Olivenza: genuinamente ibérica

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Ya en 2012, la iglesia de la Magdalena de Olivenza fue elegida como «El mejor rincón de España» en el concurso que realizó la prestigiosa Guía Repsol. Esta elección originó un pequeño revuelo. La histórica Asociación de amigos de Olivenza lanzó un duro comunicado, según informó el Diario Público, en el que se podía leer: «esta escolha, não será certamente inocente e deverá levar todos os portugueses a questionar quais os reais motivos dos organizadores do evento colocando um monumento tipicamente português como representativo de Espanha» […] «indecorosa tentativa de legitimação da ocupação do território de Olivença». Sin embargo, la votación de la iglesia manuelina, contó con el apoyo de muchos portugueses. Particularmente, el portal de internet «Café Portugal», dedicado a la cultura y tradiciones lusas, realizó campaña por la misma. Una campaña que hasta recibió el apoyo de Marcelo Rebelo de Sousa, en su espacio televisivo en la TVI, en la idea de dar la mayor visibilidad posible a Olivenza y su patrimonio portugués.

El curioso incidente pone de manifiesto la evolución de la cuestión de Olivenza, que ha transitado desde el irredentismo y el enfrentamiento, apoyado por la dictadura de Salazar, hasta la cooperación de todas las instituciones (Ayuntamiento; Junta de Extremadura, y Gobiernos de España y Portugal), para revitalizar y dar esplendor a la cultura portuguesa en este rincón de la península ibérica. 

Olivenza, que dista unos 25 km, tanto de Badajoz como de Elvas, es una localidad que fue conquistada a los árabes por el Reino de León en 1230. En el contexto de disputas medievales entre reinos cristianos, el Tratado de Alcañices, de 1297, acaba dejando bajo dominio del Reino de Portugal la entonces aldea de Olivenza (y sus territorios aledaños). Casi tres siglos después, el territorio se mantuvo en la monarquía hispánica durante 88 años, entre 1580 y 1668; período de la Unión Ibérica y la posterior guerra, que concluyó con la firma del Tratado de Lisboa, y la división de la península en dos Estados.

La villa de Olivenza volvió a la monarquía española 133 años después, en 1801, cuando fue conquistada por el ejército franco-español en la denominada «Guerra de las Naranjas». Los contendientes firmaron el Tratado de Badajoz, por el que la localidad quedaba en manos de la corona española. Años más tarde, tras la derrota del I Imperio Francés de Napoleón, el Congreso de Viena acuerda que los países ibéricos deberían dedicar sus mejores esfuerzos conciliatorios para que Olivenza sea devuelta a Portugal. Las negociaciones no llegaron a fructificar, y Olivenza se quedó en España. Portugal nunca ha reconocido la soberanía española, aunque no existe reclamación oficial de la villa, ni es un asunto que esté en la agenda de los Estados.

En este verano de 2020, desde EL TRAPEZIO hemos planteado un concurso, para elegir el «pueblo más ibérico», de acuerdo a una serie de características que acrediten un carácter cultural, social y lingüístico mixto, entre los dos lados de «La Raya».

Personalmente, conozco con cierta profundidad varias villas que tienen ese valor ibérico que queremos subrayar. Sin duda, Olivenza está entre mis favoritas. Los principales motivos son los siguientes:

– Las lenguas. El portugués se habla en Olivenza desde el siglo XIV, y el castellano desde el siglo XIX. En los últimos siglos han convivido ambos idiomas con cierta armonía, si bien a partir de 1950, las nuevas generaciones han empezado a expresarse casi exclusivamente en castellano.

Actualmente, el idioma portugués como lengua materna, sólo es hablado por la población de mayor edad, pero como segunda lengua no deja de ganar hablantes, ya que se puede estudiar en la educación oficial y en cursos impartidos por la Universidad Popular.

-La posición geográfica. Olivenza se encuentra muy cercano al eje de comunicación entre las dos capitales, Lisboa y Madrid; más cerca de Lisboa, 235 km por carretera, y a sólo 150 km del océano Atlántico, en línea recta. Además, Olivenza está en muy próxima a la Eurociudad Elvas-Babajoz-Campomayor, a la que podría incorporarse. La Eurociudad es el núcleo urbano de mayor tamaño del todo interior del suroeste de la Península. Un cruce de caminos estratégico.

-La disposición política del Gobierno local, favorable a la valorización de la herencia portuguesa. El ayuntamiento oliventino ha realizado interesantes actuaciones; rotulando rotular las calles en ambos idiomas; hermanando la localidad con varias localidades portuguesas como Portalegre, Elvas, o Vila Viçosa, y favorecer el estudio del idioma portugués. También, en Olivenza, es frecuente la organización de actividades culturales de raigambre lusa.

-El valor de la reconciliación como símbolo. El territorio oliventino es una discrepancia entre los Estados español y portugués, que es sentida como una ofensa por parte de la población más nacionalista de Portugal.

Hacer de una disputa, un valor de entendimiento; de colaboración, y de reconciliación, es un atributo fundamental para asentar el sentimiento iberista. El iberismo es precisamente eso, una reconciliación para unir lo que, inconvenientemente, se separó.

-La doble nacionalidad. En las últimas elecciones legislativas de Portugal, en octubre del pasado año 2019, alrededor de 500 ciudadanos nacidos en Olivenza gozaron de derecho a voto por disponer de la doble nacionalidad española y portuguesa. Entre ellos, el propio presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, quien según me confesó, en una ocasión que tuvo la amabilidad de recibirme, escuchaba hablar portugués a su abuela durante su niñez. Portugal reconoce a todos los naturales de Olivenza que lo soliciten la nacionalidad portuguesa, sin más requisitos. Un gesto verdaderamente hermoso. 

A buen seguro que habrá más argumentos para apoyar la candidatura de Olivenza a «pueblo más ibérico», pero estos son suficientes. Olivenza sería un lugar perfecto para establecer instituciones ibéricas. Un consejo ibérico, que venimos proponiendo desde el movimiento iberista, que fuese un órgano ágil de gestión de la coordinación de las políticas de ambos países, en todo tipo de ámbitos.

Olivenza, genuinamente ibérica, símbolo de fusión de países hermanos.

 

Pablo Castro Abad es editor-adjunto de EL TRAPEZIO y licenciado en Ciencias del Trabajo.

Foto: Pablo Castro Abad y João Pedro Lázaro Baltazar en la puerta manuelina del Ayuntamiento de Olivenza