Mitos sobre Portugal (II)

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Si, como ya hemos visto, no existe un territorio natural que justifique la diferencia, si no existe un pueblo distinto y si ni siquiera la lengua era original, ¿cómo se explica esta independencia? Fue la voluntad del hombre, como ahora se dice. Vale, pero ¿qué hombres y cuántos? Las élites sin ninguna duda. La famosa —y con varios mitos mezclados— primera batalla por la independencia (batalla de San Mamede) no tuvo más de 600 partidarios de la causa portucalense.

¿Quiénes eran los portucalenses? ¿Y los portugueses?

«Ser portugués comenzó por ser lo mismo que vasallo del rey de Portugal, y no porque uno pertenezca a cierto pueblo. Primero eran sólo los que vivían al norte del Duero y entre el Duero y Vouga; después, como vasallos de los descendientes del conde D. Henrique, fueron portucalenses, además de estos, también los que habitaban hasta el Mondego; luego, desde Afonso Henriques, se les unieron aquellos que eran naturales del territorio entre Mondego y el Tajo; y finalmente, desde la época de Alfonso II, también fueron sus subordinados quienes vivían entre el Tajo y la costa del Algarve. Lo que hizo su unidad fue la continuidad de un poder político que dominó el conjunto de una manera firme y fuertemente centralizada». — José Mattoso.

¿El pueblo se participó en estas luchas de segmentos de las élites? ¿Había un sentido nacional de pertenencia al Condado o al Reino de Portugal? ¿El pueblo se sentía gallego, portugués, leonés o castellano? En absoluto. Todo fue producto del azar. Si te «reconquistaba» la élite castellana, te convertirías en un siervo de los señores de Castilla y si «reconquistaba» la élite portuguesa, te convertirías en un siervo de los señores de Portugal.

«… estas luchas [Portugal contra “Castilla/León”] no eran exactamente luchas nacionales, sino más bien luchas feudales, ejerciendo derechos señoriales». — José Mattoso.

También es importante mencionar que durante el período de la Reconquista hubo una repoblación, del Condado Portucalense, en concreto de Braga, Portucale (Porto), Eminium (Coimbra), Viseu y Lamego, con personas procedentes de Galicia y bajo las órdenes de reyes como Alfonso III de Asturias. Este período de Reconquista no se enseña a los estudiantes de secundaria portugueses se pasa de la invasión musulmana (711) a la fundación del Condado de Portucalense y Afonso Henriques en unas pocas líneas. Todos aprendimos en la escuela la reconquista de Lisboa, pero ni una línea en relación a la reconquista de, por ejemplo, Braga u Oporto. Es fácil entender el porqué.

La «independencia» se empieza a desear cuando los intereses gallegos, en particular del arzobispo de Santiago de Compostela, del conde Pedro Froilaz y de la madre de Afonso Henriques, apuntan a la reunificación de la comarca con el reino gallego, y los intereses de las élites portucalenses chocan con estas intenciones. Ni la Archidiócesis de Braga, «Primado de España» (título que aún lleva ahora), quería obedecer a Santiago de Compostela, ni la nobleza portucalense quería perder los privilegios concedidos por Alfonso VI de León y Castilla a través del conde D. Henrique, padre de D. Afonso Henriques. De ese modo, lo que D. Afonso Henriques inicialmente logró y quiso fue una independencia del Reino de Galicia, pero aceptando voluntariamente depender de su primo, Alfonso VII, emperador de Hispania. Si la élite gallega hubiera respetado la autonomía del Condado de Portucale, la historia habría sido diferente.

Siglos más tarde se inventaron varios mitos para justificar la independencia, pero que ahora, a la luz de nuestro conocimiento, ya no es posible que tengan el mismo impacto que tenían en su época, aunque hayan perdurado, desafortunadamente, en el imaginario de personas hasta hace muy poco tiempo, gracias a la activa divulgación del régimen fascista de Salazar. Sobre el milagro de Ourique, el más influyente de todos estos mitos, que comenzó como una intervención de Santiago «Matamoros» -santo protector de todos los peninsulares-, Oliveira Martins nos dice lo siguiente:

«Ciertamente no es casualidad que sea la primera expresión de un mito que busca hacer creer en la infalible protección divina del rey de Portugal, e implícitamente a través de él, sus descendientes y sus súbditos. Es la primera expresión de una creencia sobre lo sagrado que rodea a los reyes de Portugal y que por ellos beneficia a sus vasallos».

Por lo tanto, está claro que nada justificaba una independencia que no fuera una voluntad de las élites para evitar perder sus privilegios y que en ningún momento era la voluntad de una supuesta nación unida en un sentimiento anticastellano/gallego y mucho menos antiespañol.

«… es un acontecimiento que la aleatoriedad de la historia y la ambición personal de un príncipe, de hecho extranjero, explican mejor que la adversidad de las condiciones geográficas o étnicas del territorio…» — Amorim Giro.

 

Alexandre Nunes es licenciado en Estudios Europeos.

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