En el proceso de construcción y vertebración europea a medias en el cual estamos inmersos, es una buena noticia la designación del socialista portugués António Costa como nuevo presidente del Consejo Europeo. Si la Unión Europea (UE) actuara como un bloque compacto e integrado, este cargo sería el equivalente al del presidente de los Estados Unidos.
Todo llegará. La constitución de los Estados Unidos de Europa (EUE) es la fase final del proyecto de cooperación interestatal iniciado tras el desastre de la II Guerra Mundial. El resurgir de los nacionalismos xenófobos al cual estamos asistiendo en el Viejo Continente -con la victoria de la ultraderecha en la primera vuelta de las elecciones francesas como último exponente- supone un contratiempo que, esperemos, vamos a superar.
El acuerdo para ampliar el perímetro actual de la UE con la incorporación de Ucrania y Moldavia va en la buena dirección. Ahora hay que completar el mapa con la progresiva adhesión de los países balcánicos que todavía no forman parte (Albania, Bosnia Herzegovina, Montenegro, Serbia…). La nueva Comisión, que presidirá Ursula von der Leyen, tiene trabajo por delante.
En espera que el Parlamento europeo ratifique a la nueva cúpula comunitaria, António Costa ya ha sido confirmado como presidente del Consejo Europeo. Este político, íntegro y honesto, fue víctima, a finales del año pasado, de una acusación infundada de la Fiscalía portuguesa y, ante las sospechas divulgadas, presentó ipso facto su dimisión como primer ministro, para no manchar la honorabilidad de la institución. Después se demostró que estaba limpio como una patena, y ahora ha sido premiado con la presidencia del órgano que reúne a los presidentes y a los jefes de gobierno de los 27 estados miembros de la UE.
La elección de António Costa no solo hace justicia a la trayectoria política de este líder socialista, iberista convencido. También es una nueva demostración de la habilidad diplomática y de la credibilidad internacional de Portugal. Recordemos que el portugués António Guterres ha sido reelegido hasta 2026 como secretario general de las Naciones Unidas en un momento crucial de la historia de la humanidad, con dos peligrosas guerras encendidas en Ucrania y en Palestina y una preocupante escalada de la tensión internacional.
Nuestro futuro colectivo pivota, en gran parte, sobre el buen quehacer de António Guterres y António Costa. Desde EL TRAPEZIO damos pleno apoyo a los dos Antónios y les deseamos todo tipo de aciertos. El devenir de Europa y de la humanidad pasa por sus manos y, desde la fraternidad ibérica, nos sentimos especialmente orgullosos y concernidos por sus éxitos.