado-marco tripartito entre los tres Estados ibéricos, publicada originariamente en una revista argentina.
Las identidades compartidas, la unidad geográfica, los intereses comunes, la pertenencia a la Comunidad Iberoamericana de Naciones y al espacio de la iberofonía, son algunos de los vínculos históricos, lingüísticos y culturales, que fundamentan la articulación institucional del espacio peninsular ibérico, como subregión europea.
El autor de la propuesta, el doctor en Ciencias Políticas Frigdiano Álvaro Durántez Prados, afirma que con dicho tratado “se estaría reconociendo por primera vez, y por parte de todos los actores soberanos ibéricos, la existencia y la puesta en marcha de un espacio propio fundamentado no sólo en la geografía y los intereses concretos, sino en profundos elementos históricos, culturales y lingüísticos de raíces seculares”. Y agrega que “el preámbulo en el que se expondría y conceptuaría este marco adquiriría probablemente una importancia equivalente a la del propio articulado”.
Durántez afirma que “la significación histórica de este posible Tratado demandaría una serie de importantes elementos formales y simbólicos, pues deberían asegurarse las condiciones de solemnidad adecuadas. En el terreno lingüístico se trataría del primer tratado, al menos desde la Edad Moderna, suscrito únicamente en los tres principales idiomas ibéricos, el castellano, el portugués y el catalán”.
Al igual que la propuesta de Rui Moreira, este tratado-marco podría tener una inspiración en otras subregiones europeas, ya articuladas, como “el Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), el Consejo Nórdico (Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia), o el Consejo de Estados del Mar Báltico, que reúnen a países de muy diferentes dimensiones”, afirma el politólogo.
La viabilidad de este espacio dependería de su funcionalidad práctica, dado que este ámbito de concertación y cooperación ibérica respondería a “diferentes perspectivas, expectativas, intereses e identidades. Para España representaría un marco geopolítico y simbólico natural, en el que se reconocen tanto constitucionalistas como independentistas. Para el Principado de Andorra significaría afirmar su estatalidad y su visibilidad internacional. Y para Portugal serviría para ganar protagonismo en una concepción tripartita de la Península Ibérica que supere la tradicional dualidad hispano-portuguesa, percibida históricamente como desigual y asimétrica”.
El contenido de dicho tratado, además de impulsar una estrategia común internacional, vendría en gran parte a superar al Tratado de Valencia de 2002. Tratado manifiestamente insuficiente para la realidad de las nuevas demandas de cooperación transfronteriza, como ya ha manifestado la Red Ibérica de Entidades Transfronterizas (RIET) y el movimiento iberista en diferentes ocasiones. Estas entidades han propuesto centenares de medidas para mejorar la comunicación y el entendimiento entre los países ibéricos y han defendido un Benelux Ibérico en estos últimos años. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ha expresado su apoyo a la propuesta del “Iberolux” del alcalde de Oporto.
El artículo de Durántez Prados sobre los Elementos para la articulación del espacio ibérico, formulado en 2007 y publicado por primera vez en 2009 en Cuaderno de Federalismo (vol. XXII), del Instituto de Federalismo de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (Argentina), fue también publicado posteriormente en la Revista Diplomacia Siglo XXI.