Cumbre Ibérica de Trujillo: balance previo

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Convocada para el día 28 de octubre, por parte de los Gobiernos ibéricos, la Cumbre Ibérica de 2021, en la localidad extremeña de Trujillo, me da la oportunidad de hacer un balance del último año en relación a los acuerdos y compromisos alcanzados en la anterior cumbre de Guarda. Ha sido un año especialmente difícil por las dificultades que ha impuesto la pandemia. Un año de vigencia de la Estrategia Común de Desarrollo Transfronterizo y un año que marca el comienzo del desarrollo de los fondos de recuperación y resilencia de la Unión Europea, que son una oportunidad única para el desarrollo de la Península Ibérica.

El balance de este año está nuevamente marcado por la ausencia de realizaciones concretas de la Estrategia Común de Desarrollo Transfronterizo y de la Declaración Conjunta de la cumbre de Guarda.

La Estrategia Común de Desarrollo Transfronterizo, sin lugar a dudas, es un gran paso adelante en cuanto a las políticas de cooperación, pero su primer año de vigencia ha sido decepcionante, en cuanto a acciones concretas, dando la impresión que la mayoría del Plan va a quedarse en el papel, como tantos otros. Doy, no obstante, un voto de confianza a los actuales Gobiernos, por las dificultades derivadas de la pandemia. Sin embargo, es necesario apelar a los responsables directos de implementar este acuerdo, concretamente a Isabel Ferreira, como secretaria de Estado de Valorización del Interior de Portugal y al secretario de Estado de Reto Demográfico de España, Francesc Boya, para que desarrollen urgentemente un mecanismo de ejecución de la Estrategia Común de Desarrollo Transfronterizo, fijando compromisos y plazos específicos para cada acción prevista.

En cuanto a los compromisos de la declaración conjunta de Guarda el punto 4 dice: “Reafirmando, en el espíritu del Tratado de Amistad y Cooperación (1978) y su Protocolo Adicional (1983), el valor de la celebración anual de las Cumbres hispanoportuguesas y su papel decisivo en el fortalecimiento de la relación bilateral, los Gobiernos de España y Portugal reconocen la importancia de activar un mecanismo, a nivel político, de seguimiento de las decisiones adoptadas en cada Cumbre”. A este respecto ha habido algún avance con la celebración el 4 de diciembre de 2020 de la primera reunión del Mecanismo de Seguimiento de la Cumbre Ibérica   entre la secretaria de Estado de Asuntos europeos de Portugal, Ana Paula Zacarias, y el secretario de Estado de Asuntos Europeos de España, Juan González-Barba. Este tipo de reuniones tendrá una segunda edición antes de la Cumbre de Trujillo. Este es un buen camino que debe de afianzarse.

Otro punto importante de la Declaración Conjunta es el número 6 que manifiesta “Los Gobiernos de España y Portugal afirman su intención de actualizar y plasmar el rico y diverso entramado de sus vínculos bilaterales a través de un Tratado de Amistad y Cooperación renovado, que responda a la creciente densidad y profundidad de las relaciones bilaterales y refleje en toda su amplitud su relación estratégica y multidimensional”. Un año después nada se sabe de esta intención. Es totalmente necesario un tratado de Amistad y Cooperación que renueve el de 1977. Han pasado 44 años y la realidad ibérica es radicalmente diferente. Los Gobiernos deben ponerse una meta temporal. Dos años sería un plazo adecuado, que permitiría evitar los periodos electorales.

En el apartado de conexiones e infraestructuras, se ha avanzado algo más. A nivel local este año se ha asegurado, con la utilización de fondos del Plan de Reconstrucción y Resilencia de la UE, la construcción de dos nuevos puentes entre Sanlúcar del Guadiana y Alcoutim; y sobre el río Sever, conectando Cedillo con Nisa y el refuerzo (y renovación) de las carreteras EN 103, entre Vinhais y Bragança; la IC 31, entre Castelo Branco y Monfortinho, y la conexión de Bragança con Puebla de Sanabria. Son obras que se esperaban desde hace varios años en las localidades de la Raya que van a contribuir a “coser” las comunicaciones de proximidad en la zona de frontera.

En cuanto a los grandes ejes de comunicación ferroviaria, cabe recordar que los Gobiernos se comprometieron antes de la crisis financiera de 2008 a tener un tren de alta velocidad entre Madrid y Lisboa en 2013 y entre Vigo y Porto en 2009. Ciertamente es comprensible que aquellas promesas no se cumpliesen dadas las vicisitudes económicas que se produjeron.

Este año hemos asistido a un nuevo compromiso de Portugal para llevar un tren de alta prestaciones hasta la frontera gallega para conectar Vigo y Oporto. Extrañamente la conexión entre Madrid y Lisboa está en una nebulosa de obras, intenciones no confesadas, tabús a medio derribar y otras circunstancias “esotéricas” que parece que pueden desembocar en algo positivo en el medio plazo. En el año europeo del ferrocarril, con los fondos de la UE disponibles y con la necesidad urgente de reducir emisiones contaminantes, las conexiones deben comenzar su ejecución en un plazo de meses.

Por último, me referiré a una demanda del Movimiento Iberista mantenida en el tiempo, que es la creación de una Institución Permanente de Cooperación Ibérica, con capacidad ejecutiva, con competencias bien definidas, y convenientemente dotada presupuestariamente. Por el momento este tipo de organismo no está en ninguna agenda gubernamental, si bien, en algo se pueden parecer las reuniones del Mecanismo de Seguimiento de las Cumbres Ibéricas. Bienvenidas sean estas reuniones. Seguiremos insistiendo en que España y Portugal merecen una coordinación de carácter estratégico y permanente, dirigida por verdaderos expertos en la península ibérica.

 

Pablo Castro Abad

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