Sinibaldo de Mas fue antes orientalista que iberista. Fue el primer cónsul español y más tarde ministro plenipotenciario (un casi embajador) en China (desde Macao), en el complejo contexto de las Guerras del Opio. Forma parte de aquellas personas que se hicieron iberistas a través de un viaje iniciático. A medida que se van alejando físicamente de la Península, más se acercan España y Portugal en sus mentes, más imperceptibles son las narcisistas diferencias y más sentido de la urgencia hay por intervenir conjuntamente en la arena internacional.
Según cuenta José Antonio Rocamora en libro El nacionalismo ibérico (1994), “la penetración franco-británica en Extremo Oriente, desplazando a los antiguos imperios ibéricos, pudo favorecer un rechazo nacionalista, que para ser efectivo precisaba un fuerte Estado: Iberia”. Mas era un pensador geoestratégico y un impetuoso conspirador geopolítico-diplomático. Fue un hombre erudito y de acción, que incluso -en el ámbito del iberismo- Juan Valera tuvo que enfriarle los ánimos. En el ámbito ideológico, fue un liberal al servicio de la acción española exterior.
Sinibaldo ha sido recordado como iberista, incluso como sinólogo, pero escasamente es recordado por su extraordinaria contribución al análisis social y geopolítico de las Islas filipinas, entonces españolas. Incluso nos sirve para entender la sensible geografía política que hay entre China y Filipinas hoy en día: Filipinas forma parte de la órbita norteamericana tras la independencia, y China está preocupada por los numerosos estrechos marítimos (fáciles de cerrar) que cercan la salida sur del mar de la China meridional. También nos sirve para entender la triangulación histórica entre China-Filipinas-Nueva España (México) a través del Galeón de Manila. Por ejemplo, los célebres mantones de Manila son de China.
Recordemos que Macao tuvo un periodo de esplendor durante el periodo de la unión dinástica ibérica entre 1580 y 1640, por la hostilidad de los holandeses contra Goa y Malaca y por el fortalecimiento de sus instituciones locales, estableciendo una administración más organizada, eficaz y representativa. Macao era parada obligatoria de las rutas comerciales portuguesas y españolas, siendo especialmente lucrativa la ruta para Japón. Felipe II (I Portugal) elevó el establecimiento comercial de Macao a ciudad.
Quiero destacar el trabajo de investigación desarrollado por el profesor David Martínez-Robles, publicado en el excelente libro Entre dos imperios: Sinibaldo de Mas y la empresa colonial en China (1844-1868). Los datos que aquí expongo están en el mencionado libro, que recomiendo su compra y lectura. Martínez-Robles nos invita a pensar el contexto de dos imperios en decadencia como el español y chino a mediados del siglo XIX.
China se resistía a la globalización occidental y a los usos occidentales de la diplomacia. Los puertos, dominados por extranjeros, eran una válvula de escape: determinados productos iban entrando y saliendo, pero China seguía cerrada a residentes occidentales. Ahora bien, la intención de las potencias occidentales obviamente era interesada, estableciendo tratados desiguales bajo intimidación, mientras tanto: China no entendía las razones de su decadencia.
El siglo de la humillación de China fue evidenciado inicialmente por la escasez de plata, pero quizá esta escasez tuviera más que ver con las independencias hispanoamericanas y el conflicto angloespañol que con el consumo de opio. La América española suministraba plata a China a través del Galeón de Manila, que funcionó de 1571 a 1815. Ambos Imperios acabaron hundidos. Dicho hundimiento lo fue también de la nueva Hispanoamérica independizada, donde existían ricas oligarquías locales.
El consumo masivo de opio fue la gota que colmó el vaso para China, país que sólo entendería cómo instrumentalizar la globalización capitalista más de un siglo después bajo el liderazgo de Deng Xiaoping. La relación del Imperio chino con el Imperio español y el Imperio portugués, en el siglo XIX, era una correlación de debilidades. Los tres estaban en la segunda división de Imperios.
Sinibaldo de Mas desde muy joven destacó en las lenguas y su afán de aventura. Lo que quería era viajar y asumir misiones diplomáticas, analizando las sociedades que visitaba. El ministro Martínez de la Rosa el 10 de abril de 1834 le pidió “pasar a Oriente en calidad de pensionado extraordinario para estudiar los idiomas de aquellos países, conocer sus relaciones comerciales actuales, sus usos, las antigüedades, literatura y monumentos arqueológicos que existen”.
Mas estuvo tres veces en Macao (1ª: (1843-1846); 2ª (1847-1851) y 3ª(1864-1868), pero hubo un viaje previo (1834-1842) a los Orientes sin incluir a China, cuyo destino final será Filipinas donde permanecerá entre 1840 y 1842. Este primer viaje duró 8 años y medio.
Viaje entre 1834 y 1842: la formación de un orientalista, experto en Filipinas
Mas pasó por Ginebra, Italia y Grecia, donde escribirá la Memoria sobre el estado del Reino de Grecia. Estuvo Constantinopla, Alejandría y otros enclaves del Mediterráneo oriental. También conoció la India británica, donde fue retratista porque no le llegaban sus honorarios. Enfermo en Calcuta, la abandona en mayo de 1840. Llega a Manila el 21 de septiembre de 1840 y pasa 9 meses seguidos en la capital filipina, donde mantiene roces con el gobernador. En noviembre de 1842 llega a España, después de haberse perdido una guerra civil, una desamortización y una nueva Constitución.
Sinibaldo de Mas elabora el Informe sobre el estado de las Islas Filipinas en 1842, que publicó en Madrid en 1843 en dos volúmenes. Una auténtica enciclopedia. David Martínez-Robres afirma que “la mayor contribución del Informe de Mas se encuentra en el último capítulo, dedicado a la política interior, que apareció, siguiendo las instrucciones del Ministerio, como una separata que se distribuyó de manera muy restringida”.
Allí analiza el futuro político de Filipinas, por entonces poco integrada en la economía de la metrópoli, en la economía-mundo o con China, justo lo contrario de siglos atrás. Para Mas había tres opciones para el futuro de Filipinas: 1) Continuar con el desinterés vigente; 2) Aplicar políticas de segregación entre el colonizador y colonizado 3) crear unas bases sociales y una dinámica cultural para asegurar una exitosa independencia.
Sobre la situación existente, Mas se queja de la falta de respecto de los filipinos nativos a los españoles peninsulares. Esto puede ser visto como una crítica a la instrucción pública, pero también como que efectivamente existía una relativa igualdad entre nativos y peninsulares: una horizontalidad en el trato. Mas afirma: “He viajado entre turcos, egipcios y beduinos sin aparato ni escoltas, y debo asegurar que en ningún país se me ha tenido menos deferencias y respeto que en Filipinas, y en ninguno me ha sido preciso ejercitar tanto la moderación y la paciencia. (…) En las pocas veces que he acudido a las justicias de los pueblos para pedir un guía u otra cosa semejante (por supuesto, pagándolo), a pesar de mi pasaporte de capitán se me ha tratado con poca deferencia y miramiento que dos o tres veces he tenido que oler las emanaciones de cierto ruidoso desahogo que la decencia no me permite nombrar y a que se ha dado suelta en mi presencia, con gran diversión de los circundantes”.
En realidad, Sinibaldo es partidario de la tercera opción, la independencia, pero cuando empieza a razonar en términos segregadores (segunda opción) apuesta por una política de “cortar las alas que se les ha dado” a los filipinos, prohibir matrimonios mixtos y ordenación de sacerdotes autóctonos, establecer diferentes ropas y no enseñar el castellano (porque supone un instrumento de contrapoder).
Sin embargo, si se optaba por abandonar la isla (tercera opción), lo mejor era fomentar las bases del independentismo. Parece evidente que Mas seguía la hoja de ruta del involuntario modelo hispanoamericano: fomento del liberalismo, el mestizaje y la instrucción pública.
Su opinión es que Filipinas era un lastre. Era partidario de su independencia. El informe fue recibido positivamente en la corte. Fue partidario -asimismo- de la venta de Cuba a Estados Unidos a cambio de dinero para la red ferroviaria peninsular. Como vemos era un hombre práctico al servicio de una idea de grandeza de España, cuyas soluciones se movían entre la ocurrencia y la genialidad. Posteriormente vio a Macao y a China como una salvación para la economía filipina.
Viaje entre 1843 y 1846: informador desde Macao
Se trata de su primer viaje a Macao. Para el viajero que vislumbraba Macao en el horizonte, después de un agotador viaje desde Europa, era como un oasis o un paraíso familiar, donde destacaba su naturaleza y la arquitectura barroca. Así fue retratado por pintores de la época. Las familias de comerciantes de otras factorías vivían en Macao, lo que siempre le dotó de una considerable vida social.
Mas aprovechó este viaje para visitar las principales ciudades portuarias chinas, tomando la temperatura y vigilando a otras potencias. Se negó ser comparsa de los británicos, aunque después del Tratado de Nanjing, tras la Primera Guerra del Opio, el resto de potencias europeas querían seguir la estela, no quedarse atrás, tratando de imponer también sus tratados llamados desiguales. Mas regresa a Madrid a finales de agosto de 1847.
Viaje entre 1847 y 1851: la recuperación de la “cabeza” del gobernador
Tres semanas después vuelve a China con un proyecto de Tratado para impulsar el comercio sino-filipino, con una nueva cláusula: España se declararía neutral ante cualquier conflicto armado entre China y otras potencias. El 24 de abril de 1848 Mas llega acompañado de su equipo al puerto de Macao, donde establece su residencia fija en los próximos tres años. Su primer destino será la residencia del gobernador de la ciudad de Macao: João Maria Ferreira do Amaral.
Negociando con las autoridades chinas, Mas afirma que hace muchos años que “los chinos y los españoles son amigos” y añade: “El año 1700, el Gran Emperador concedió a los buques [españoles] el privilegio exclusivo de entrar y comerciar en el puerto de Xiamen, privilegio de que siempre desde entonces han disfrutado. Los buques españoles jamás han llevado ni llevan opio a China. Aunque el opio se produciría en las Islas Filipinas tan bien como en la India, con ser sus climas iguales, y aunque son muchas y muy fértiles las tierras que en dichas Filipinas hay incultas, el gobierno español ha tenido allí hasta ahora prohibida la siembra de esta droga, a pesar del provecho que de lo contrario pudiera sacar. Lo que los españoles han llevado y llevan principalmente a China es mucha cantidad de arroz, cuando escasea este artículo tan indispensable a la población del Gran Imperio, y también mucha plata”. Las autoridades chinas admitían que, desde la anterior dinastía Ming, España y China “han estado siempre en buena armonía y amistad”. De hecho, hay un paralelismo cronológico entre la caída de la dinastía Ming y el fin de la unión dinástica ibérica.
Mas conoció a fondo la sociedad macaense y su élite. Era, en esa época, un representante de un gobierno amigo de Portugal. Sinibaldo retrató e hizo buenas migas con el obispo de Macao, Jerónimo José da Matta, natural de La Raya, y con su sobrino y redactor del principal periódico de Macao, Carlos José Caldeira, quien además era hermanastro del futuro ministro y secretario de Estado portugués, José Maria Caldeira do Casal Ribeiro, amigo de Saldanha. Todos iberistas. Las conversaciones sobre iberismo eran ampliadas en un pequeño círculo hispano-luso, donde los tres españoles eran catalanes.
El plenipotenciario español mantuvo también una relación muy cercana con el gobernador João María Ferreira do Amaral, cuya biografía es destacable hasta por su final dramático. Ferreira do Amaral, destinado en Brasil, participó defendiendo a Portugal en la Batalla de Itapirica, frente a independentistas brasileños, quedando manco. Se sumó a Pedro I (IV de Portugal) en el desembarco del Mindelo al servicio de la causa liberal. En Angola combatió el tráfico de esclavos y en 1846 fue nombrado gobernador de Macao. Un perfil muy impetuoso y voluntarista para ser gobernador de una plaza con débil institucionalidad y fragilidad logística, dependiente de la voluntad de cooperación china. Antes de su llegada, Portugal quiso seguir la estela de la Hong Kong británica, convirtiendo a Macao en colonia, por breve tiempo, cuando hasta entonces había sido un terreno alquilado a China y lo siguió siendo posteriormente.
El gobernador quiso eliminar la doble imposición tributaria sino-portuguesa y conseguir la plena soberanía de la plaza frente a China. Ferreira do Amaral tenía valor, pero no tenía fuerza suficiente para contener la reacción de la comunidad china en Macao y de las autoridades chinas. Fue una crónica de una muerte anunciada, hasta él lo sabía. El fatal desenlace ocurrió en la tarde del 22 de agosto de 1849. El gobernador decidió salir de la ciudad de Macao a lomos de su caballo y en compañía de su ayudante. Fue emboscado por 9 chinos armados con dagas y otras espadas cortas. El portugués, aunque manco, se defendió con su espada, pero pronto cayó presa de sus atacantes, quienes le cortaron la cabeza y una mano y se la llevaron en un pequeño saco. Tres soldados chinos fueron arrestados por colaboración en la huida. La cabeza y la mano acabaron en manos de las autoridades chinas.
Sinibaldo de Mas fue el mediador entre las autoridades portuguesas y chinas para intercambio de la cabeza y la mano por los tres soldados. Lo logró. Quiso recoger la cabeza y la mano en un barco español con todos los honores, pero fueron entregadas en un medio más rudimentario. Mas también intermedió en una breve “guerra civil” entre portugueses tras la caída del gobernador, en un momento donde Portugal sólo enviaba un barco al año a Macao. Una estatua en honor al Governador asesinado fue transferida de Macao a Lisboa antes de la entrega pactada de Macao a finales de 1999.
Mas llegó a la conclusión que Macao acabaría en manos de China o de otra potencia extranjera. Incluso el propio obispo de Macao se dirigió a Mas para que escribiese a las autoridades chinas para poner a Macao bajo protección de España. Preferían acabar en manos de España que de otra potencia o de China. Sinibaldo envió -en septiembre de 1849- a sus superiores un detallado informe sobre la conveniencia de que España asumiera el control sobre Macao (más la isla adyacente de Xiangshan) porque podría ser interesante recuperar la conexión comercial con Manila, entre otros motivos como la cercanía cultural luso-española. Desde el Gobierno español se estimó que no era viable.
1851 y 1854 en Madrid y en Lisboa: agitación y propaganda iberista
La Iberia: memoria sobre las ventajas de la unión de Portugal y España, el libro iberista más famoso de todos los tiempos, escrito por Sinibaldo de Mas y publicado en 1851, se redactó “en un palacio episcopal portugués [de Macao], y es de origen más bien religioso que político”. Desde Badajoz, Sinibaldo de Mas entra en territorio portugués a lomos de caballo. El 17 de agosto llega a Lisboa. Siguiendo la recomendación del obispo Jerónimo José da Mata, Mas visitará a los iberistas portugueses más destacados; uno de los cuales, el político y periodista José Maria Latino Coelho, accederá a escribir un elogioso y entregado prólogo para La Iberia.
En Lisboa y Madrid se reunirá con líderes políticos, sociales y empresariales favorables a una Iberia unida, muchos de ellos, especialmente portugueses, apoyaban entre bambalinas, pero no podían dar la cara porque podían ser acusados de anti-portugueses. Mas era un genuino centralista ibérico. Probablemente aquella época fue uno de los últimos trenes para intentar aplicar el jacobinismo en España y en Iberia, algo harto difícil e incluso -en varios aspectos- indeseable. Su libro llegó a alcanzar cinco ediciones y fue publicado en ambos idiomas.
Viaje entre 1864 y 1868: logro del primer tratado España-China
Entre 1850 y 1864 mueren alrededor de veinticinco millones de chinos, entre civiles y militares, como consecuencia directa del conflicto muchos de ellos por las hambrunas derivadas de la guerra. Mas se opuso a la expedición española a la Cochinchina. La diplomacia española criticará internamente la destrucción patrimonial de la intervención francoinglesa en China. Sinibaldo reconoció haber fumado opio en alguna ocasión. No era prohibicionista.
En 1863 asume una nueva misión con un nuevo proyecto de tratado sino-español. Llega a China en 1864. Para culminar la negociación necesitaban -a su juicio- demostraciones de fuerza militar. Mas perdió la paciencia porque le ignoraban las autoridades chinas. Era una guerra de desdenes típicas entre diplomáticos y entre diferentes tradiciones en los protocolos del poder. Los europeos no aguantaban la arrogancia y la paciencia orientales, y estos tampoco aguantaban las prisas y el supremacismo europeo. Mas, en un acceso de cólera, llegó a decir que habría que fraccionar a China en tres o cuatro Estados bajo tutela de grandes imperios europeos. Un coloso así puede amenazar el equilibrio del mundo, según su visión. Hoy en día podemos afirmar que la China de hoy puede equilibrar los desequilibrios históricos, pero en el futuro también puede ser una fuerza desequilibrante.
Mas tuvo que transigir en la inclusión de la siguiente cláusula que figura como artículo 47 del tratado: “Los buques mercantes chinos, sin limitación de número, podrán ir a comerciar a las islas Filipinas y serán tratados como los de la nación más favorecida. Si la España concede en adelante nuevas ventajas a los comerciantes de otra nación, los negociantes chinos gozarán de ellas como los de la nación más favorecida”. China estaba aprendiendo a negociar, aplicando a terceros la recetas que le habían aplicado otras potencias. De este modo finalizaba la negociación del tratado sino-español, que fue ratificado y después canjeado el 10 de mayo de 1867 en Tianjin.
El 9 de marzo de 1865 se encuentra, por fin, con el príncipe Gong. Mas consiguió un palacete de arquitectura clásica ubicado a intramuros de la ciudad manchú. No era fácil. Con una impecable recepción, comida y elegancia sorprendió y agasajó al príncipe.
Posteriormente Mas fue defenestrado de su puesto en China por un desencuentro con sus superiores españoles por el nombramiento de personas a su cargo sin su consentimiento. Sinibaldo se sintió maltratado y reclamó justicia hasta un mes antes de su muerte.
1867-1868: Muerte como agente chino para la compra de Macao a Portugal
David Martínez-Robles, en su libro biográfico sobre Sinibaldo de Mas, nos cuenta que Robert Hart, director general del Servicio de Aduanas Marítimas de China, sugirió al príncipe Gong a finales de 1867 que, teniendo en cuenta que “Portugal se empobrece con cada día que pasa”, existía “la posibilidad de que podamos recuperar nuestro derecho sobre Macao a cambio del pago de una suma dineraria”. Querían la negociación directa con Lisboa, tenían el aval del príncipe Gong y al hombre para llevarla a cabo: Sinibaldo de Mas, que se llevaría una comisión.
El diplomático español dejó su cargo al servicio de España en diciembre de 1867. La oferta de nuevo trabajo como agente secreto de apodo “Emily” se elaboraría en junio de 1868 y el fichaje se materializaría un mes más tarde. Más contaba con importantes contactos dentro del Gobierno portugués de sus viejos tiempos de camaradería iberista. Desde junio de 1868, Latino Coelho era el secretario de Estado de Marina y Ultramar, y Carlos José Caldeira había sido ministro de Negocios Extranjeros entre mayo de 1866 y enero de 1868.
Sinibaldo muere en Madrid en noviembre de 1868 lo que supuso el fin del plan. Ahora bien, parece que su inminente viaje a Lisboa tenía varios objetivos y tareas. Sinibaldo pudo presenciar, dos meses antes de morir, la revolución la Gloriosa de 1868, una revolución trufada de iberistas. El iberismo de Prim y de Olózaga podría superar los resquemores que tuviera Sinibaldo con las visiones más rupturistas de los progresistas. Lo que se perdió es el intento de unión ibérica de Saldanha y Prim en 1870. O, mejor dicho, perdimos a una persona que podía haber movilizado sus contactos iberistas en Portugal en una oportunidad histórica irrepetible.
No obstante, en vísperas de la Revolución de 1868, le fueron intervenidos a Carlos José Caldeira varios de los escritos iberistas de Sinibaldo en la aduana portuguesa con el propósito de divulgarlos en el país, lo que causó no poco escándalo. Sin lugar a dudas, desde su trinchera, Sinibaldo estaba en el ajo.
Pablo González Velasco