Portugal/Brasil: ¿Imperio netamente depredador?

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Me preocupa que la asunción geopolítica del paniberismo, por algunos españoles, no conlleve el desprendimiento completo tanto de prejuicios sobre la historia de Portugal, como de esquematismos duales que sofoquen un equilibrio comparativo de todas las partes que componen la Iberofonía. La grandeza de la propia historia no mejora disminuyendo la del país hermano. Por ello, voy a desarrollar mi reflexión crítica, desde un iberismo metodológico, sobre el supuesto carácter netamente depredador del Reino de Portugal en Brasil. Esta vez no voy a entrar en la crítica al nacionalismo portugués porque ya la hice en las referencias que señalo al final del texto. Utilizo, en este artículo, el término Imperio portugués, refiriéndome a la articulación multicontinental del Reino de Portugal. Cabe señalar, dentro de la mística portuguesa, la vocación universal expresada en Os Lusíadas por Luís de Camões y la profecía del Quinto Império del filósofo jesuita António Vieira.

Seguidores de la Escuela de Gustavo Bueno han popularizado por redes sociales los términos “Imperio Generador” e “Imperio Depredador” para clasificar los diferentes tipos de colonización/instalación a lo largo del tiempo de los diferentes Imperios. Generalmente se reconoce que puede haber una coexistencia entre los elementos “generadores” y “depredadores” en mismo Imperio y época, lo cual flexibiliza el esquema. No podemos olvidar que, junto al proyecto jurídico del Imperio, existe una realidad multifactorial: las circunstancias geográficas y civilizatorias por donde se expande dicho imperio, la voluntad mixófila o mixófoba de los agentes del Imperio y de las poblaciones autóctonas, las circunstancias históricas y de supervivencia para todas las partes, así como el grado de problematización y autonomía ante la escasez en los confines del Imperio.

¿Tiene sentido que paniberistas afirmen que el Imperio portugués fue siempre depredador y anglosajón en su modo de actuar? Creo que no. Es como si un portugués constantemente intentara interpretar a España como algo siempre subordinado a Francia. No sería un plato de buen gusto, aunque tuviera parte de verdad durante un periodo no menor de nuestra historia. Primeramente, debemos dejar claro que la primera independencia de Portugal (1139), desgajado del Reino de León (independencia reconocida en 1143), no tuvo como padrino internacional a Inglaterra, sino al Vaticano (bula Manifestis Probatum de 1179). La alianza con Inglaterra es posterior y es cierto que fue decisiva en la consolidación de la independencia lusa a lo largo de toda su historia, cuya premisa era la clara determinación de fuerzas autóctonas; lo que fue compatible –durante la Casa Avís en el trono portugués (1385-1580)– con una inclinación hacia la cooperación ibérica, a diferencia de los Bragança. Las razones de la restauración de la independencia portuguesa en 1640-1668 tienen que ver con el proyecto unificador de la Unión de Armas del Conde-Duque de Olivares (los portugueses no querían financiar ni participar en las guerras europeas del Imperio hispánico). Este proyecto de Unión de Armas, así como otras políticas, incumplía el juramento de las Cortes de Tomar (1581); por otro lado, la falta de presencia de Felipe III y IV en Portugal atizó la orfandad y el sebastianismo.

Los paniberistas debieran asumir como propias las herencias de los Reinos peninsulares. En coherencia con el concepto cultural alfonsí, se puede reivindicar la reconquista castellana, aragonesa y portuguesa sin dejar de reconocer los elementos positivos andalusíes (judíos y musulmanes), en el marco de periodos de auge y decadencia, que configuran una singularidad cultural ibérico-oriental que incluso llegó a América. Cabe destacar el giro positivo que está dando Pedro Insua en ese sentido, convirtiéndose al castrismo de don Américo, probablemente la mayor conversión desde Recaredo, si me permiten la broma. No se puede ni sobrevalorar ni menospreciar la contribución andalusí. Ni mucho menos regalar la experiencia de Al-Ándalus a los islamistas modernos o posmodernos, separatistas o ultraeuropeístas. La Península Ibérica es bicontinental euroafricana.

SISTEMA DE FEITORIAS, UNO DE LOS MODELOS DEL MEDITERRÁNEO

Aragón y Portugal desarrollaron un sistema de feitorias (bases comerciales; factorías) en su primera expansión. El sistema luso de feitorias sirvió para proteger y vertebrar rutas comerciales que inicialmente no tenían elementos depredadores predominantes, manteniendo buenas y amistosas relaciones de intercambio locales. A pesar de la rivalidad ibérica en la pretérita carrera espacial, los puertos lusos y españoles y las feitorias portuguesas fueron las bases de la expansión del intercambio comercial a todo el planeta, algo que supuso un avance en el conocimiento, la ciencia y las economías mundiales. Sevilla y Lisboa eran los grandes puertos del mundo. El nuevo Mediterráneo era el Atlántico, y más allá: el Índico era portugués, y el Pacífico, español. En una segunda etapa, el sistema de feitorias africanas empiezan a asumir un papel depredador creciente, drenando recursos humanos locales a través del comercio de esclavos, así como por el natural intercambio desigual del comercio en el marco del incipiente capitalismo mercantil. Al final del siglo XIX, después del fin del tráfico negrero, llegará el colonialismo de la Conferencia de Berlín, este sí netamente depredador, aunque haya elementos legados por los imperialistas que se hayan podido apropiar las poblaciones autóctonas –tras su independencia– como la lengua, el derecho, el urbanismo, etc. El colonialismo de la Conferencia de Berlín no fue formalmente esclavista, pero hubo trabajo forzado, tortura, segregación, explotación de los recursos naturales, aculturación rígida y bloqueo de un desarrollo autocentrado de las fuerzas productivas.

Antes de la modernidad burguesa y su aparato estatal, lo que predominaba era el sistema de feitorias y el sistema de poblamiento, ambos sistemas hijos del Mediterráneo. Portugal también tuvo feitorias en Antuérpia (Amberes) y, anteriormente, en Bruges (Brujas), ambas en Flandes. El sistema de feitorias fue copiado en parte por ingleses y holandeses. Los españoles se encontraron (en el interior y no en la costa de América) ciudades indígenas de una semicivilización (o civilización en desarrollo con nobleza indígena), frente a portugueses e ingleses que encontraron tribus nómadas. Además, hay que apuntar diferencias geológicas como las cordilleras del Pacífico.

BRASIL MESTIZO E HISPÁNICO

Durante las primeras tres primeras décadas del siglo XVI se instalan feitorias en la costa de Brasil. Comienza progresivamente la agricultura más allá de la subsistencia y la instalación estable de familias mixtas (caboclos), bases de una nueva civilización mestiza, por lo que no era una mera “colonia”. En 1532 se funda la primera villa. En 1534 se crean 14 capitanías hereditarias, comenzando la colonización del litoral, penetrando en el territorio interior, formalmente hasta la línea de Tordesillas. En otros puntos del Imperio portugués también se crean ciudades, pero será en Brasil donde se desarrolle una colonización interior más determinante, especialmente más por emulación de aventureros (bandeirantes) que por consecuencia de un proyecto en el periodo de Unión Ibérica de Coronas. Entre los bandeirantes había castellanos, cristianos nuevos portugueses, y mestizos; hablaban lenguas indígenas, creaban alianzas con tribus que formaban parte de su ejército, así como esclavizaban a los que oponían a su proyecto de explorar más allá de los límites de Tordesillas en un terreno ignoto. La exploración del interior se consolidará en el siglo XVIII cuando se encuentre y se explote el oro en Minas Gerais (región interior de Brasil). En el Brasil “colonia” se creará una rica élite local, espectaculares iglesias barrocas y habrá contribuciones tributarias de oro con la fórmula del quinto real. En 1548 se crea el Gobierno general de Brasil en Salvador de Bahía. En 1621 la América Portuguesa será dividida por Felipe III entre el Estado do Maranhão y el Estado do Brasil. Al igual que las reformas borbónicas, las pombalinas iban en un sentido de más centralización y más acentuación de la parte depredatoria, en términos de recursos naturales e impuestos.

La Monarquía hispánica será responsable del Reino de Portugal, y su ultramar, entre 1580 y 1640, para bien y para mal. Desde el Escorial, el monarca gobierna a través de sus Consejos de Indias y de Portugal, respetando una amplia autonomía de los reinos y virreinatos. No es posible lavarse las manos sobre lo que ocurría en el Reino portugués. Durante la Unión Ibérica de Coronas, los Felipes no pusieron universidades en Brasil y continuó el comercio de esclavos en la costa africana dominada por portugueses. Los Felipes crearon fortificaciones en ambas costas lusas atlánticas, rompieron el monopolio jesuita en Brasil y llevaron también otras ordenes como los franciscanos. La Unión Ibérica de Coronas, que no fue una anexión dado que fue resultado de unos compromisos de las Cortes de Tomar, significó para Brasil un nuevo Derecho (Las Ordenações Filipinas de Felipe II que incluso regulaban la esclavitud), la expansión del folclore ibérico, reformas administrativas, presencia militar y misionera, etc.

Al igual que en Hispanoamérica, en Brasil la cultura dominada penetró en la cultura de la clase dominante. Espero no volver a leer, en la pluma de algunos autores españoles, cierto negacionismo del intenso mestizaje genético y cultural de Brasil. Y que conste, dentro del mestizaje se encierran muchas realidades: algunas violentas, otras consensuales, vidas de amantes, creación de familias, la ascensión social, alianzas, intercambio cultural doméstico, así como el nacimiento hijos mestizos que simbolizaban la nueva civilización. La mixofilia iberoamericana es incuestionable y no responde únicamente a la escasez, dado que se normalizó y responde a una realidad anterior ibérica y mediterránea, confirmada durante la experiencia andalusí y de la Reconquista. Comparado con el Portugal americano, Hispanoamérica tenía una institucionalidad más fuerte y había menos espacio al pragmatismo espontáneo (aunque también lo hubo). En el Portugal americano hubo más pragmatismo y menos institucionalidad hasta la llegada de la Corte. La protección a los indígenas en la parte española era más avanzada, desde el punto de vista jurídico y de organización práctica. Portugal iba a rebufo, aunque también hubo pensadores que defendieron a los indígenas, entre otros motivos por las conexiones humanistas ibéricas que había entre las universidades de Alcalá de Henares, Salamanca, Coímbra y Évora, llamada por autores nacionalistas portugueses como Escuela Ibérica de la Paz. Los misioneros portugueses también aprenderán lenguas indígenas. El canario José de Anchieta, formado en Portugal y evangelizador en Brasil, escribió la primera gramática de la lengua tronco tupí: Arte da Gramática da Língua Mais Falada na Costa do Brasil”, que fue publicada en Coímbra en 1595.

IMPERIO DEPREDADOR = MIXOFOBIA = MODERNIDAD BURGUESA = MODELO CONFERENCIA DE BERLÍN

Puede decirse –bajo mi punto de vista– que el modelo de colonización de la Conferencia de Berlín era netamente depredador, porque drenaba recursos, bloqueaba el desarrollo de las fuerzas productivas, su poblamiento era temporal o segregado, y estaba subordinado enteramente a la explotación, sin que tuviera el elemento de evangelización como fuerza integradora, mientras que la colonización en América era netamente “generadora”, ya sea del punto de vista del desarrollo autocentrado de las fuerzas productivas o de la creación de una nueva civilización mestiza, como la que generó el barroco iberoamericano. Aunque se abusara del monocultivo exportador, depredador del punto de vista ecológico, había un mercado interno agrario y artesanal-manufacturero, una constante búsqueda de explotación de materias primas, que marcaban los ciclos de desarrollo, y una inserción en el comercio externo imperial-multicontinental. La América inglesa, una vez independizada, consiguió desarrollar las fuerzas productivas, pero substituyó a la población autóctona.

El tipo de colonización de la Conferencia de Berlín en África (que incluye al ibérico –en ese lugar y época– como fue la África lusa y Guinea española, aunque fueran los menos sádicos) forma parte del Imperio depredador, fruto de la modernidad burguesa, autosuficiencia cultural, el nacionalismo, el capitalismo imperialista y el racismo científico. Predominó claramente la segregación sobre un mestizaje proscrito. Esto afecta a la interpretación antropológica del espacio de la iberofonía. El ejercicio de un discurso de un excepcionalismo (positivo) propio es siempre sospechoso. El excepcionalismo (negativo) de la modernidad burguesa es más preciso para evitar un esencialismo positivo o negativo vinculado a una nacionalidad.

Los sistemas mixófobos tienen que ver con el protestantismo o la modernidad burguesa. El ejemplo más evidente son las barreras al matrimonio interracial, aunque también en la actitud cultural. El sistema esclavista es mixófilo por cercanía, aunque hay diferentes tipos de cercanía y de modelos de esclavitud, como defendió Frank Tannenbaum, principalmente por el precio de la manumisión (alforria en portugués) y el derecho efectivo del esclavo de vender productos en las calles para ahorrar dinero para su autoliberación. Un precio que fue muy alto en el modelo protestante, asociado también a la rigidez en los derechos del esclavo. Los sistemas mixófilos-ibéricos se basan en la interpenetración de culturas, aprender del otro como estrategia de supervivencia y ejercen una convivencia sociológica interracial con jerarquías etnocéntricas, pero sin barreras exclusivistas porque prevalecía la visión cristocéntrica sobre su origen étnico-protonacional. La tradición ibérica es de bajo etnocentrismo (no su ausencia), de naturaleza pigmentocrática en el ámbito iberoamericano, y un regionalismo no separatista, demostrado con el Imperio de los Austrias. Ejemplos de sistemas de alto etnocentrismo son el jacobinista francés (nacionalismo político y cultural) o el etnicista alemán.

BRASIL: ¿EXCEPCIÓN EN EL MODELO DE COLONIZACIÓN PORTUGUÉS?

Cabe preguntarse: ¿Existen imperios depredadores mixófilos y de presencia poblacional permanente y de creciente penetración interior como en el caso portugués en Brasil que también fue hispánico por un tiempo? La respuesta es compleja, pero de ningún modo puede calificarse sólo de “depredador”. Si fuera así habría que preguntarse si la Monarquía hispánica fue depredadora con Brasil. Incluso cabe otra pregunta relevante: ¿El Brasil de la corte portuguesa y el Brasil imperial independiente se convierte en un Imperio depredador siendo él mismo su propia metrópoli?

Reconociendo que Brasil era, en sus primeros siglos, menos “generador” que Hispanoamérica, cuando llega la Corte lusa a América, ambos territorios convergen a un nivel más parecido. El Portugal europeo pierde el monopolio del comercio con Brasil, y el monarca portugués en suelo brasileño abre los puertos a los comerciantes británicos, país que ha ayudado a su huida y que está luchando junto a españoles y portugueses en la liberación de la Península del Ejército de Napoleón. La independencia unificada en un Imperio y la continuidad de la Metrópoli americana de Portugal, hacen que Brasil progresivamente supere, en términos generadores, a una Hispanoamérica fragmentada, con las rutas comerciales rotas, una crisis política desproporcionada, además del cierre de una parte de las universidades.

Más allá de la teología, la medicina o el Derecho enseñados en la Universidad de Coímbra, Portugal crea en Brasil academias profesionales fundamentales para el desarrollo de las fuerzas productivas. Es importante no fijarse sólo en el debate nominal y ver qué se enseñaba y qué aprendía la élite brasileña. La élite jurídica estudió en la Universidad de Coímbra, lo que sirvió para unificarla, aunque no estuvo exenta de conflictos territoriales. Desde el inicio de la colonización, los jesuitas se ocupaban de la educación hasta que llegaron otras órdenes y hasta su expulsión. Entre las instituciones educativas técnicas creadas por el Imperio portugués en Brasil están: la Academia Científica (1772), la Real Academia de Artilharia, Fortificação e Desenho (1792), el Aula Régia de Desenho e Figura (1800), la Escola Real de Ciências, Artes e Ofícios (1816). La monarquía portuguesa, ya instalada en Rio en 1808, funda la Academia Real dos Guarda Marinha, la Real Academia Militar, la Biblioteca Nacional, el Jardim Botânico, la Academia Médico-Cirúrgica da Bahía, ahora conocida como Faculdade de Medicina en la Universidade Federal da Bahía, y la Academia Médico-Cirúrgica do Río de Janeiro, que actualmente es la escuela de medicina de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Brasil logró la independencia en 1822, como consecuencia de ello, dejaron de tener Coímbra como referente. En relación a hospitales, desde 1540 funcionan en Brasil los hospitales llamados Santas Casas de Misericórdia.

COMERCIO TRANSATLÁNTICO DE ESCLAVOS

Los imperios generadores utilizaron la esclavitud, según reconocen los discípulos de Gustavo Bueno. Hay que añadir que parte de lo “generador” en América conlleva una contraparte “depredadora” de recursos humanos africanos. Los portugueses exportaron esclavos de África, entre otros motivos, porque dominaban las costas occidentales de África como resultado del Tratado de Tordesillas y la continuidad del sentido del descenso al sur de la Reconquista. Desde sus feitorias, originariamente para proteger la conexión con Asia por el Índico, comenzaron a adquirir esclavos de los líderes africanos locales. Estos esclavos africanos se convirtieron en co-colonizadores forzados de América, contribuyendo con su fuerza laboral y cultural a la construcción de las Américas. En 1872 había 9.930.478 habitantes en Brasil (84,8% libres y 15,2% esclavos). Entre los habitantes libres (8.419.672 personas), 38% eran blancos, 39% mulatos, 11% negros y 5% caboclos (mezcla de blancos e indios).

Hay autores españoles que asumen prácticamente un negacionismo del comercio transatlántico español de esclavos africanos (incluso hacia la Península). Lisboa, Cádiz, Sevilla y Valencia tuvieron hasta un 20% de la población de esclavos. Eran grandes centros de trata de esclavos negros. A finales del siglo XVI había en España 58.000 esclavos, cifra que fue decreciendo paulatinamente. La proporción de negros fue creciendo frente a la de los moros. El tráfico negrero fue substituyendo a la esclavitud de la reconquista y de las guerras del mediterráneo. España es quien inaugura el traslado de esclavos africanos a América. La exportación de esclavos también es responsabilidad de España porque también administraba en última instancia el Reino de Portugal entre 1580 y 1640, así como fue la Monarquía hispánica quien otorgó asientos a negreros portugueses durante dicho periodo.

Según la base de datos de Slave Voyages, en barcos negreros de bandera española trasladaron a América 1.061.524 esclavos, a los que se podrían sumar centenares de miles de la parte portuguesa durante el periodo de la Unión Ibérica y algunas decenas de miles de los británicos que, en 1713, tras el Tratado de Utrecht y hasta 1750, España le otorgó derechos exclusivos para vender esclavos en las Indias españolas. Por otro lado, no es lo mismo transportar que comprar, y, por tanto, recibir esos esclavos. Sin olvidar que había una descendencia de esclavos nacidos en América. En lo que se refiere al comercio transatlántico, es necesario contrastar los datos de transporte con los esclavos comprados en esos territorios. Según los datos de la The Encyclopedia of the African and African American Experience, la América portuguesa recibió el 38,5% de los esclavos; la británica, el 28,10%; la española, el 17,5%; la francesa; el 13,6%; la holandesa, el 2%; y la danesa, el 0,3%.

Los barcos negreros de bandera portuguesa llevaron 5.848.266 esclavos a América. De hecho, en el periodo de la esclavitud, fue Brasil quien colonizó más Angola que el propio Portugal continental. Cabe preguntarse en clave sistémica-global-imperial: ¿Fue Brasil más depredador que depredado? La respuesta la dejamos para el lector.

El 8,47% de los esclavos africanos en América fueron transportados por barcos españoles, por lo que un 9% restante (hasta el 17,5% de los esclavos recibidos) serían esclavos transportados fundamentalmente por portugueses (y algunos ingleses) a territorios hispanoamericanos. El 46,7% fueron transportados por portugueses, el 26,03% por ingleses, 4,42% por holandeses, 11,03 % por franceses y el 0,88% por daneses.

La blanquización mediante inmigración italiana y episodios trágicos explican la ausencia de negros en Uruguay y Argentina. El propio mestizaje también borra rastros en lugares donde tuvieron una presencia importante como Perú o México, aunque todavía es perceptible. Como es evidente, estuvieron extraordinariamente presentes en Colombia, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y Ecuador, que se asemejan a Brasil. En Estados Unidos los negros fueron perdiendo rápidamente peso demográfico por la cantidad de emigración blanca que llegó en el siglo XIX y XX.

El proyecto de la Iberofonía debe sirvir también como reconciliación, convergencia y compensación de los afrodescendientes iberófonos, contribuyendo a la lucha activa contra el racismo global, sobre la base de soluciones no sectarias. Lo que se conoce como “afrolatino” puede ayudar a crear nexos entre Iberoamérica y África. El diálogo es esencial para trazar alternativas al tentador identitarismo desde la interculturalidad panibérica. Lo que no será nada fácil. Para que la Iberofonía sea una realidad tiene que estar liderada por africanos (con preferencia), o por americanos.

Como conclusión, considero que no es adecuado afirmar, sin ningún tipo de matiz, que Portugal fue siempre un Imperio Depredador, más si cabe si lo abordamos desde la complejidad del caso brasileño. Igualmente considero que no se puede jugar a crear leyendas negras en el seno de la Iberofonía, sea con portugueses, españoles, andalusíes o aztecas. Del punto de vista geopolítico hay que hacer un esfuerzo por ampliar los apoyos al proyecto de la Iberofonía, como gran reconciliación de todas las herencias culturales, sin dejar de ser críticos con todas las partes. Cada parte puede tener sus mitos, sin necesidad de un acuerdo completo entre todos, pero sí es necesario un consenso de mínimos para fortalecer la geopolítica de la Iberofonía.

 

Pablo González Velasco

 

Referencias:

“El lusotropicalismo de Gilberto Freyre como crítica barroca a la mixofobia de la modernidad burguesa” Práticas da >História, Journal on Theory, Historiography and Uses of the Past, n.º 10 (2020): 72-111. https://praticasdahistoria.pt/article/view/21828/18449

“Gilberto Freyre y España: La constante iberista en su vida y obra”. Tesis doctoral (2021). https://eltrapezio.eu/wp-content/uploads/2021/10/TESIS-DOCTORAL-PABLO-GONZALEZ-VELASCO-USAL2021-VF.pdf

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