Brasil prepara sus elecciones presidenciales

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Diversas fueron mis experiencias personales en las elecciones en mi país de origen Brasil, que siempre me llamaron la atención, pues ya de niña tenía la curiosa costumbre de ver el largo programa electoral en la televisión. En mi adolescencia, mi primer trabajo, con el que tuve la oportunidad de ganar algún dinero fue realizando encuestas en la calle, preguntando sobre las intenciones de voto de las personas de diferentes edades y clases sociales.

Más tarde, ya con formación jurídica adquirida en Brasil, pude actuar en algún caso como abogada para la justicia electoral. También, durante el proceso electoral para alcalde de Cametá/PA del año 2016, realicé las funciones de fiscalización para evitar compra de votos en los colegios electorales. Todas fueron buenas experiencias, que me han ayudado a adquirir un conocimiento bastante preciso de los mecanismos electoral brasileño, que me gustaría compartir, de manera general, con los lectores de EL TRAPÉZIO.

La democracia más grande de Iberoamérica prepara sus elecciones presidenciales, que serán celebradas el 2 de octubre de este año, con segunda vuelta prevista para el 30 de octubre. Los candidatos a presidente, gobernadores, senadores y diputados, compiten por los votos de más de 149 millones de electores, en una de las disputas más polarizadas de la historia de Brasil.

Los dos principales aspirantes a ocupar el cargo de presidente de Brasil son Jair Bolsonaro, que intenta la reelección, y el expresidente Lula da Silva, que sigue en la disputa por un tercer mandato. Se enfrentan dos posiciones muy antagónicas, que se culpan mutuamente de los problemas que aquejan a Brasil. El líder del Partido de los Trabajadores encabeza el sondeo realizado por Paraná Pesquisas con una intención de voto de 40,2%, frente al 36,4% del actual mandatario.

Las elecciones existen en Brasil desde el período colonial, época del emperador Don Pedro I, aunque los criterios establecidos eran completamente diferentes de los actuales. El modelo actual del sistema electoral brasileño está establecido por la Constitución de 1988, que prevé el voto secreto y obligatorio para todos los que tienen entre 18 y 70 años; el proceso electoral es gestionado por el Tribunal Superior Electoral.

Brasil es una República Federal, con un sistema de Gobierno presidencialista. El presidente de la República es elegido por sufragio universal para un periodo de cuatro años, y puede ser reelegido una sola vez. Las elecciones presidenciales en Brasil se celebran bajo un sistema de mayoría absoluta de doble ronda (DR), lo que supone que es necesario tener más del 50% de los votos válidos para ser elegido en la primera o en la segunda vuelta.

Si ningún candidato tiene más del 50% en la primera vuelta, la elección se encamina a la segunda vuelta, en la que concurren los dos candidatos más votados en la primera vuelta. El que reciba la mayor parte de los votos válidos será elegido. Por mi experiencia personal, puedo decir que, si algo funciona bien en Brasil y de lo que los brasileños pueden estar orgullosos es la Justicia Electoral, que este año celebra 90 años, desde que fue creado el primer código electoral en 1932, durante el gobierno de Getúlio Vargas.

Brasil ha sido pionero en utilizar la urna electrónica, ya en 1996, siendo una parte relevante del proceso electoral brasileño. Este sistema es reconocido internacionalmente por su fiabilidad y eficacia. En los últimos años, sin embargo, se ha puesto en duda tal fiabilidad por el propio Bolsonaro, pero la verdad es que la urna electrónica brasileña es de casi imposible manipulación.

Los programas ejecutados por la máquina electrónica son todos desarrollados por el equipo del Tribunal Superior Electoral (TSE), que sólo acepta sistema operativo y aplicativos propios. El dispositivo cuenta con hasta 30 mecanismos de seguridad y no está conectado a internet, siendo los riesgos de hackeo extremadamente remotos. Pocas horas después del cierre de las elecciones empieza el recuento de los votos, y con gran inmediatez se conoce el candidato ganador. Hablando de logística electoral en Brasil, no es tarea fácil celebrar elecciones en el quinto país más grande del mundo, con un área de 8.511.968 km2, que suman 26 estados más el distrito federal.

La distribución y el transporte de los aparatos puede tardar más de cinco días en lugares lejanos de la Amazonía, algunos con difícil acceso, con acceso solamente por embarcaciones, en lugares del exterior el transporte tarda hasta más de una semana. Los brasileños residentes en el extranjero pueden votar para presidente sin mayores dificultades, para ello tienen que haber vivido más de tres meses en el país de su residencia y solicitar el traslado de domicilio electoral a tiempo, 151 días de antelación a la fecha de las elecciones.

Por otro lado, los extranjeros residentes en Brasil no pueden votar, salvo los que tienen nacionalidad brasileña; los portugueses que, después de tres años ininterrumpidos viviendo en Brasil, pueden votar. Por mi parte sólo puedo desear una buena votación a todos mis compatriotas; a mí este año me tocará votar aquí en Madrid. Sólo espero que acabe ganando el candidato que mejor sepa desarrollar un programa que haga de Brasil un país más próspero y con mejor reparto de la riqueza.

 

Lorena Luciana Santos

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