Conceptos iberistas (III)

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Tras el primer artículo y la segunda entrega, llega el tercer y último bloque de conceptos iberistas. Se trata de una serie de ideas claves para entender y manejarse en el iberismo. En total, he recopilado, de mi experiencia y estudio de los últimos años, un total de 28 conceptos. Podrían ser algunos más o algunos menos, en todo caso creo que en ellos se pueden encontrar la mayor parte de los enfoques, planteamientos, y valores del Iberismo; un concepto vivo y evolutivo.

Iberismo metodológico. Es un enfoque interdisciplinar ibérico, una metodología de análisis y acción que inspira a activistas, académicos y gobernantes. Una manera de observar la realidad desde una perspectiva ibérica. Desde el iberismo metodológico, hablaremos de economía, historia, antropología, geopolítica, diplomacia o sociedad ibérica. En el ámbito de la geografía, de la fauna y la flora, la península ibérica es evidentemente un objeto de estudio y análisis, no ocurre igual en el resto de disciplinas. El iberismo metodológico es una aportación conceptual académica, a la vez que un instrumento de gran utilidad para la acción.

Iberismo de los Estados. Son el conjunto de acciones de cooperación, diálogo y entendimiento político propiciado por los Estados de España y Portugal, que tienen por objetivo estrechar lazos en todos los ámbitos. Lo que en otras etapas históricas fueron principalmente ideas, propuestas, elucubraciones, casi siempre desde el ámbito intelectual, hoy en día son acciones de cooperación avanzada, bilaterales, en el seno de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, y en el marco de la Unión Europea. A día de hoy la integración ibérica avanza particularmente por las posibilidades que ofrece la UE, que permite usar unos mecanismos estructurales, jurídicos y económicos de enorme capacidad, siendo posible además cooperaciones especificas entre países concretos, lo que precisamente se aprovecha en la península ibérica. En expresión de António Costa se pueden crear salas de países dentro de la UE, la Sala Ibérica.

Tratado de Amistad y Cooperación entre el Reino de España y la República Portuguesa. Firmado por los gobiernos en la cumbre ibérica celebrada en Trujillo en octubre de 2021. El tratado, tiene una vocación clara de fortalecer una Alianza Ibérica firme en el seno de la UE y del mundo, así como de profundizar en la coordinación de políticas internas en todo tipo de áreas como la Sanidad, la Educación, el Transporte, los Servicios Sociales, el Comercio, o el Trabajo y la Seguridad Social. Una Alianza estratégica que se antoja irreversible, en primer lugar, por la convicción de la sociedad ibérica y de los gobiernos, y en segundo término por una necesidad objetiva de alcanzar de un tamaño suficiente para ser un actor de relevancia en el contexto internacional. El Tratado se puede considerar el manual básico del Nuevo Iberismo del Siglo XXI; todo iberista debe conocerlo.

Iberismo popular. El contacto social entre las poblaciones de España y Portugal ha crecido exponencialmente en las últimas décadas. La mejora de las carreteras, la eliminación de los puestos fronterizos, la popularización del turismo, han posibilitado un contacto social más intenso. A ello se une la vía de comunicación digital de las redes sociales de internet, que ha generado comunidades virtuales por donde circula el debate iberista con enorme vitalidad. Los eventos culturales fronterizos, igualmente, se han multiplicado: ferias de gastronomía, de artesanía, rurales, celebraciones navideñas, encuentros literarios, festivales de cine y un largo etc. Todo viene consolidando un sentimiento creciente de raigambre popular que es fundamental para sustentar la teoría. La sensación de formar parte de un mismo pueblo es creciente. Este iberismo popular y contemporáneo es una diferencia notoria con el iberismo político clásico del Siglo XIX y del cultural de las élites del Siglo XX. Este movimiento social supone un fenómeno de ciudadanía trasnacional sin precedentes.

Patriotismo ibérico. En línea con el sentimiento de pertenencia a la Patria Grande Ibérica, fundamentada en una identidad específica, el patriotismo ibérico procura el bien común para los ciudadanos de España y Portugal entendiendo que juntos somos más fuertes y capaces de alcanzar niveles de bienestar y realización colectiva. Este patriotismo no se contrapone al portugués o al español, tampoco al catalán, al vasco, o al gallego, sino que se alimenta de ellos en busca de un ideal compartido.

Estratégica Común de desarrollo transfronterizo. Ambicioso plan suscrito en la Cumbre de Guarda en 2020, que tiene por objetivo favorecer el desarrollo de las zonas de frontera. El plan se financia, en buena medida, con fondos europeos estructurados en el Programa Interreg España Portugal. La Secretaría de Estado de Valorización del Interior con sede en Bragança del lado portugués y la Secretaría General del Reto Demográfico del español, son los organismos encargados de llevar adelante el Plan. Por primera vez existe una Estrategia concreta de desarrollo ibérica, para un territorio específico que cuenta con características específicas en los ámbitos culturales, sociales y económicos. La ciudadanía rayana tiene en este Plan, un instrumento propio para el desarrollo de sus proyectos.

Iberismo utópico/naíf/ infantil. En ocasiones los recién llegados a estas ideas entienden el concepto como una simple y sencilla unión de países. Se hace generalmente con buena voluntad y mucha ingenuidad. La utopía de una Unión Ibérica es una aspiración legítima, como cualquier otra que se haga de forma pacífica y como una propuesta democrática, sin embargo, en el contexto actual está fuera de la realidad política y social. Puede servir como un sueño inspirador que indudablemente anida en el corazón de muchos ciudadanos, pero solo eso.

Iberoamérica. Es la Comunidad formada por el conjunto de los países americanos e ibéricos que hablan lenguas iberorromances (español y portugués), que sustenta su vínculo en valores culturales, sociales e históricos. Suman un total de 22 Estados: Andorra, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Uruguay y Venezuela, a los que se añade Puerto Rico como que es un Estado Libre Asociado a Estados Unidos. Más complicado es incluir otros estados de Estados Unidos como Nuevo México, California, Nevada, Texas y la Florida con gran número de hispanohablantes y con historia colonizadora española. El término Iberoamérica tiene un extenso uso oficial, destacando las Cumbres de jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanas celebradas desde 1991, y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación la Ciencia y la Cultura nacida en 1949. El vocablo ya fue utilizado con anterioridad, en 1885, cuando fue fundada la asociación Unión Ibero-Americana, que tuvo una importante actividad, para «estrechar las relaciones sociales, económicas, científicas, literarias y artísticas de España, Portugal y las naciones americanas». Iberoamérica es pues un término bien asentado en el lenguaje, en lo institucional y de uso común. Lamentablemente, es más frecuente el uso de Latinoamérica, que es una idea de origen francés que adiciona a los países y regiones americanas de habla francesa: Haití, Guayana francesa, y Quebec. El concepto Hispanoamérica incluye solo a los países de habla española del continente americano, aunque lo hispánico etimológicamente hace referencia a toda la península y podría usarse también en ese sentido más amplio. Se utilizan otros términos de contenido similar como panibérico y panhispánico.

Transiberismo. El concepto propuesto por el escritor José Saramago quiere también plantear un reacercamiento a los pueblos de América y África que potencie los vínculos culturales. Tiene la originalidad de reformular el iberismo hacia su dimensión global. De alguna manera transciende el iberismo que es una idea originaria del Siglo XIX, precisamente ligada a la pérdida de las colonias americanas. En la muy conocida obra A Jangada de Pedra, la península ibérica se desgaja del resto de Europa para emprender la travesía por el Atlántico camino de un «reencuentro transibérico» con los hermanos del otro lado del océano. Escrita en 1986 año de la incorporación de España y Portugal en la UE, la novela es una metáfora de la distancia entre los centros de poder europeos y una península con una personalidad diferenciada y de raigambre iberoamericana.

 

Pablo Castro Abad

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