Según un informe presentado por la Comisión Europea, Portugal puede ser uno de los primeros países en alcanzar y superar los objetivos climáticos propuestos para 2030, con una abrupta reducción de su huella de carbono.
Si se mantienen las medidas actuales, el país podría, incluso, superar el objetivo del 23%; reduciendo, en comparación con 2005, las emisiones de gases de efecto invernadero en un 47%.
En la última década, Portugal ha producido una media anual de 69 millones de toneladas de dióxido de carbono. Para 2050, el objetivo nacional es reducir las emisiones de gases en un 90%. El Reino Unido, Alemania y Grecia también quieren alcanzar el mismo objetivo ecológico, que es una de las banderas de la Presidencia europea de Úrsula van der Leyen.
Para reducir la huella ecológica, el Gobierno portugués ha presentado una hoja de ruta para la neutralidad del carbono, que prevé el 100% de energías limpias en la electricidad y el 90% en el transporte público. Algunas de las medidas más conocidas han sido: el cierre de la central de carbón de Sines, de EDP (que pasará a producir hidrógeno verde); una agricultura más sostenible, y una mayor apuesta por la producción de electricidad a través de fuentes naturales (el 60% se produce a partir de fuentes renovables).
A escala europea, y si los demás Estados miembros no toman nuevas medidas, el objetivo del 30% no podrá alcanzarse ya en 2030. Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea encargado del Pacto Verde Europeo, ha afirmado que «es posible reducir las emisiones haciendo crecer la economía», y no dejar caer a los países que no puedan alcanzar este nivel.