Frente al decolonialismo y al nacionalismo de campanario, uno de los mayores retos que tienen los iberoamericanos (latinoamericanos+ibéricos) es construir una hermenéutica propia de su macroárea cultural panibérica. Esta es la única vía para evitar los excesos de la subordinación cultural a consecuencia de la derrota de la modernidad temprana ibérico-barroca. La pretensión es pensar con la propia cabeza y, desde luego, no renunciar a ninguna contribución de pensamiento que se haya realizado desde cualquier parte del mundo.
La derrota de la modernidad temprana ibérica supuso que todo el territorio iberoamericano (incluida la Península Ibérica) se colocase en la periferia del sistema-mundo. Por tanto, la situación de periferia de América Latina no es consecuencia directa de la colonización ibérica, sino consecuencia directa de la derrota modernidad temprana ibérica. Es por ello que el estudio del barroco, desde la filosofía, la geopolítica y las ciencias sociales, se vuelve una prioridad para el pensamiento iberoamericano.
En el libro Tradição e artifício: iberismo e barroco na formação americana, cuya deseada segunda edición por Ateliê Editorial va a ver la luz en los próximos meses, el profesor Rubem Barboza Filho realiza una gran tarea para explicar a los brasileños una historia de la civilización ibérica, como en su momento hizo Oliveira Martins; en este caso, explicando la singularidad del barroco humanista ibérico, un absolutismo neotomista no centralista -a diferencia del francés-, en la línea de los grandes avances que se ha realizado en la historiografía de aquel periodo. Aquí vemos como varios paradigmas, conceptos y lenguajes de la modernidad de la Revolución Francesa o del capitalismo industrial inglés no sirven para interpretar al mundo ibérico.
En una entrevista que realicé a Barbosa, este afirmó que los criollos -a través del conocimiento legadas por las Universidades hispanoamericanas- elaboraron un pensamiento propio “antioccidental” para defenderse de los ataques de Hegel y otros pensadores de la modernidad burguesa europea. Esto ayuda a entender el furor antioccidental que existe en algunos sectores intelectuales, reforzado por el natural antiimperialismo contra Estados Unidos, que ha dado lugar, tras una mutación dada en las Universidades norteamericanas, al desastre del decolonialismo, algo totalmente al margen de la realidad rizomática mestiza iberoamericana, que tan bien comprendió Darcy Ribeiro.
Para analizar América, el profesor José Antonio González Alcantud resalta dos aspectos. Por un lado, “América no es raíz, es rizoma, al decir de Deleuze y Guattari: su cartografía imaginaria es rizomática”. Y, por otro lado, “La raison baroque”, de Buci-Glucksmann, que apunta a la imposibilidad de “un discurso unificador”. Por tanto, hay que “entrar en los detalles y tener muy presentes las ambigüedades para tener un acercamiento a las nuevas formulaciones complejas de la alteridad”.
En ese sentido, el paradigma neobarroco tiene un anclaje latinoamericano con protagonismo de la cubanidad, como así está presente en las obras de Roberto Lezama Lima, Severo Sarduy, Alejo Carpentier, Haroldo de Campos, Bolívar Echeverría, Samuel Arriarán, etc. El tropicalismo brasileño, en todas sus versiones, con todos sus regionalismos, desde Gilberto Gil a Gilberto Freyre, es exactamente un barroquismo latinoamericano. Es muy importante que se aumente el diálogo iberoamericano para hacer una convergencia de conceptos para así construir un sólido pensamiento (neo)barroco iberoamericano.
El pluralismo barroco y tropical está emparentado con el pluralismo del mediterráneo. Desde España en torno al barroco hay autores relevantes ya clásicos como Luis de Góngora y Baltasar Gracián o teóricos como Eugenio d’Ors. Existen también muchos estudiosos del Barroco, pero lo fundamental en este caso, reconociendo diferencias geográficas en el barroco, es que se maneje bibliografía latinoamericana e ibérica. El protagonismo aquí lo tiene América Latina porque el barroco tuvo una mayor continuidad y resistencia que en Iberia. Sobre el neobarroco, desde España, podemos leer a Pérez Tapias, Hugo de Felguerinos, Soldevilla Pérez, Josep M. Catalá Domènech o Norbert Bilbeny, entre muchos otros.
El barroco puede ser visto desde el ángulo de la estrategia de las clases dominantes para la aculturación eficaz de las dominadas o desde el ángulo del ethos de resistencia de la contracultura del converso, del mestizo o del disidente. Ambas visiones son válidas y complementarias. Más allá del potencial del barroco como teoría interpretativa laberíntica del pasado, es posible traerla al presente y futuro. Entre otros motivos por la resistencia cultural popular de los últimos siglos, así como por las posibilidades geopolíticas de tejer alianzas entre países de base ibero-barroca. Se trata de luchar contra la fragmentación interna de este espacio que cuenta con 800 millones de iberohablantes y gestionar la pluralidad de modo intercultural. Es una alternativa al decolonialismo anglosajón, que reduce la antropología de la complejidad a un fomento masivo -eso sí, igualitario- de todos los etnocentrismos, en una competición suicida de reproches entre pueblos y personas.
Ya existen decenas de libros y vídeos en YouTube que apuestan por el neobarroco como cosmovisión eficaz para navegar la revolución digital de las redes sociales, con capacidad de utilizar parte del inventario cultural del barroco para la resistencia cultural actual frente a cosmovisiones tecnodespotistas y ultracapitalistas. Quizá no se trata tanto de recuperar una modernidad alternativa, pero al menos de ampliarla, sobre una base de una crítica general a la homogeneización cultural de la modernidad burguesa, incorporando la posmodernidad neobarroca (La era neobarroca, Omar Calabrese). Como dice el profesor Carlos Soldevilla Pérez, en Ser Barroco, una hermenéutica de la cultura, esta propuesta del neobarroco como modernidad ampliada está basada en: 1) La apuesta por el tiempo pausado, rememorativo y reflexivo, junto con el cuidado de las personas y de la naturaleza. 2) La vindicación de una estética de la existencia. 3) La consideración de lo sublime barroco/neobarroco, que pone en valor la estética de la recepción cultural. 4) El desarrollo y mejora de la cultura popular.
Lo neobarroco sería una recuperación de algunos valores aristocráticos y del personalismo ibérico frente a la cultura de masificación homogeneizadora, ya sea por la vía del consumo o de la estructura social. Necesariamente lo neobarroco alimenta al (pan)iberismo y viceversa. Geopolíticamente se trataría de articular la iberofonía, bajo liderazgo de Brasil y América del Sur, estrechando lazos entre los países de lengua portuguesa y española de todos los continentes.
El iberismo es -en primer lugar y en relación con el pasado- un balance (proporcional) de activos y pasivos del área cultural (pan)ibérica, tras un repliegue (poscolonial) intracontinental. En segundo lugar, el iberismo puede ser un punto de encuentro para el presente, así como de propuesta de nuevo despliegue para el futuro para reponerse del revolcón de la revolución industrial y la modernidad europea, en la perspectiva de nuevas síntesis policentristas no sectarias ni nacionalistas. Pero si destilamos su quinta esencia: ¿Qué es el iberismo? Es un enfoque interdisciplinar ibérico, una metodología de análisis y acción que inspira a activistas, académicos y gobernantes. Lo que he venido a denominar: iberismo metodológico.
En ese sentido es muy importante que los latinoamericanos no vean a la Península Ibérica como un elemento ajeno, exclusivamente europeo. Esta Península es culturalmente singular, resistió en gran medida a la cultura protestante, tuvo que adaptarse a la modernidad burguesa, pero algo quedó de su pluralismo del mediterráneo, como zona de frontera entre Europa y África, Oriente y Occidente, el Mediterráneo y el Atlántico, Europa y América, así como con la experiencia de Al-Ándalus. Y esto no hay que buscarlo en su tradición institucional, sino en su tradición antropológica. En ese sentido es fundamental conocer al hispanobrasileño Américo Castro.Por último, quiero remarcar que la segunda edición de Tradição e artifício: iberismo e barroco na formação americana, del profesor Rubem Barboza Filho, vendrá al mundo en un momento incluso más oportuno que la primera, que también tuvo su interés porque se agotó rápidamente. No se trata de enfangarnos en tradicionalismos o modernidades inventadas, sino de entendernos mejor, sin adanismos, maniqueísmos clasistas, complejos de inferioridad o nacionalismos decimonónicos.
Pablo González Velasco
INVITACIÓN A PARTICIPAR EN EL DEBATE: ¿UN GIRO NEOBARROCO?
El Ateliê de Humanidades Editorial, la editorial de la institución en red de libres estudios e investigaciones Ateliê de Humanidades, publicará próximamente la segunda edición de un libro que considero un clásico aún por descubrir: “Tradição e artifício: iberismo e barroco na formação americana“, del profesor Rubem Barboza Filho (Universidad Federal de Juiz de Fora, Minas Gerais, Brasil).
En medio de este recorrido, acabamos conociendo el trabajo de Pablo González Velasco en El Trapezio, que entreteje, con reflexividad crítica y cuidado, una red de pensamiento y proposición en torno al iberismo y al barroco en la contemporaneidad.
Como resultado de la profundización de nuestro diálogo y en preparación de la publicación del libro, decidimos plantear un debate sobre este tema inusual pero oportuno y ciertamente necesario: “¿es posible y/o deseable llevar a cabo un giro neobarroco?”.
En este breve texto que abre el debate, “El (neo)barroco como paradigma interpretativo iberoamericano”, Pablo González nos proporciona una cartografía de lo mejor que hay sobre iberismo y (neo)barroco y nos presenta su propuesta de un “iberismo metodológico”. Además de situarnos ante el problema, nos permite formular algunas preguntas para suscitar el debate:
- ¿Sería la construcción de una hermenéutica autónoma de la “macroárea cultural panibérica” una forma de superar las propuestas dominantes en la actualidad: neoliberalismo, nacionalismo y decolonialismo?
- ¿Cómo podemos entender el Barroco como un estilo de vida, de pensamiento y de política? ¿En qué sentido podemos decir que “somos barrocos” (y que no hay nada malo en ello)? ¿Qué poder tiene el barroco?
- ¿Puede defenderse el paniberismo y el Barroco como una alternativa a los proyectos predominantes de la modernidad, como una forma de experiencia más abierta, amplia y democrática que las demás?
- ¿Podemos considerar el Barroco como una prioridad de estudio en la filosofía, la geopolítica, las ciencias sociales y las artes? ¿En qué consistiría esto?
- ¿Es una “perspectiva (neo)barroca iberoamericana” una expresión coherente de lo que somos y una respuesta eficaz al mundo del siglo XXI?
Este debate se lanza sugestivamente el 07 de septiembre, cuando se celebra la independencia de Brasil… Después de todo, ¿qué es lo que realmente hace independiente a un pueblo? ¿La reconstrucción autónoma de las buenas interdependencias entre nosotros no sería la mejor manera de evitar el circuito perverso de cambiar una dependencia por otra?
Le invitamos a participar en el debate “¿Un giro neobarroco?”. Envíe su comentario o texto a [email protected].
André Magnelli – Fios do Tempo, 07 de septiembre de 2023