El Mundial ibérico de 2030 nos ilusiona, pero presenta inconvenientes

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España, Portugal y Marruecos acogerán el mundial de fútbol de 2030. Uruguay, Argentina y Paraguay darán cabida, de forma simbólica, a los 3 primeros encuentros. En Montevideo se realizará el partido de inaugural, 100 años después de que en la misma ciudad comenzasen los mundiales.

La FIFA optó por una decisión salomónica, dejando a Sudamérica sin mundial, pero con un premio de consolación, dando el premio a una Candidatura Ibérica que, no obstante, incluye a Marruecos; un país africano y árabe, que sirvió de contrapeso definitivo a la potente candidatura liderada por Arabia Saudí. La cuadratura del círculo ha sido posible, con una globalización de sedes algo extravagante, que puede funcionar.

España ocupará su papel, como principal organizador, acogiendo el mayor número de los 104 partidos que se disputarán en un Mundial en el que participarán 48 países. Quedan por definir la distribución de sedes y partidos. Por el momento, España propone 15 estadios en 13 ciudades; Portugal 3 estadios en 2 ciudades, y Marruecos 6 estadios en 6 ciudades.

La sede de la final del campeonato aún no está definida, pero probablemente se desarrolle en España, en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid o en el Campo Nou de Barcelona.

La valoración de la designación del Mundial en este novedoso formato debe ser, en términos generales, positiva. Lo más destacable es, sin lugar a dudas, el hecho de que lberia (España y Portugal) organicen, por primera vez de manera conjunta, uno de los acontecimientos deportivos más importantes del planeta. Es algo inédito; por fin el mundo podrá visualizar a la península como un todo unido capaz de proyectarse hacia el exterior. Por tanto, debemos felicitarnos, apoyando y valorando como se merece a esta gran oportunidad que se nos presenta

No obstante, hay algunos matices que es conveniente poner de relieve. La presencia de Marruecos en la candidatura y posterior elección supone compartir el evento con un país que no tiene un régimen democrático, y con el que existe la tensión derivada del conflicto del Sáhara Occidental, así como de las reivindicaciones territoriales de Ceuta y Melilla. Además, Marruecos es un país lo suficientemente grande y futbolero como para tener un Mundial propio, cuya organización estuvo cerca de alcanzar en 2010. La primacía organizativa de España le resultará necesariamente incómoda, lo que puede generar una perniciosa competencia entre sedes que ya se atisba en la lucha por el estadio que albergará la final.

Para los países iberoamericanos, el premio de consolación puede ser un regalo envenenado; una forma de eludir en un futuro la concesión de la organización del evento de manera completa.

Hay que tener presente que pese a la importancia de la cita mundialística. El valor relativo en términos comparativos no es equiparable al del Mundial de 1982 por todo tipo de factores, que van desde el volumen de inversiones necesarios, mucho menor que en los 80 al disponerse ya de los estadios y otras infraestructuras, y al menor impacto relativo de estos acontecimientos debido a los multitud de eventos globales en nuestro tiempo, que hace que se pierda parte del carácter extraordinario de un Mundial de futbol. No obstante, para Portugal si es la primera vez que acoge partidos de un campeonato Mundial de futbol;  algo que solo es posible  gracias a la Alianza Ibérica con España y que puede ser ejemplo para otros proyectos. Es necesario que en la organización final de los partidos se de a Portugal un protagonismo importante; que podría concretarse en la disputa de las semifinales en los estadios lusos.

El Mundial atraerá el foco del mundo sobre la península ibérica durante casi un mes y, si se organiza con éxito, podrá fortalecer el prestigio internacional de nuestros países. Las inversiones necesarias en cuanto estadios no van a ser importantes dado el magnífico nivel de las ya existentes o de próxima ejecución, como la renovación Camp Nou. Sin embargo, se abre una oportunidad magnífica para la mejora de las conexiones ferroviarias entre Portugal y España, que actualmente están en una situación lamentable e impropia de dos países aliados que comparten una península. Unas conexiones ferroviarias prácticamente inexistentes que provocan incredulidad y sonrojo.

La organización ibérica del Mundial 2030 es ya el motivo definitivo para afrontar el tren de alta velocidad entre Lisboa y Madrid, que albergarán conjuntamente 4 sedes mundialistas. Un tren comprometido hace más de 20 años que se encuentra varado en insufribles demoras fruto de escusas y desconfianzas inaceptables. Una conexión en tren de alta velocidad que junto a la de las fronteras norte y sur son absolutamente urgentes, por demanda, por ecología y por desarrollo socio-económico.

En definitiva “habemus mundial ibérico” un motivo para la ilusión que nos enorgullece, no exento de desafíos, obstáculos e inconvenientes que serán necesario enfrentar para alcanzar el éxito.

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