20/10/2025

Velada poética en un lugar cualquiera

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Ocurrió el pasado viernes, 18 de julio de 2025, en un lugar del Camino de la Plata por el que se pasa normalmente de largo, sobre todo desde la construcción de la A-66 o autovía Ruta de la Plata. Sí, en un pueblo, o aldea, vieja o nueva, da igual. A veces, en el mundo rural pasan cosas.

No era la primera así nombrada: velada poética. Hubo dos más allá por el tránsito del siglo XX al XXI, la última en 2002. Los protagonistas, los mismos: Ana María Reviriego, José Luis García y, esta vez de cuerpo ausente -no pudo asistir-, Manuel Neila. Todos escritores poetas del valle del Ambroz. La excusa esta vez fue la presentación del libro Aldeanueva del Camino, Caleidoscopio personal, de José Luis García Martín.

Y digo excusa porque el objetivo del poeta no era vender su obra, pues la regaló, ni el de la presentadora dar a conocer al autor, pues es hijo del susodicho pueblo, aunque residente en Asturias desde su adolescencia. El fin de la velada era, como supongo fue con las demás, reunir a paisanos rurales en torno a la literatura, en un lugar histórica y naturalmente privilegiado: el Jardín de la Señorita Masides. El anochecer acompañó, y tanto que acompañó, porque la temperatura era tan agradable que ni los milanos ni las golondrinas quisieron perderse el evento.

Ana Reviriego hizo una síntesis literaria que relacionaba la tradición castellana y la idea de jardín, muy apropiada a la jornada. E hizo mención a otros presentes, tales como los castaños que Severiano Masides y Antonia, su mujer, plantaron allá por el año 1916. Reviriego imaginó los dos majestuosos árboles como pervivencia simbólica de aquel matrimonio, si bien uno de ellos tocado por la enfermedad que lo está secando. “Hay que actuar para evitar su desaparición”, instó la escritora a los presentes.

Y, entretanto, llegó el turno del verdadero protagonista de la velada, José Luis García Martín, quien comenzó esbozando el sentimiento que siempre le invadió en relación con Aldeanueva del Camino, el de alguien en un lugar equivocado. En efecto, comentó que tal como la escultura moderna, matemática y rompedora de Ángel Duarte choca en medio de una localidad de poco más de ocho centenares de habitantes -pues “más común sería la escultura de un cestero”, dijo-, él se sintió alienígena en su pueblo durante su infancia. Desde pequeño siempre adoró la cultura en un mundo abrumadoramente inculto. Claro que se trataba de los años 50 del siglo pasado.

No obstante, Aldeanueva del Camino ya no es el pueblo en que creció García Martín. El mundo rural extremeño ya no es el de chozos y cortijos. Los viajes a Salamanca o a Madrid ya no son eternos, al menos por carretera. Y, cada cierto tiempo, ocurren cosas como las veladas poéticas. Eso sí, las tardes de verano continúan siendo larguísimas para los amantes del paseo, ya que la temperatura da tregua muy pocas veces y la costumbre de la siesta extensa está bien arraigada. Pero, como no hay mal que por bien no venga, ese rigor veraniego puede ser solventado en el sosiego de las piscinas naturales del Ambroz o en tranquilas horas de lectura en la apacibilidad del hogar. La cuestión es si se prefiere el móvil y la televisión, los libros o la conversación.

Entre poema y reflexión, actuó el tamborilero local Daniel Pallares, imprimiendo perfecta sintonía entre la tradición y la imaginación literaria. El sonido de la gaita y el tamboril, así como la atenta mirada de los milanos y de los castaños del Masides, enriquecieron la jornada sobremanera. Es de agradecer que medio centenar de aldeanovenses y otros vecinos de la comarca asistieran al evento. Parece que la literatura interesa. Las tardes no son tan largas si culminan en velada poética amenizada por música popular altoextremeña. Tal vez en la ciudad no hubiera sido lo mismo.

 

Juan Rebollo Bote

Lusitaniae – Guías-Historiadores