El imperio financiero de la empresaria angoleña Isabel dos Santos comenzó a desmoronarse cuando un consorcio internacional de periodistas hizo público, a principios de este año, el escándalo «Luanda Leaks», que involucra a la familia del ex presidente de Angola; especialmente, a la hija mayor, que es acusada de haber hecho fortuna a costa de la malversación de dinero público. Dinero que, durante varias décadas, fue controlado con «mano de hierro» por José Eduardo dos Santos.
Tras la publicación de esta información, que fue supuestamente obtenida por el hacker Rui Pinto, la otrora mujer más rica de África, se ha visto implicada en investigaciones en Angola y Portugal, en un momento de venta de posiciones accionistas y nacionalizaciones en curso.
En Portugal, Isabel dos Santos ha tenido participación en algunas de las mayores empresas nacionales. Cerca de 22 negocios diferentes que, según la angoleña, eran completamente «limpios».
Si en NOS o Eurobic ha vendido o está en proceso de venta de sus acciones, en Efacef se ha iniciado un proceso de nacionalización (similar al de TAP). Sólo que esta medida del Estado portugués, que tiene carácter temporal y que pretende salvaguardar los puestos de trabajo (porque con los bienes de Isabel dos Santos arrestados existía el riesgo de retrasos o impago de los salarios), puede conducir a una guerra política y legal dirigida por la ingeniera que, según algunos medios de comunicación, va a impugnar este negocio, lo que puede condicionar una futura reprivatización.
La tragedia ha afectado a la vida de Isabel dos Santos, no solamente por lo que respecta a sus empresas. El marido de la empresaria, Sindika Dokolo, ha muerto mientras practicaba buceo en apnea, en Dubai; lugar al que se trasladó con su familia tras el inicio del escándalo «Luanda Leaks».
El empresario congoleño había adquirido la antigua casa del cineasta Manoel de Oliveira, en Oporto, para abrir un centro cultural. Tal obra, nunca ha llegado a ver la «luz del día».
Lucha contra el blanqueo de capitales
La investigación abierta a los negocios de Isabel dos Santos ha suscitado, desde el primer minuto, comentarios de Ana Gomes, ex diputada del PS, y actual candidata a la presidencia, que pide que el país adopte lo antes posible las leyes europeas en la lucha contra el blanqueo de capitales y el lavado de dinero.
Según la «percepción de la corrupción» de 2019, que mide los niveles de corrupción en todo el mundo, Portugal ha bajado dos posiciones, en comparación con años anteriores, y está en el lugar número 62. En el mismo lugar está España, que había caído debido a los escándalos donde se asocia el nombre de la familia real. Ambos están por debajo de la media alcanzada por los demás países de la Unión Europea.