En la localidad rayana portuguesa, Vila Real de Santo António, echan de menos a los españoles

La economía local, basada en hostelería y comercios de textil, sufre grandes pérdidas. Todos esperan al 1 de julio

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La reapertura de las fronteras hispanolusas, tras tres meses y medio cerradas debido a la pandemia de la covid-19, es esperada con expectación por comerciantes de Vila Real de Santo António, que pasan por graves dificultades sin la habitual clientela española. La agencia Lusa estuvo en la localidad del Algarve, Vila Real de Santo António, que forma parte de la Eurociudad del Guadiana, junto a Castro Marim y, del otro lado del río, la localidad española de Ayamonte. Esta frontera fluvial está cerrada desde mediados de marzo, lo que ha generado un impacto negativo en la hostelería y las tiendas locales, por la falta de visitantes, sobre todo españoles, pero también de otras nacionalidades.

Ana Sousa, que gestiona un chiringuito, junto a la aduana, ha afirmado a Lusa que ya es hora de reabrir las fronteras, cuyo cierre ha originado pérdidas en las ventas de un 70%. «Es lamentable, porque las ventas han caído un 70%, más incluso», ha estimado esta comerciante, reclamando que «ya basta que las fronteras estén cerradas», porque «la covid está aquí y en España» y lo esencial es que las personas «se protejan para mantener las distancias».

La misma fuente ha recordado que los comerciantes fueron obligados a cerrar los negocios durante el confinamiento, impuesto por el estado de emergencia, y ha criticado la falta de apoyo del Gobierno luso para financiar los gastos fijos, que ascienden a más de 4.000 euros sin cualquier ingreso. «Hemos sido obligados a cerrar y quien no tiene caja y ahorros, que puedan sustentar todos los gastos, desafortunadamente es obligada a cerrar, porque el Estado no ayuda nada. Y no sé por qué razón las fronteras están desde hace tanto tiempo cerradas», ha afirmado.

Dionisio Estêvão, taxista, ha afirmado que, en este periodo con las fronteras cerradas, el negocio «ha sido pésimo» y «los ingresos han caido más del 90%». «Estábamos facturando unos ingresos más o menos, esto iría subir, pero el coronavirus vino a hacernos la vida imposible. En este momento del año, que ya debíamos estar con unas buenas cuentas, está muy mal», ha lamentado el conductor, que ansía por la reapertura de la Raya, prevista para el 1 de julio.

Con muchos extranjeros entre los clientes, este taxista ha tenido poco trabajo y ha dado un ejemplo de las dificultades que vive cada día para ganarse la vida, contando que poco antes de hablar con Lusa «era para haber ido a hacer un servicio hasta el aeropuerto de Sevilla», pero «no me han dejado pasar» a España por el puente internacional sobre el río Guadiana, en la comarca de Castro Marim, a ocho kilómetros de Vila Real de Santo António. «Tuve que llamar un taxi español para llevar al cliente al aeropuerto de Sevilla y tuve que volverme», ha agregado, considerando que las dificultades financieras van a continuar «mientras los hoteles no abran, el aeropuerto no comience a traer extranjeros y la frontera no deje pasar a la gente».

Mário Ferramacho, que dirige un negocio de textil en Vila Real de Santo António, ha relatado que los últimos tiempos, con la frontera cerrada, han sido «muy complicados» y «sin ventas», empujando la facturación» a «cero» y dejando el movimiento «completamente muerto», porque el comercio local «vive de los españoles» y, «sin los españoles, aquí no se hace nada». La misma fuente espera también que la frontera pueda realmente reabrir el 1 de julio para ver si el negocio «retoma un poco», pero se muestra convencido de que «2020 va a ser un año muy malo”, debido a los recelos de una «segunda ola» de la pandemia y al «alto desempleo en España», originado por el confinamiento y los efectos del parón de actividad en el trabajo.

Rosa Cruz, que trabaja en una tienda de toallas en la principal plaza de la ciudad, ha calificado el período vivido en los últimos meses como «muy malo» y «un desastre» para la tierra, debido al «impacto negativo» de la covid-19 en un negocio en que, «no habiendo españoles, no hay salvación». La reapertura das fronteras es tambien aguardada por esta comerciante, a pesar de que sea poco optimista en cuanto al aumento inmediato del flujo de españoles a la ciudad pombalina, porque el español ha reducido su poder de compra como turista»; en España hay «mucha gente en desempleo».

Debido a la pandemia de la covid-19, las fronteras terrestres entre Portugal y España están cerradas desde el 17 de marzo y se reabrirán, tras un pequeño conflicto diplomático, el 1 de julio, con la presencia de ambos jefes de Ejecutivo y de Estado en la frontera de Caia-Badajoz.

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