Para muchos portugueses, cuando piensan en irse de vacaciones, uno de los primeros destinos que les viene a la mente es el Algarve. La región más meridional de Portugal, conocida por sus playas de calidad y sus interminables tardes de sol, es desde hace tiempo apreciada por otras nacionalidades, como británicos y alemanes. Y, tradicionalmente, el destino perfecto para darse un buen baño y relajarse solo, en pareja o en familia.
Pero más allá de las playas abarrotadas y los concurridos paseos marítimos, hay otro Algarve por descubrir: uno con mucha historia, buena comida y paraísos escondidos. Como es el caso de Loulé, una ciudad encantadora en el interior con la playa a pocos kilómetros y mucha naturaleza a los alrededores.
Al ser el municipio más grande y poblado de la región, la economía de Loulé es muy diversa: los pueblos costeros giran en torno al turismo, mientras que los del interior viven del comercio y la agricultura. Esto se debe en gran parte al rico patrimonio histórico que ha recibido el municipio y la ciudad a lo largo de los siglos, como podrás leer enseguida.
La fuerza árabe y el contacto con otras creencias
La fundación de Loulé es incierta y muy lejana en el tiempo, pero se sabe que el municipio es ocupado desde el Paleolítico antiguo. En los milenios siguientes, los fenicios y los cartagineses fundaron los primeros puestos comerciales en el frente marítimo del municipio, lo que incrementó la actividad pesquera, la prospección de metales y la actividad comercial. Con los romanos, se desarrollaron estas y otras actividades, sobre todo la extracción de cobre y hierro, la agricultura y la industria de conservas, de la cual el centro de pesca y salazón de Cerro da Vila (hoy yacimiento arqueológico abierto al público) es el mejor ejemplar.
Incluso tras el paso de suevos, vándalos y visigodos, no fue hasta los musulmanes cuando la ciudad obtuvo su mayor prestigio. Al-‘Ulya’ (Loulé) se describe en las crónicas de Ibn Said y Abd Aluhaid como una “pequeña medina [ciudad] fortificada y próspera, perteneciente al Reino de Niebla”. Los cuatro siglos de ocupación árabe en Loulé, del VIII al XII, dejaron importantes y espléndidas huellas como los Baños Islámicos, únicos en el país y de los más completos de la Península Ibérica, que recientemente recibieron la distinción de Monumento Nacional.
En el siglo XIII, ya bajo el reinado de Afonso III, los cristianos integran Loulé en la Corona portuguesa, otorgándole la primera carta en 1266. Tres años después, el rey otorga la segunda carta a los “moros proscritos”, que habían sido enviados a las afueras situadas al sur de la Puerta de Faro, dando lugar al barrio de la Morería en el que aún hoy persisten callejuelas estrechas y tortuosas, así como topónimos medievales.
Enseguida se comprendió que la ocupación cristiana era perjudicial para la economía de la región, que perdía el contacto con el ciclo comercial con el norte de África y Andalucía. Para intentar invertir esta situación, el rey Dinis ordenó en 1291 que se instalara una feria en Loulé, única en todo el Algarve, que convirtiera la ciudad en el centro comercial de la región. Aun así, no fue suficiente para suprimir el aislamiento y el estancamiento económico que afectarían al municipio hasta finales del siglo XIV.
Una ciudad en un continuo renacer
Desde el periodo de expansión marítima, en los siglos XV y XVI, se reactiva la actividad comercial. En el contexto regional, Loulé se destaca como exportadora de sal, aceite de oliva, pescado, vino y frutos secos, lo que permitió recuperar espacios públicos y construir nuevos edificios y iglesias. Ejemplos de ello son las iglesias de San Clemente y de la Misericordia, que incorporan en su construcción varios elementos del estilo manuelino (el gótico final portugués).
Con el paso de los siglos, la expansión urbana de Loulé se ve afectada por sucesivas crisis en el país. La piratería bereber contribuye, en un primer momento, a la inestabilidad social y política de la región, pero más tarde son las invasiones napoleónicas y las luchas liberales las causantes del malestar. El terremoto de 1755, que destruyó Lisboa, también arrasó parte de la villa algarvia, y su reconstrucción incluyó a varias casas palaciegas para acomodar a la burguesía local en ascenso.
La construcción del ferrocarril en el Algarve en 1887 y el desarrollo de las vías de comunicación contribuyeron al profundo cambio del modo de vida de la población local. Sin embargo, no fue hasta el siglo XX cuando se dio prioridad a algunas infraestructuras y equipamientos básicos, como el Mercado Municipal, construido en 1907 y uno de los principales íconos de la ciudad. Desde el golpe militar del 1926 hasta 1974, la ciudad vive un crecimiento moderado con la construcción de edificios importantes, como el Cine-Teatro Louletano (1930), y nuevas avenidas. Sólo será después de 1988, cuando el pueblo fue elevado a ciudad, que Loulé alcanza su modernidad actual.
¿Qué ver y hacer en Loulé?
Para comenzar a descubrir este rincón especial del Algarve, hay que empezar por el centro de la ciudad: en el mercado, inspirado en el diseño arquitectónico islámico, y el ayuntamiento, con su Torre del Reloj de base medieval. Este es el punto de partida para adentrarse en el casco histórico, donde se puede visitar la capilla de Nuestra Señora de la Concepción, con un precioso altar de madera dorada y paneles de azulejos del siglo XVIII.
Muy cerca, el Castillo es un regalo para los ojos por su buena conservación, con el aspecto de una sólida fortificación que alberga el Museo Municipal de Arqueología de Loulé y la Cocina Tradicional del Algarve, ambos dignos de visita. Paseando por las callejuelas de la ciudad, fácilmente encontrarás los Baños Islámicos, convertidos en un museo moderno e interactivo, y muchas tiendas y talleres de artesanía tradicional. De hecho, Loulé reclama para sí el título de Capital de la Artesanía de Algarve.
En un agradable viaje hacia la costa, puedes descubrir las parroquias de Quarteira y Almancil con sus muchos encantos, desde las playas doradas a los espléndidos resorts que forman el “Triángulo de Oro” del Algarve: Quinta do Lago, Vale do Lobo y Vilamoura. En el último es donde puedes visitar el Museo Arqueológico del Cerro da Vila, el más importante yacimiento romano de la región.
Si eres de los que prefieren la naturaleza más verde y frondosa, no puedes perderte las maravillas del barrancal algarvio y la Sierra de Caldeirão, ubicados en el interior del municipio. Aquí es donde hay algunas de las mejores rutas de senderismo del Algarve, como la Fonte Benémola o la Rocha da Pena, ambos sitios clasificados por su gran biodiversidad que incluye más de 390 especies vegetales y algunas especies exclusivas de aves rapaces y murciélagos.
Para elegir el momento ideal para visitar este verdadero secreto de agua y tierra, sólo te falta saber cuándo son las mejores fiestas en Loulé. Sin duda, el Carnaval que se realiza anualmente en febrero es una fiesta imperdible de mucha música y baile, con uno de los mayores desfiles del país. Si prefieres algo más tranquilo, pero igualmente divertido, considera visitar la ciudad en junio durante el Festival MED, una celebración de la cultura mediterránea con actuaciones de música y folclore mundial. O completa tu visita en agosto con el Festival Internacional de Jazz, dentro del Castillo, y la Noche Blanca, de mucha animación y donde todos visten de blanco para celebrar una noche de verano mágica.