Cuba: el ocaso del quijotismo mágico

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Para Hugo Chávez, Fidel Castro era un “Don Quijote de La Habana”. Parece indudable que el caballero andante cubano tenía unos trazos hispánicos y quijotescos muy intensos, aunque -en tanto que caudillo absoluto de una Cuba socialmente estatalizada- tenía poco que ver con el espíritu libertario del homólogo de La Mancha, cuyo libro fue el primero publicado por la Imprenta de la Revolución.

El “factor hispano” es una de las posibles interpretaciones para entender la durabilidad y la causalidad de la Revolución Cubana. Mi hipótesis: La Revolución Cubana es una revancha de la guerra hispano-estadounidense de 1898. En 1998, Fidel Castro rindió homenaje a la actuación de la flota española en la batalla naval librada en la bahía de Santiago de Cuba cien años antes. Castro dijo que la batalla fue una “victoria moral de aquellos marinos”, y la calificó como “una de las grandes proezas de la historia y un acto heroico” de los militares españoles. Castro añadió que a los norteamericanos, vencedores aquel día, debería darles vergüenza hablar de esa victoria, este tipo de victorias no se cuentan”.

LOS HIJOS DE ESPAÑOLES HACEN UNA REVOLUCIÓN ANGLÓFOBA

La Revolución Cubana quiso levantar un muro numantino contra el Norte, asumiendo -en compensación- una rusofilia sovietizante. Se trata de una resistencia hispanocubana frente a lo anglosajón, desde presupuestos quijotistas, donde el idealismo estatalista y el nacionalismo cultural hispano están por encima de los resultados económicos materiales. Fidel era muy realista en cuanto al poder, pero muy idealista en relación a la economía. En este punto es muy parecido a Mao Zedong y muy diferente a Deng Xiaoping. De hecho, Fidel Castro, en la entrevista dada a Ignacio Ramonet como Biografía a dos voces (2006), reconoce (p.105) que, antes de la Revolución, leyó a Lenin y también el libro de La técnica del golpe de Estado de Curzio Malaparte.

Castro afirma que los principales organizadores del asalto al Moncada eran hijos de españoles (p.122), gran parte de ellos de gallegos, que llegaron a la Cuba republicana. Varios locutores de radio favorables a los rebeldes antibatistianos formaban parte de la comunidad española. Esta emigración española tenía fama de trabajadores, humildes y buenos pequeños comerciantes. Camilo Cienfuegos era hijo de asturiano y cántabra. El padre gallego de los hermanos Castro, que fue soldado español de la guerra de 1898, volvió posteriormente a Cuba, donde desde abajo consiguió amasar bastante dinero y tierras, así como fue simpatizante del franquismo.

Puedo intuir que originariamente la Revolución ha sido una reacción contra algunos sectores proanexionistas (a los Estados Unidos). Siendo esto cierto, Cuba es uno de los sitios donde -desde el ámbito cultural y popular- es más natural la compatibilidad de unas moderadas anglofilia e hispanofilia. Su posicionamiento geográfico y su cultura hispana -con vocación intercultural de mediación- es incompatible con el actual planteamiento de autarquía política y cultural, aunque se intente compensar con eventos internacionales o con turismo revolucionario y genérico. Castro, después del periodo especial, apostó por la inversión hotelera de empresarios españoles.

LA LEYENDA NEGRA DE LA CUBA REPUBLICANA

Fidel no hizo leyenda negra de la Cuba española, pero sí de la Cuba Republicana (1902-1959). Voy a obviar las informaciones que más se conocen -que coinciden con las que forman parte de la narrativa de la Revolución- y me centraré en lo que se desconoce. Contaré 22 píldoras -sin orden cronológico- para replantearnos lugares comunes:

1) El bloqueo/embargo estadounidense tiene origen en la nacionalización sin compensación. “Hasta que no me pagues yo no te vendo”, como dice Pepe Forte. Cuba sí que cerró acuerdos compensatorios por expropiaciones con España, Canadá, Francia, Reino Unido y Suiza. Muchos pequeños comerciantes españoles fueron expropiados.

2) Batista era descendiente de indígena y sufrió prejuicio racial.

3) Estados Unidos estableció un embargo de armas contra Batista.

4) A Fidel Castro le entrevistaron en los principales medios de Estados Unidos.

5) La inversión económica de la mafia italoamericana en Cuba -para crear unas “Las Vegas cubana”- conllevó la construcción de muchas instalaciones hoteleras, infraestructuras y un boom inmobiliario.

6) Fidel Castro vivía con todo tipo de comodidades durante su tiempo en prisión en la Cuba batistiana; recibía a sus camaradas y fue amnistiado por el dictador.

7) El PIB per cápita de Cuba era mayor que el de Brasil en los años cincuenta.

8) Los derrotados batistianos no buscaron asilo (preferencialmente) a la Embajada de España dada su afinidad al Movimiento 26 de Julio.

9) Batista en su primer Gobierno tuvo dos ministros comunistas y calificó a Franco de “fascista”. En el segundo mandato, normalizó las relaciones.

10) Las tiendas populares de comestibles (Bodegas) en la Cuba de los años cincuenta estaban muy bien abastecidas. También había gran cantidad de restaurantes.

11) Más allá de la retórica oficial, la Cuba de hoy tiene menos capacidad de decisión soberana que la de los años cincuenta, especialmente en el ámbito de autosuficiencia alimentaria.

12) Fidel Castro llegó al poder con el beneplácito de España y Estados Unidos, escondiendo su antinorteamericanismo que es anterior a la toma del poder.

13) Estados Unidos ofreció a Cuba retirar el bloqueo/embargo a cambio de que se abstuviera de intervenir en África y América Latina.

14) Cuba no quiso tener a Estados Unidos como socio preferente comercial desde el inicio de la Revolución hasta el fin del campo socialista.

15) El dinero gastado en guerrillas y especialmente en la Operación Carlota, en la seguridad interna, ha sido dinero que podría haberse aplicado para la industrialización de Cuba. Es lo que habrían hecho, intuyo, los sectores prosoviéticos (Microfacción) purgados del Partido Comunista. El Estado cubano se apropiaba de la plusvalía para aplicarla a fines partidistas y no productivos. Evidentemente las becas a estudiantes extranjeros o el servicio sanitario gratuito a grupos vulnerables de terceros países, aunque pudiera haber un interés de prestigio, merece su reconocimiento.

16) La Cuba española y la Cuba republicana, con sus dificultades, en ambos casos, eran una de las economías más desarrolladas de la América Latina de su contemporaneidad. No caben comparaciones con Haití. Todo lo contrario. Sólo caben comparaciones con República Dominicana o Puerto Rico.

17) En un país como la Cuba republicana de 1959, vanguardia en número de cines y canales de televisión, heredada por Fidel Castro, este sabía de la eficiencia política de la acción comunicativa por televisión, algo que aplicaría Chávez y aprendería Pablo Iglesias.

19) Fidel prometió unas elecciones -con libertad de participación a los partidos políticos- a los 18 meses de su llegada a La Habana, así como afirmó en varias ocasiones que no era comunista.

20) En la actualidad, unos cuantos altos funcionarios cubanos pasan su jubilación en Miami invitados por sus familiares.

21) Batista acabó exiliado en España, tras un periplo por República Dominicana, Madeira y Estoril. Franco negó el asilo político a Batista, pero más tarde, pasada la vorágine política, le dio un visado. Le puso dos agentes para resguardarlo y vigilarlo.

22) Los principales indicadores sociales y laborales, incluyendo la tasa de analfabetismo, de la Cuba de los años cincuenta, eran comparativamente buenos.

RELACIONES ENTRE LA CUBA CASTRISTA Y LA ESPAÑA FRANQUISTA

En el citado libro de la entrevista-biográfica dada a Ramonet, Fidel Castro sostiene que Franco tuvo una posición “digna” con Cuba (p.458), aguantando las presiones de Estados Unidos y el exilio cubano para que rompiese con Cuba y, por otro lado, ignorando las posiciones “doctrinarias” oficiales cubanas -con críticas antifranquistas y de cordialidad con los comunistas españoles-, como él mismo reconoce algo arrepentido.

En la noche del 20 de enero de 1960, el embajador español en Cuba, Juan Pablo de Lojendio, estaba viendo a Fidel Castro por la televisión y escuchó al líder de la revolución decir que la Embajada de España estaba “apoyando el movimiento contrarrevolucionario”. Castro estaba molesto con la Embajada porque había dado refugio a católicos cubanos y existían otros rumores. Castro recordará así este episodio: “En enero de 1960, un embajador de España, Juan Pablo de Lojendio, era un marqués, era un miura… En aquella época las medidas nuestras de organización no eran muchas, la seguridad tampoco. Eran como las doce de la noche y en el edificio de Telemundo donde yo estaba hablando por la televisión y criticando a Franco, se siente un bufido y entra una especie de toro miura que avanza como un tanque, porque era medio gordo también, y ha dado un escándalo colosal, de insultos y todo… Entonces, no sé qué cosa le dije, más bien porque tenía que protegerme, digo: “¡Saquen al malcriado este de aquí!”, y no conseguían sacarlo. El hombre fue valiente, tengo que reconocerlo. Yo no estaba ni muy ofendido, porque, bueno, después de la audacia de ese embajador me reía casi de aquello. Pero hubo que expulsarlo, no quedó más remedio” (p. 458).

La protesta del embajador se debió a que la crítica de Castro no se hizo previamente por los debidos cauces diplomáticos, además de por un sentimiento de ingratitud porque las autoridades franquistas habían dado protección en Madrid a la oposición cubana, habían dado cobertura periodística a sus actividades y en su Embajada habían recibido a refugiados del Movimiento 26 de Julio y otras organizaciones de oposición.

Franco le dijo a Lojendio, cuando volvió a Madrid, que su comportamiento “como español, muy bueno; como diplomático, muy malo”. Este episodio de cantar las cuarenta a personajes de armas tomar tiene el paralelismo del ¿Por qué no te callas? de Juan Carlos I. En ambos casos, la sangre no llegó al río, pero quedaron como de los pocos episodios de encararse en vivo y en directo a gigantes revolucionarios en un intento de bajarles los humos. Hay otra anécdota, protagonizada por el piloto cubano Orestes Lorenzo, que huyó a los Estados Unidos en un MiG-23BN. Raúl Castro llegó a afirmar que “si Lorenzo tuvo los cojones para llevarse un avión, que los tenga también para venir a buscar” a su familia. Dicho y hecho. Con pequeño avión Cessna 310, recogió a su familia, aterrizando en un calle de La Habana, sin que lo percibieran las autoridades. Es el llamado Vuelo del amor.

Los republicanos españoles y la Embajada española se diputaban un trato preferente con las nuevas autoridades revolucionarias. Entre sus predicciones, las autoridades franquistas acertaron en que el nuevo régimen iba a apostar por la relación comercial con España; en lo que no acertaron es en su radicalización hasta el comunismo. No obstante, no pusieron en peligro lo primero por lo segundo, manteniendo los encargados de negocios -con intensa actividad comercial- y bajando el perfil de las críticas entre regímenes.

Franco quería mantener la interlocución con la comunidad española en Cuba. Castro afirma que “las relaciones con Franco no había quien las rompiera. Ahora, el tabaco nuestro quien lo compraba era España; el azúcar cubano lo compraba España; el ron cubano, España; y, sin embargo, realmente, nosotros lo que teníamos era una fiebre y una crítica incesante contra Franco”.  (p. 458). “Fue una actitud meritoria que merece respeto e incluso merece, en ese punto, nuestro agradecimiento. No quiso ceder a la presión norteamericana. Actuó con testarudez gallega. No rompió las relaciones con Cuba. Su actitud fue firmísima. Bueno, hay algunas explicaciones: Franco era de Ferrol, la escuadra de Cervera era gente de allí de Ferrol”. En aquella batalla naval de Santiago de Cuba de 1898, entre España y Estados Unidos, se demostró allí, según Castro, “el quijotismo y el heroísmo español en un grado muy alto. Nosotros los honramos, les rendimos tributo a aquellos hombres” (p.459).

La interpretación que hace Fidel Castro sobre cómo cree que analizaba Franco a la Revolución Cubana es compatible con la hipótesis que he planteado al inicio. Castro afirma que “lo que hizo la Revolución cubana, a partir de 1959, resistiendo a Estados Unidos, rebelándose contra el imperio y derrotándolo en Girón, puede haber sido visto por él como una forma de revancha histórica de España. En definitiva, los cubanos, en la forma en que hemos sabido enfrentarnos y resistir a sus agresiones, hemos reivindicado el sentimiento y el honor de los españoles. Ese fator histórico, casi sentimental, tiene que haber influido en la actitud de Franco. No creo en razones económicas, ni creo en razones de otro tipo”.

Castro veía a Franco y a Manuel Fraga como personas muy “astutas”, así como tenía “un alto concepto” del rey Juan Carlos I, a quien regaló una foto de la visita de Don Juan a La Habana en 1948. Castro afirmó que hablaba por teléfono con cierta frecuencia con sus parientes gallegos. En una ocasión estuvo en la casa de su padre en Láncara (Lugo, Galicia, España). En 1975, Fidel decretó 3 días de luto y bandera a media asta por la muerte de Franco. Tanto el padre de Franco como el de Fidel, ambos gallegos, habían luchado en defensa de la Cuba española. En el caso de Fraga, gallego de Lugo como Ángel Castro, su padre y su madre se conocieron en Cuba.

EL FUTURO DE UN RÉGIMEN QUE SE TAMBALEA

Cuba está cada vez más vacía; vive un decrecimiento y envejecimiento demográfico, así como se recrudece la escasez alimentaria, los cortes de agua y los apagones. Lo mínimo que debería ofrecer cualquier régimen político a su población es una mejora constante, desde el punto de partida, aunque sea lenta. Esto no ha ocurrido en Cuba.

Si en este año terminará la aventura revolucionaria de los Castro, entregarían un país -en términos netos- peor que el que asumieron. Es algo así como si Franco se hubiese mantenido en el periodo autárquico. Si uno tiene un régimen autoritario, la única forma de intentar justificarlo es con resultados económicos materiales. La satisfacción moral quijotesca puede ser interesante para un orgullo nacional si es de forma episódica, pero obligar a todos los ciudadanos a tener una determinada moral es totalitarismo.

Financiar unos principios ideológicos con el sacrificio económico y sangriento (misiones militares) de un pueblo, así como con la subvención primero de Rusia, después de Venezuela y de los impagos de los préstamos, no es meritorio. Se necesitan resultados y mejoras constantes. De los principios no se come. Del sermón todo el mundo se cansa. Se necesita productividad, pluralismo y felicidad. ¿Lo puede ofrecer el régimen actual?

El hijo de Fidel Castro, que no es disidente, Alexi Castro Soto del Valle, ha afirmado -hace poco tiempo- en Twitter, antes de que le llamaran la atención para dejar la red social, que la revolución no significa “estructuras y métodos inamovibles”. “No se comprenden conceptos como el sentido de propiedad, la necesaria autonomía para invertir, asociarse, producir y comercializar, la formación de precios, que no debe ser por mandato”. “Si se va a los orígenes y metas de la Revolución en 1953, en el Programa del Moncada y el Manifiesto de la Sierra, allí encontraremos todo lo que debemos actualizar y cambiar por el bien supremo de la nación, sin que nadie pierda y todos ganemos”. Si hoy leemos ambos textos, pueden ser vigentes para un consenso entre Gobierno y oposición. Se trata de un nacionalismo moderado democrático, nada de comunismo y con referencia a la Constitución democrática de 1940. En particular, en el Manifiesto de Sierra Maestra de 1957 se dice que:

“Unir es lo único patriótico en esta hora. Unir en lo que tienen de común todos los sectores políticos, revolucionarios y sociales que combaten la dictadura. ¿Y qué tienen de común todos los partidos políticos de oposición, los sectores revolucionarios y las instituciones cívicas? El deseo de poner fin al régimen de fuerza, las violaciones a los derechos individuales, los crímenes infames y buscar la paz que todos anhelamos por el único camino posible, que es el encauzamiento democrático y constitucional del país. ¿Es que los rebeldes de la Sierra Maestra no queremos elecciones libres, un régimen democrático, un gobierno constitucional? Porque nos privaron de esos derechos hemos luchado desde el 10 de marzo. Por desearlos más que nadie estamos aquí. Para demostrarlo, ahí están nuestros combatientes muertos en la Sierra y nuestros compañeros asesinados en las calles o recluidos en las mazmorras de las prisiones; luchando por el hermoso ideal de una Cuba Libre, democrática y justa. Lo que no hacemos es comulgar con la mentira, la farsa y la componenda”.

La voluntad de Fidel Castro, desde enero de 1959, era la de ocupar la totalidad del poder. El hecho de ser una isla y las oleadas de emigración, garantizaron el adelgazamiento de la oposición interna. Fidel, como gran prestidigitador y comunicador, engañó a todo el mundo. Esta es una de las lecciones históricas: cuando se da mucho poder a una persona en nombre de una noble causa de cambio… el cambio puede ir a peor. Por eso, recomiendo que nunca se den cheques en blanco a líderes cuyos planes internos son ocupar todo el poder. Todavía se espera el final de la legislatura de 65 años y que haya alguna elección pluralista de agrupamientos políticos, aunque sea dentro del régimen constitucional vigente. Faltan nueve años para que la Revolución Cubana supere en longevidad a la Unión Soviética. Raúl Castro tiene 93 años y su defunción será un punto de inflexión.

EL BLOQUEO EXTERNO COMO MOLINO DE VIENTO DE LOS QUIJOTISTAS CUBANOS

El célebre cantautor cubano Silvio Rodríguez ha afirmado que “no podemos pasarnos la vida creyendo que todo lo que no podemos hacer es culpa de que hay un vecino muy poderoso que nos bloquea y nos impide hacer cosas. Si en 60 años no hemos podido desarrollar una creatividad que supere el bloqueo, estamos mal”. Todo esto es consecuencia de un tozudo aventurerismo de un soberanismo retorico sin respaldo económico interno. Lo que tampoco nos puede llevar a menospreciar las obras que los cubanos han conseguido realizar en estas seis décadas con gran dificultad, especialmente en el ámbito cultural. Pero lo cierto es que aquellos cubanos individuales -que quisieron contribuir- muchos han tenido que continuar sus carreras fuera de la Isla, donde la nación cubana está viva y es vibrante.

La actual Cuba está peor que la de 1959. Un fracaso sin paliativos. No valen excusas. Si, después de seis décadas, el bloqueo sigue siendo eficaz, supone reconocer que sigues dependiente de las importaciones del país enemigo que escogiste para enfrentarte abiertamente. Si puedes comerciar -a pesar de las limitaciones indirectas- con México, Brasil, España, Europa, China y Rusia, no se justifica. Por cierto, Cuba importa pollos de Estados Unidos y no consigue producir alimentos que sí tenía en 1959. La retórica del bloqueo es algo así como llorar porque no puedo comprar ni vender a mi declarado enemigo. En realidad, es una cortina humo de la propia incompetencia económica o un ejercicio de bravuconear por encima de tus posibilidades.

Una ética política de las consecuencias no entiende de síndromes de Estocolmo ni de épicas aldeanas. El quijotismo está vacío si no se tiene medios para compensar el daño. Como estrategia de resistencia es mejor el toreo, con aliados, que la épica sin resultados. Cuba tiene dos bloqueos el externo y el interno. El interno no lo quieren solucionar (o son incapaces), y el externo parece más una batalla quijotesca contra los molinos de viento.

EL BLOQUEO INTERNO DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y SU LIBERACIÓN

Al socialismo cubano no se le pide que supere al capitalismo norteamericano, sino que mejore gradualmente el bienestar de su población. Es cierto que nunca pudo disponer de la mejor tecnología norteamericana, aunque acabe llegando más cara de contrabando. Los comunistas chinos cambiaron sus objetivos para priorizar una sociedad próspera mínimamente acomodada. Si el mantenimiento del poder implica un bloqueo de las fuerzas productivas, entonces, cojan sus maletas, queridos camaradas, y se vayan de Cuba.

El Partido Comunista de Cuba siempre ha respetado el sistema institucional iberoamericano desde su constitución en los años noventa. España, Brasil e Iberoamérica, en su conjunto y como contrapeso, deberían ayudar a Cuba a lograr un acuerdo de beneficio mutuo con Estados Unidos. España debería tener aún más presencia, creando varios niveles de cooperación especial, más institucionalizada, por ejemplo, entre las islas de la Macaronesia (recordemos su hermanamiento con las Islas Canarias), y establecer una segunda sede de la Secretaría Iberoamericana (SEGIB) en La Habana. El latinoamericanismo y el iberoamericanismo están bien como contrapunto, para acumular poder de negociación, pero no para romper relaciones o enfrentarse directamente como estrategia permanente a su vecino del norte. En una nueva Cuba, España, para mantener su influencia, podría estimular la emigración española y que una parte de los cubanos residentes en España volvieran en la Cuba postcastro. La amistad con Cuba tiene ir más allá de la ideología. Esto va para los grupos de solidaridad con la Revolución.

Por ser hispanodescendiente esta Revolución, como creo que ya intentó convencer Manuel Fraga a Fidel Castro en un retorno definitivo a las tierras de su padre, el Reino de España puede asumir el reto de llenar un buque militar con el apparátchik cubano (los últimos de Cuba), y traérselos -con todos los honores- a España durante unos años hasta que un nuevo régimen pluralista, incluyendo a un sector reformista del comunismo cubano, se asiente. Lo lógico es que surja un Adolfo Suárez y se haga un haraquiri la asamblea nacional, con su correspondiente transición, amnistía mutua y vuelta a la constitución de 1940, como decía el Manifiesto de la Sierra, y que comience la labor de reconstrucción y atracción masiva de capitales y cerebros para liberar las fuerzas productivas. El bloqueo interno a las fuerzas productivas es el principal problema, independientemente del deseo irrefrenable que tengan las autoridades cubanas de querer comerciar con Estados Unidos.

Debemos estar preparados ante un posible colapso de Venezuela y Cuba, lo que podría significar una segunda caída del muro de Berlín. La Cuba castrista y quijotesca colonizó a la izquierda latino e iberoamericana y desplegó una diplomacia de gran impacto, que incluye relaciones con los países lusófonos africanos. Su derrota se sentirá en la izquierda. La última oportunidad para Raúl Castro es volver al Manifiesto de Sierra Maestra como propone su sobrino.

La Habana del postcastrismo se convertirá en un puente único entre España, Estados Unidos y América Latina. Se reconstruirá rápidamente. Su idiosincrasia no peligrará, al contrario. Cuba siempre fue el territorio con la relación más íntima con España, la joya de la corona. La Habana está llamada a volver a ser una capital hispana mundial.

Pablo González Velasco

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