RTVE y la opinión pública ibérica

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El programa especial sobre las elecciones portuguesas en el Canal 24 Horas, así como en Radio 5, supone un hito para RTVE, en el marco del periodismo español, al abordar las elecciones del país hermano con la misma atención que otros países considerados relevantes, como por ejemplo: Estados Unidos o Francia. El primer comentario, en el canal de YouTube de RTVE, debajo del vídeo del citado programa, es de un portugués llamado João Conchilha, y es más que elocuente: “Com estes espanhóis e espanholas não sopra o famoso vento, perfeito, assim deixam-nos sem algo a dizer dos nossos irmãos, viva a Espanha e Portugal”. Este comentario nos sirve de ejemplo cómo, desde un enfoque respetuoso, hasta el portugués más suspicaz se derrite cuando los españoles hacen caso a Portugal. Se trata de un subidón de autoestima.

La audiencia del programa demuestra que sí existe demanda por conocer más a Portugal. En las últimas décadas, muchos españoles han viajado por Portugal y, en el marco de la globalización, cada vez más se interesan por el idioma portugués y las curiosidades históricas de las relaciones lusoespañolas. Marta Solano, con rigurosidad, presentó este programa especial que duró casi dos horas y media. Un programa con conexiones en directo, reportajes y una tertulia de antiguos corresponsales españoles en Lisboa y otros especialistas. Allí estuvieron: Daniel Peral, Javier García, Fernando Jáuregui, Belén Rodrigo, que ha realizado colaboraciones para EL TRAPEZIO, Héctor Sánchez Margalef, investigador del CIDOB, Daniela Santiago, excorresponsal de RTP en España, Isabel David, politóloga portuguesa, y Raquel García, investigadora del Instituto Elcano.

Al día siguiente escuché las declaraciones a RNE de Marta Betanzos, embajadora española en Portugal. Se mostraba muy satisfecha con el estado de las relaciones y algo irritada con los estereotipos de los periodistas españoles, aunque reconoció que las relaciones aún no eran completas porque Portugal debería invertir más en España para difundir su lengua y cultura. Y que esa promoción no es responsabilidad del Gobierno español. Me pareció una posición burocráticamente correcta, pero creo que nuestra diplomacia debería ser más ambiciosa.

Personalmente considero que no deberíamos tener miedo a abrazar un iberismo en el plano cultural, cumpliendo al pie de la letra el reciente Tratado de Amistad, firmado en Trujillo, que puede ser considerado como una Alianza Ibérica para dentro y para fuera de la Península. En el plano de la cultura, las lenguas, la Raya y lo geopolítico hay mucho por hacer. Los Gobiernos podrían sacar más pecho de lo que han firmado. Hay que imprimir las 12 páginas del Tratado y utilizarlo como una guía para la acción. Con más razón cuando uno de los artífices del Tratado, António Costa, ha sido respaldado -por el pueblo portugués- con una contundente mayoría absoluta. Esta victoria da un marco de estabilidad para que las empresas españolas inviertan más en Portugal y en la Raya, así como para que los Gobiernos implementen con más rapidez la Estrategia Común de Desarrollo Transfronterizo, con todo el músculo financiero de los fondos de recuperación.

Independientemente de si lo que se hace en materia de cooperación ibérica es suficiente o no, lo que hay que insistir prioritariamente es en la creación de una opinión pública ibérica para que los olvidos, la ignorancia y la minusvaloración del país vecino, y de quienes trabajan la cooperación ibérica, no sean el pan de cada día. Lo más inteligente es avanzar en la cooperación entre los entes públicos de radio y televisión, creando un espacio para la intercomprensión y la iberofonía. Y, obviamente, que la RTP se pueda ver por los televisores españoles. Una vergüenza de la que nadie se da por aludido.

No hace falta ser iberista para identificar el principal problema ibérico: existe una asimetría de información entre España y Portugal. Los portugueses conocen más sobre España y la lengua española que los españoles sobre Portugal y el idioma portugués. Incluso los portugueses son conscientes de esta irritante asimetría. Sería -por tanto- necesario la creación de programas televisivos de servicio público para fomentar el entendimiento entre España y Portugal. En 2015, ya António Costa y Pedro Sánchez manejaban la idea de un canal Arte, con vocación iberoamericana.

El nuevo Tratado de Amistad entre España y Portugal, en el punto 4 del artículo 5, plantea la cooperación en el sector audiovisual para un mayor entendimiento mutuo: Las Partes reconocen el papel de las lenguas, la educación y la cultura como vectores relevantes de su relación bilateral. Se comprometen a promover la investigación conjunta y el respectivo aprendizaje de idiomas (…). En el ámbito cultural, deseando fortalecer las relaciones de amistad y reforzar los lazos históricos entre los dos Estados, las Partes promoverán la cooperación en el marco de las relaciones bilaterales y multilaterales en el área de la cultural. (…) Las Partes promoverán un mejor entendimiento mutuo, así como un mayor conocimiento de historia y de las artes y culturas de los pueblos a través de las áreas de patrimonio, museos, archivos, bibliotecas, literatura, artes plásticas, música, teatro, danza, cine y sector audiovisual, así como los demás ámbitos de la actividad artística y cultural, y del desarrollo de iniciativas destinadas a intensificar la cooperación entre los dos Estados y promover la creatividad e innovación”.

Un ejemplo es la serie Sequía de TVE-RTP, que ya atiende a esas realidades de intercomprensión que la televisión gallega ya había experimentado con éxito. No obstante, habría que hacer un esfuerzo más amplio, en el plano de crear una opinión pública ibérica, concretamente en el ámbito de las noticias políticas y culturales. El especial sobre las elecciones portuguesas, sin duda, podría ser el inicio de un cambio histórico de paradigma en el sentido de una dirección más ibérica de nuestros medios de comunicación.

 

Pablo González Velasco

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