19/05/2025

Madrid iberoamericano 2026

Comparte el artículo:

Antes del Mundial iberomarroquí de 2030, tenemos otra gran fecha para un gran evento. Lo anunciábamos, en EL TRAPEZIO, hace escasos días, con el siguiente titular: “Un Madrid cada vez más latinoamericano acogerá la próxima Cumbre Iberoamericana en 2026”.

Me permitan el atrevimiento, pero en esta coyuntura histórica, entre las megalópolis iberoamericanas, Madrid está disputando el primer puesto como mejor ciudad para vivir y trabajar. Los madrileñófobos se darán cuenta tarde… cuando la gente viva de nostalgias. Madrid va camino de consolidarse como una vibrante ciudad global del sur de Europa, afirma Fernando Caballero.

Sabemos que la proyección latina de Madrid es naturalmente instrumentalizada por Ayuso, pero esa proyección responde a movimientos geoeconómicos y geoculturales de mayor calado de que lo que alcanza el poder del PP madrileño. Por eso no tiene sentido que Madrid sea visto con hostilidad por los detractores de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Tener una capital potente es igual de deseable y compatible con promover y planificar el mantenimiento de la población e, incluso, su crecimiento, en zonas estratégicas y repartidas por el territorio, como por ejemplo La Raya. Es igualmente compatible con reforzar la proyección de Barcelona y Lisboa.

Hasta los años noventa la presencia latinoamericana en España era prácticamente reducida a intelectuales, exiliados y estudiantes, que incluían por ejemplo la formación de futuros políticos en las universidades españolas o la presencia de autores del boom literario en Barcelona, como Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, en torno a la editora Carmen Balcells.

Con el nuevo siglo hasta la crisis de 2008, el fuerte crecimiento económico español atrajo a millones de trabajadores iberoamericanos, donde destacó la presencia ecuatoriana, colombiana y argentina. El doctor en antropología, Carlos Granés, en el artículo Por qué Madrid no es aún la nueva Miami (The Objective, 04/03/2023), afirma que “en los primeros años de la década de 2000 en el parque del Retiro se jugaba ecuaboli, los locutorios florecían en cada barrio y varios sectores de la ciudad, como Villaverde, Puente de Vallecas, Cuatro Caminos, Tetuán o Usera se latinizaban”. Muchos de los que llegaron adquirieron la doble nacionalidad, tuvieron hijos, y parte regresaron a sus países de origen. Con la doble nacionalidad, las idas y vueltas son más sencillas. Con hijos criados en España, los vínculos son irreversibles.

Posteriormente, con la recuperación económica española, se formó otra ola migratoria iberoamericana, en este caso, de naturaleza interclasista, con gran protagonismo de los venezolanos, dominicanos y argentinos. Están en todo el territorio español, con destacada presencia en Cataluña y la Comunidad de Madrid. En este último caso, se ha llegado a comparar a Madrid como una nueva Miami.

Esta nueva presencia iberoamericana está teniendo un impacto cultural importantísimo que ya se refleja en la segunda generación y en las familias mixtas, con gran capacidad de integración y aporte cultural. La identidad iberoamericana ha ejercido un virtuoso contrapeso rehispanizante frente a la aculturación europea-protestante. Según los valores subjetivos cada uno, podemos ver qué elementos positivos y negativos tienen esas influencias, así como su balance neto.

El impacto se empieza a percibir con la presencia religiosa del neopentecostalismo, otro tipo protestantismo adaptado a los trópicos, imitando inconfesadamente a las religiones africanas que odian, así como con la presencia de cambios en los patrones culturales gastronómicos y de todo tipo, que van desde las canciones de moda, con un éxito importante del reguetón y sus derivados, hasta en los productos alimenticios como frutas y condimentos. A los abundantes restaurantes peruanos, brasileños y portugueses, se le suman los restaurantes mexicanos que hasta hace poco no se veían tantos. Unos restaurantes donde no exigen a sus clientes pedir perdón por la conquista antes de entrar.

Los barrios populares están cambiando. Se amplía la utilización de espacios urbanos como espacios de convivencia familiar, como se hacía en los años setenta donde había una cultura rural comunitaria llevada desde el campo español a las ciudades. Evidentemente esto también tiene que ver con las limitaciones presupuestarias de las familias trabajadoras y otras precariedades.

Aunque ahora la oferta de ocio es muy amplia, vuelve la celebración de cumpleaños y picnics en parques y otros espacios. Los barrios más adinerados, los restaurantes y tiendas se han adaptado a las costumbres de las élites latinoamericanas o éstas mismas han invertido en negocios de restauración. Asimismo, existe un tejido asociativo que agrupa los intereses de las comunidades iberoamericanas.

Carlos Granés señala que, aunque “las clases altas latinoamericanas estén llegando a comprar o residir en el barrio de Salamanca, no significa que la ciudad se esté convirtiendo en una nueva Miami”. Es decir, Madrid puede tener algunas virtudes de Miami, pero no tiene sus defectos en términos de políticas moralistas, desigualdad, polarización e inseguridad de las calles. Los venezolanos residentes en Madrid, la mayoría opositores a Maduro, algunos antichavistas de pura cepa, otros exchavistas, e incluso los hay con todavía vínculos con el régimen, se han ganado la fama de ultraderechistas. Hay que recordar que es natural que la hegemonía de la oposición a una dictadura de izquierdas sea de derechas, y que radicalicen sus posiciones en busca de gente que les haga caso. Dicho esto, en la oposición venezolana hay también gente de izquierdas.

Entre los inmigrantes venezolanos, obviamente, los ricos no son mayoría. Los hay de todas las clases sociales. Alguien podrá quejarse de la presión del mercado de alquiler, pero mucho dinero venezolano se ha puesto a circular en forma de inversiones, rentas y consumo madrileños. Un país puede tener unas élites detestables, pero tampoco se le puede quitar la responsabilidad que tiene cada pueblo (de allí y de aquí), y no es menos cierto que unas nuevas élites pueden incluso empeorar a las anteriores, como ha ocurrido con la boliburguesía.

Para Granés, Madrid es mejor que Miami como capital iberoamericana. No obstante, afirma que Madrid no sólo tiene que ser un referente para el migrante o el adinerado, sino que tiene que darse a conocer en las capas populares de Iberoamérica, que, por otro lado, por comunicación familiar poco a poco se avanza. Granés  lanza un reto a Madrid para que se convierta en un lugar donde:

se produzca cultura, conocimiento e información latinoamericana. No estoy diciendo nada novedoso ni que otros muchos no hayan intuido ya. Editoriales académicas como la Iberoamericana Vervuert, y literarias como Candaya, además de un medio como El País América, tienen una clara vocación latinoamericana. También es muy interesante que por primera vez se vayan a celebrar los Grammy Latinos en una ciudad de España, así no sea Madrid. Lo que hace falta es un fenómeno como el que ya ocurrió en los setenta, cuando la mejor literatura latinoamericana, aquella capaz de pensar y reinventar la región en su totalidad, se produjo en Barcelona; o medios que reúnan en Madrid a expertos que analicen con regularidad la actualidad del continente y que tengan impacto allá; e incluso escuelas y academias que le arrebaten a la Universidad de Iowa o a NYU los alumnos que van a aprender a escribir novelas en español o a cursar latin american studies.

Según informa la SEGIB, América Latina es el cuarto mayor inversor en España, precedido de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, y por delante de socios económicos europeos de la importancia de Alemania o Italia, según el VI informe Global LATAM, que valora la “consolidación y el aumento del interés de España como destino para el capital latinoamericano” de los últimos años. Cada vez se oye más el concepto de “multilatinas” (multinacionales latinoamericanas) porque la presencia empresarial ya no es un monólogo de multinacionales españolas.

Los países iberoamericanos cuentan con inversiones en España y constituyen una “importante comunidad empresarial” de más de 600 compañías y 47.000 empleos directos generados. En total, la inversión acumulada procedente de América Latina asciende ya a 47.150 millones de euros en España. Si se añaden a estas cifras las inversiones latinoamericanas en Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros o holdings (ETVE), su volumen se situaría en 66.883 millones de euros, lo que supone un 11% del total de la inversión recibida por España.

Las cifras de 2023 muestran que un total de once países latinoamericanos invirtieron en España. En concreto, un 58% de esta inversión correspondió a México (1.645 millones de euros) -el quinto mayor inversor en España-, debido a importantes proyectos empresariales en el sector de la alimentación; la industria química; la fabricación de productos minerales y la construcción. El segundo mayor inversor fue Honduras (501 millones), seguido de Argentina (196 millones) y Uruguay (101 millones).

Según el INE, la población iberoamericana en España alcanza la siguiente cifra en 2022: 1.571.651. En 2025, según el censo, ya sabemos que más de un millón de latinoamericanos viven en Madrid. Los matrimonios e hijos mixtos son también una realidad muy por encima de lo que podamos imaginar. En el mismo equipo de EL TRAPEZIO ya existen dos ejemplos.

Por todo ello, integración y liderazgo regional -iberoamericano y quizá europeo- son características por las que Madrid, sin duda, destacará en el futuro inmediato. Esperemos que la cita de 2026 sea una oportunidad de relanzamiento, fortalecimiento y renovación del sistema iberoamericano.

 

Pablo González Velasco