El ejemplo portugués y las expectativas ibéricas

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El nuevo Gobierno portugués ha tomado posesión estos primeros días de abril. El primer ministro es Luís Montenegro, líder de la conservadora Alianza Democrática, que sumó 80 diputados en las elecciones, por 78 del Partido Socialista. El partido que más creció fue el derechista Chega, alcanzando 50 diputados. Otros 5 partidos obtuvieron representación por debajo de los 8 diputados.

La cuestión que más debate ha generado ha sido la negativa del Montenegro a establecer un pacto de Gobierno con Chega, quedando la gobernabilidad sujeta a acuerdos específicos; el más inmediato será el necesario para aprobar los presupuestos. El posicionamiento firme de AD para no pactar con Chega es una decisión de gran calado y una de las cuestiones claves del panorama político europeo. ¿Pueden los conservadores pactar con las fuerzas llamadas de «ultraderecha» para acceder a los Gobiernos? En Finlandia, Letonia, Suecia y Eslovaquia ya lo hacen. En Italia, Meloni es apoyada por Forza Italia. En Francia y Alemania hay un veto rotundo al Frente Nacional y a Alternativa por Alemania. En el caso portugués se mantiene un cierto veto que de continuar dejaría al nuevo Gobierno con la única alternativa de la Gran Coalición con el PS. Los conservadores a nivel europeo del Partido Popular Europeo han defendido en su ultimo congreso tender puentes únicamente a partidos situados en el eje proeuropeo, proOTAN y pro Ucrania; en los que genéricamente caben los posicionamientos políticos de Chega.

La comparación con España nos lleva a un primer aspecto; el partido ganador es el que gobierna, no lo hace el segundo, a importante distancia del primero, como ocurre en España. Por más que las circunstancias sean diferentes, la ruptura acontecida en España de romper con la tradición de facilitar el Gobierno del partido con más votos es una comparativa en que Portugal sale ganando en «valores democráticos».

El segundo aspecto es el ya comentado; un semiveto a la «ultraderecha», que en España no se da en las Comunidades Autónomas donde ha habido diversos pactos PP-VOX. Se trata de un tema controvertido, pero dejar fuera a de la gobernación a partidos, que sobrepasan los consensos democráticos, es precisamente un valor democrático. Portugal vuelve a ganar en esto. El tercer aspecto es conexo al anterior, pues si bien el PSOE no pactó con la ultraderecha, si lo hizo con Junts y ERC, partidos que no han respetado las reglas de funcionamiento democrático organizando una sedición contra el poder soberano del Estado español. Si no se puede pactar con la ultraderecha, no parece que deba hacerse con fugados de la justicia, ni condenados por sedición.

En términos generales el sistema político portugués, pese a su problemática, ha funcionado mejor que el español. Ante una situación política compleja, la gobernabilidad y la legitimidad democrática están mejor garantizadas que en España. El papel de la Presidencia de la República, que es quien elige al primer ministro, es quizá el aspecto que más contribuye a solventar situaciones como la actual.

Para un diario como EL TRAPEZIO, algo fundamental será obtener pistas de como funcionarán las relaciones entre los gobiernos ibéricos. Se plantean algunas incógnitas. El diferente signo político puede perjudicar a las relaciones ibéricas, al menos dotarlas de menos fluidez. Es evidente que la sintonía Sánchez-Costa será difícil de repetir en el nuevo tándem Sánchez-Montenegro. Paulo Rangel, el nuevo ministro portugués de «Negócios Estrangeiros», ha tenido una marcada notoriedad en las protestas contra el Gobierno español por motivo de la Ley de Amnistía. Rangel tomó la palabra delante de una multitud que protestaba contra Sánchez, para arengar, proclamando: “Europa está con vosotros, la UE está con la democracia, con la libertad, con el Estado de Derecho y el respeto a la separación de poderes… Es un orgullo ver a toda esta gente con banderas de España y de Europa para decir que España es un marco [hito] de la democracia y del respeto por los derechos en toda Europa”. Rangel como titular de Exteriores es el encargado de, por ejemplo, el impulso al desarrollo del Tratado de Amistad. El aspecto positivo es que el político portugués es un buen conocedor de España y de sus relaciones. EL TRAPEZIO le entrevistó hace unos años y dio prueba de ello, incluso se ha mostrado favorable a la idea de un «Iberolux«. Otro aspecto positivo de este nuevo ciclo es el acuerdo PS-AD para repartirse temporalmente la Presidencia de la «Assembleia da República», siendo probable que en la segunda parte de la legislatura el socialista Francisco Assis acceda al puesto. El político socialista compartió hace pocas fechas con nuestro diario una Conferencia sobre Iberia, en la que dijo: «El iberismo visto así, yo soy iberista. Iberismo como voluntad de aproximación, diálogo e intercambio de conocimiento es extraordinario ese trabajo y que haya ese debate y la publicación de EL TRAPEZIO”. Que Francisco Assis llegue al segundo puesto de representación del Estado portugués supondrá un respaldo de gran valía para nuestra línea editorial.

Un nuevo tiempo político está servido, en el marco de una institucionalidad -en las relaciones ibéricas- asentada, pero necesitadas de impulso para alcanzar las potencialidades que abre el Tratado de Amistad. Nuevamente el desafío está en satisfacer las expectativas generadas. Mi previsión es optimista. El nuevo Gobierno portugués seguirá la senda de profundizar en unas relaciones ibéricas singulares y estratégicas para ambos países.

A este respecto llegan muy buenas noticias con la confirmación de que Luís Montenegro realizará su primera visita oficial fuera de Portugal a España, y la utilización por parte del PM del término «Aliança» para referirse a las «relações históricas de amizade e cooperação entre os nossos paises», en un mensaje en la Red Social X, en contestación a la felicitación de Sánchez por su designación como jefe del Gobierno. Parece que el concepto de Alianza Ibérica, que es una propuesta inicialmente planteada por el Movimiento Iberista, se abre paso en el lenguaje oficial.

 

Pablo Castro Abad

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