El Oeste existe, señor ministro

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El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, ha admitido días atrás que la autovía entre Zamora y Portugal «va mal». Esta autovía supondrá que la peligrosa y sobrecargada N-112 sea desdoblada y transformada en A-11, y es un enlace clave en el Eje Atlántico, pues conectará con vía rápida el Polo Industrial de Oporto con Europa. Pero para ello hay que desdoblar también la conexión con Portugal por la provincia de Zamora, y esta parte está, según reconoce Óscar Puente, «en pañales». Mientras tanto Braganza hace meses que ha anunciado la licitación de la parte que corresponde al lado portugués.

En el mismo acto informativo el ministro Óscar Puente anunció la licitación por 212 millones de 22 kilómetros entre la Variante de Aranda de Duero (Burgos) y Langa de Duero (Soria), la «segunda más importante» realizada por la Dirección General de Carreteras en los últimos años. Y, como actuaba en casa, Puente también anunció una inversión de 16 millones para «humanizar Valladolid» en rondas y corredores urbanos.

Dejemos a beneficio de inventario las mejoras en Valladolid: el ministro Óscar Puente es vallisoletano, fue alcalde de su ciudad y se encontraba en casa. Valladolid es la metrópoli de Castilla, la capital de Castilla y León y las grandes ciudades y sus habitantes necesitan de estas inversiones. Pero Valladolid tiene la extraña facultad de procurar tortícolis a las autoridades públicas: el ministro y la Junta de Castilla y León miran hacia el nordeste, como si una contractura les impidiera mirar a la izquierda, al oeste, a la Raya, hacia Portugal.

Si el ministro Óscar Puente y la Junta de Castilla y León miraran hacia el oeste verían la Franja Céltica, una de las zonas más despobladas de Europa. Verían pueblos y aldeas en extinción, de difícil acceso y muy escasas posibilidades de desarrollo. Verían una Raya, húmeda y seca, huera de pasos, tanto de vehículos o caballerías, como de ferrocarriles. Pero están de espaldas al oeste, hacia Portugal.

Si las autoridades públicas miraran al oeste verían que las provincias de León y Zamora son las que menos inversión reciben de las cuentas generales, las de mayor emigración y las de menores facilidades de movilidad. Es como si León y Zamora, como si sus habitantes estuvieran pagando todavía la osadía de haber sido el reino de referencia en el noroeste de la península hace un milenio. Por eso ponen una frontera de tortícolis en Valladolid.

«El Oeste español, en pleno siglo XXI, sigue siendo un territorio de leyenda», dice el reputado escritor leonés Julio Llamazares en su artículo ‘El Oeste español’: «Tanto las provincias del antiguo Reino de León, hoy integradas en la autonomía de Castilla y León, como las de Extremadura, compiten entre sí en liderar los datos de despoblación, envejecimiento y baja natalidad, y también ocupan los últimos puestos en actividad laboral y económica, lo que se traduce en una emigración constante; el Oeste español es invisible».

 

Carlos Funcia

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