El III Encuentro de Rituales Ancestrales de Bemposta arranca una apoteosis de mascaradas ibéricas

Más de 2.000 personas asisten en Bemposta a un desfile de unas 40 agrupaciones de España y Portugal

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Unas 2.000 personas han disfrutado del III Encuentro de Rituales Ancestrales celebrado en Bemposta el 11 de febrero. Procedentes de los dos lados de La Raya, los asistentes han podido presenciar desfiles, coreografías y gestos de más de 40 grupos de máscaras (unos 300 participantes) de los nortes de Portugal y España, donde se mantienen estas tradiciones, en origen ligadas a la fertilidad por el solsticio de invierno. El encuentro ha sido organizado por la Associação MasChocalheiro de Bemposta, la Agrupación Europea de Cooperación Territorial Duero-Douro, la Câmara Municipal de Mogadouro y la Junta de Freguesía de Bemposta.

El III Encuentro de Rituales Ancestrales de Bemposta da comienzo a una semana de explosión de esta tradición trasmontana, que prosigue los días 18, 19, 20 y 21 con el Entrudo Chocalheiro y el desfile de Os Caretos de Podence, expresión cultural declarada Patrimonio de la Humanidad. También esos días Braganza celebra el Carnaval de Los Caretos, que este año representan una pieza de Antonio Tiza, antropólogo y filósofo bragantino autor de varios libros sobre el origen de las mascaradas de invierno, entre ellos, ‘El monje errante’.

El Encuentro de de Bemposta (primero después de 2 años de suspensión por razones sanitarias) ha puesto en escena un desfile de caretos, matracas, sécias, diablos, farândulos, ancianos y otras figuras del Nordeste Transmontano, Coímbra, Ílhavo (Aveiro), Zamora, Fermoselle, Ávila y otras. Abre el anfitrión, el Chocaleiro, y le siguen el resto de agrupaciones, la mayoría de ellas interactuando con el público mediante provocaciones, sustos y otros gestos. “El encuentro es una referencia en el área transfronteriza de Portugal y España”, dice Vítor Hugo Gomes (Maschocalheiro), “que busca resaltar el valor de estas tradiciones ancestrales y mostrar su potencial cultural y etnográfico”.

Aunque las mascaradas trasmontanas tuvieron su origen en rituales de fertilidad ligados al solsticio de invierno, la fecha se ha extendido a los carnavales y ha ido mudando –según las peculiaridades de las comarcas- en unos u otros motivos: ‘O Chocaleiro’, anfitrión en Bemposta, “es un diablo que purga un castigo de Dios”, dice Vitor Gómes, presidente de MasChocaleiro, el grupo organizador de la parada del sábado 11 de febrero. En cambio ‘El Zangarrón’ de Sanzoles (Zamora) “viene del espantalobos”, según el presidente de la Federación de Mascaradas de la provincia zamorana, José Javier Sánchez. Pero la puesta en escena en semejante: máscaras de madera, corcho, paja; variedad de ropajes (amplios y coloridos, también oscuros o neutros); motivos animales, cuernos, cencerros; amagos y gestos al público.

Juvenalia y Saturno

‘El Monje Errante’ (Sabaria, 2022), de Antonio Tiza, es un espléndido relato de cómo debió de ser la vida en los señoríos eclesiásticos de Trás-os-Montes en la Baja Edad Media, así como el día a día de villas y aldeas: describe ceremonias ancestrales relacionadas con la fertilidad en el solsticio de invierno donde las y los participantes se visten con ropajes y aditamentos similares a las actuales mascaradas de las mismas zonas. Tiza narra estos ritos en poblaciones como Várzea (Braga, Portugal) y Vigo de Sanabria (Zamora). A finales del siglo XIV se celebraban en la primera, por Navidad, las Juvenalia, donde chicos adolescentes eran iniciados en la sexualidad: en una cabaña de vacas, con una hoguera y ataviados con máscaras de madera y cuero, sayo con cintas de colores cosidas, unas sacerdotisas los iniciaban “para pasar a la condición de hombres” y, por tanto, “garantizar la procreación”.

En Vigo de Sanabria –dice Antonio Tiza en ‘El monje errante’- los mozos son protagonistas de La Visparra: un ‘mayordomo’ reclama días antes a los mancebos que preparen sus ropajes y se dispongan a la ceremonia. Se visten con máscaras de lana y estopa, faldón largo ajustado a la cintura, medias gruesas de lana, zuecos de madera y un manojo de cencerros en la cadera; un buey con dos grandes cuernos levanta las patas delanteras y dice “En el nombre de Lucifer, comenzamos la misa infernal”; después Saturno los ‘inviste’ de visparros y proclama: “vuestra misión es atraer mozas, acariciarlas y besarlas y convidarlas al acto de la fecundación”.

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